Por Piero Trepiccione, 29/10/2013
Para cualquier sistema político que se precie de ser democrático en el mundo realizar elecciones periódicas transparentes, en igualdad de condiciones y garantizando el secreto del voto, es altamente saludable. Pero no es todo lo que requiere una sociedad para ser verdaderamente democrática. Es indispensable llevar la práctica de la democracia a todas las instituciones del Estado y las de la sociedad también para que efectivamente los valores que atañen a ella se conviertan en pautas de comportamiento público.
Por ello, es realmente significativo que no sólo las fuerzas partidistas sino también las políticas y sociales en general aborden y profundicen la temática cotidiana más allá de lo meramente electoral. Que, repito, es importante, pero no es lo único. Pongamos un ejemplo claro: en Venezuela el 8 de diciembre próximo tendremos elecciones locales en medio de una cruenta polarización política que lejos de aflojar pareciera intensificarse con el paso de las semanas. Y es extremadamente importante tener claro que –independientemente del resultado de las mismas- el panorama no se despejará inmediatamente como lo esperan algunos sectores de la población. Es decir, no nos vamos a librar de la polarización con un resultado electoral. Para ello hay que trabajar más en profundidad. Activar redes que conformen o reconstruyan el llamado tejido social, elemento indispensable para encontrar puntos en común que garanticen un análisis de la problemática del país, más allá de la polarización.
Estos esfuerzos que procuran construir puentes y redes necesitan soportarse no sólo sobre una agenda social sino también sobre una agenda económica. Las condiciones actuales de la población –independientemente del estrato social- se están viendo afectadas seriamente por el deterioro de la capacidad adquisitiva mermada a partir del crecimiento progresivo de la inflación y por el tema de la inseguridad y las dificultades para mantener el abastecimiento. Por tanto, si bien lo electoral define ciertos caminos, no puede ser lo único que convoque ni ahora ni en el futuro a las fuerzas de la sociedad porque sencillamente, se desactiva inmediatamente pase el proceso comicial. Y está clarísimo, que la polarización no se desmonta sin que muchos sectores poblacionales se activen para discutir el presente y el futuro del país sin descuidarse un ápice del control sobre las instituciones del Estado.
Los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones comunitarias en general tienen que organizarse en torno a temas que afecten los intereses colectivos. La política, definida esta como sustancia de la organización colectiva, debe centrarse en la construcción de consensos alrededor de problemas comunes e impulsar la llamada “militancia social”; esa que impulsa la participación activa en los asuntos públicos para consolidar una hegemonía de la gente y no del Estado o las instituciones en general; obedeciendo aquel principio que señala que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo para que nadie se abrogue el supuesto derecho de estar por encima de la ley ni tener prerrogativas especiales que se prestan para manipular a favor de parcialidades cerradas.
http://sicsemanal.wordpress.com/2013/10/29/el-8d-no-acaba-ni-comienza-la-republica-pero-hay-que-votar/