Fausto Masó VIERNES, 8 DE AGOSTO DE 2014
¿Unidad? Lo mejor es que la MUD se
divida de una vez en dos bloques, uno agrupado alrededor de Leopoldo López y
otro de Capriles. En MUD hay unos pocos partidos reales, y ninguno con
presencia nacional. Después de esa división necesaria ambos bloques firmarían
pactos electorales. La oposición se está olvidando de las parlamentarias:
presentar panchas unitarias requiere definir ya los métodos para escoger
candidatos, celebrar primarias, contar con recursos y con árbitros confiables,
y no los hay. Sin embargo nadie habla de las elecciones parlamentarias, parece
sexy ocuparse de una imposible constituyente, perder el tiempo miserablemente.
La oposición nunca ha sabido si se
opone a una dictadura enmascarada o a una democracia autoritaria, si Maduro o
Chávez en su momento, saldrían de Miraflores por la fuerza de los votos, o por
la fuerza de la calle. Sin comprender que una cosa no se opone a la otra...
Deliberadamente, Chávez no definió con
precisión su régimen que poseía caras diversas, se presentaba en América Latina
como demócrata, a pesar de que rechazase la alternancia en el poder y
prometiese gobernar indefinidamente, porque proclamaba representar a una
revolución. En los hechos respetaba las formas externas de la democracia,
celebraba elecciones, permitía una cierta opinión independiente, pero
violentaba la división de poderes y se comportaba autoritariamente. No es fácil
heredar un gobierno semejante, porque supone tener la popularidad de Chávez y
su habilidad política. Maduro no afirma que gobernará indefinidamente como
hacía Chávez. El poder de Maduro está condicionado por el ejército y por los
propios chavistas; no es un Raúl Leoni ni el PSUV se comporta como AD, su poder
es frágil porque soporta a un Diosdado Cabello y varios generales. Nadie
discutía el mando absoluto de Chávez, Maduro representa la crisis del proyecto,
no solo por su caída de popularidad y su falta de liderazgo, sino porque es
imposible manejar con desenvoltura el tinglado chavista. No asusta ni a
antichavistas ni a chavistas y el debate político se le ha escapado las manos,
porque carece de la ambigüedad, la audacia y el desenfado de su predecesor.
El gobierno de Chávez no era una
dictadura ni una democracia, tampoco un régimen como el cubano aunque ese fuera
su ideal político, representaba una especie de satrapía cuyo poder aumentaba
paulatinamente pero no dependía del ejército o del partido sino del propio
sátrapa. Esa satrapía estaba construida a la medida del propio Chávez que
pretendía mantenerse en el poder indefinidamente. En condiciones poco
democráticas Chávez constantemente celebraba elecciones, aprobaba leyes para
legalizar arbitrariedades, dominaba los poderes y controlaba en grado creciente
periódicos y emisoras. Ante la posibilidad de perder una elección presidencial
quizá se habría vuelto una dictadura clara, y proclamaba sus intenciones de
gobernar indefinidamente, dijo en el 2003 “No solo se trata de impedir que esta
oligarquía vuelva a adueñarse del país….Se lo digo sobre todo a los
soldados….(…) Ustedes, soldados, tendrían que escoger con los fusiles en la
mano, que hacen, hacia donde apuntan los fusiles: si al pecho de la oligarquía
traidora o al pecho del noble pueblo venezolano”
Frente a este régimen ambiguo, a esta
verdadera satrapía, carecemos de una oposición unida, clara ideológicamente,
por eso algunos se creen que Maduro gobernará hasta el 2018, olvidando que la
descomposición del país va en aumento y que aunque vendan CITGO, o la plaza
Venezuela, o PDVSA, no les alcanzarán los recursos porque cometieron errores
como importar ellos mismos, y este gobierno es incapaz hasta de cambiar un
bombillo. Ahora, la oposición se olvidó de las parlamentarias y ha vuelto la MUD
un campo de batallas, así les va. No comprende que participar en elecciones no
se opone a enfrentar de verdad verdad con el régimen, exigirle a Maduro que se
comporte como un demócrata, o renuncie. La oposición no se prepara para las
parlamentarias y el régimen, por otra parte, amenaza con desmoronarse por
simple ley de gravedad.
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