Luis Manuel Esculpí 08 de junio de 2015
Mientras el CNE tiene cuñas en los
medios de comunicación anunciando puntos de inscripción y actualización de
datos. Entramos en la segunda semana del mes seis y nada. Tibisay no anuncia la
fecha de las parlamentarias, ni el cronograma electoral. Hay algunas señales
indicativas: harán todo lo posible para retardar tanto la convocatoria como los
comicios. La indecisión sobre el momento más conveniente agobia a la macolla
oficialista. El desasosiego invade el cotarro. La modificación de los circuitos
o cualquier otro ardid no les garantiza cambiar la correlación de fuerzas.
Están conscientes que se encuentran en su peor situación. No confían en las
encuestas de Schemel. Aún así no se resignan. Solo los más realistas perciben
la inevitabilidad de la derrota. Los extremistas acarician el zarpazo. Saben
que no es fácil. La opinión internacional les importa y mucho. Lucena se sigue
haciendo la loca. Viaja como observadora a otros proceso. Recién estuvo en
Surinam. Está impaciente. No recibe la orden. Estamos ante un hecho inaudito,
el organismo que debe facilitar la participación electoral fomenta la
abstención. A Tibisay le afecta la incertidumbre de la cúpula. La presión
adquiere carácter planetario. Gobiernos, ex presidentes, Parlamentos y diversas
personalidades mundiales se han sumado a la exigencia nacional.
Constitucionalmente la nueva Asamblea debe instalarse el 5 de enero del 2016 o
en la fecha posterior más próxima a ese día. Por lo que es un mandato la
realización del proceso este año. ¡Si, este año!.
El fin de semana circuló el rumor
proveniente de fuentes opositoras según el cual "el régimen decidió
posponer las parlamentarias para marzo del 2016". Ello no es posible, de
hacerlo implicaría la más flagrante violación a la Constitución. Conformaría
prácticamente un golpe de estado. Perderían la "legitimidad de
origen" figura que ha sido celosamente resguardada y que es el celofán que
recubre su fachada democrática. Incluso la hipótesis extrema que se ha
analizado, para otros procesos, la eventual declaración de estado de excepción;
de acuerdo al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la
Convención Americana de Derechos Humanos suscritos por Venezuela; no elimina la
garantía de "La participación, el sufragio y el acceso a la función
pública".
De aquí a la celebración de las
parlamentarias nos esperan tiempos escabrosos, las provocaciones y las acciones
desesperadas de quienes no imaginan abdicar su condición de mayoría ni a
renunciar a los privilegios que ostentan, estarán a la orden del día. No es
nuestro propósito alarmar, más bien alertar sobre los obstáculos que nos
pondrán en la ruta que hemos diseñado y estamos firmemente decididos a
recorrer.
Salir airosos requiere de una conducción
unitaria, que reflexione con serenidad y actúe con firmeza. Aunque entendamos
razones para la impaciencia y la desesperación. Las respuestas impulsivas no
suelen acompañar los aciertos, por el contrario son reacciones que pueden
favorecer la intención de los provocadores. Para enfrentar los retos de este
tiempo la herramienta que poseemos, más allá de sus limitaciones y falencias es
la Mesa de la Unidad Democrática. Cualquier invención al margen de la unidad
,que allí se expresa, estará condenada al fracaso, aún de quienes lo plantean
sin el objetivo de entenebrecer la opción de las fuerzas opositoras. Hay
factores -afortunadamente minoritarios- que se mueven en el territorio de
perjudicar la alternativa unitaria para así favorecer aviesos intereses.
Es obvio que la Mesa de la Unidad y las
organizaciones que la conforman han cometido importantes errores, sabemos que
la lucha política no está exenta de ellos. Por supuesto que el mecanismo
unitario y el liderazgo es susceptible de crítica, personalmente la ejerzo en
las instancias donde participo. Ahora bien ese ejercicio debe ser responsable y
orientado a preservar y mejorar el único instrumento que hoy por hoy puede
conducir a las fuerzas alternativas a una victoria decisiva para el porvenir.
No esta demás recordar que la lucha
social y política en sus recorrido se puede graficar como una línea en zigzag,
con sus altos y sus bajos, sus avances y retrocesos. Ojalá siempre la
pudiéramos ilustrar como una inclinada en ascenso. La geometría nos es útil para
grabar situaciones pero no para modificar el entorno. Nuestros deseos no
siempre se compaginan con la realidad. No podemos adaptarla a nuestras
aspiraciones. Cuando los anhelos están en sintonía con lo existente, la
conexión posibilita el triunfo. Eso sucede ahora como nunca antes, en los
últimos tres lustros. Por eso afirmamos convencidos : Este es el año!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico