CARLOS PAGNI 8 JUN 2015
El papa Francisco esperaba a Nicolás
Maduro el domingo pasado a la mañana. Pero el presidente venezolano se ausentó.
Adujo que una otitis le impedía viajar. Si no fuera porque visitaría un lugar
sagrado, se diría que el trastorno fue providencial: la reunión en el Vaticano
prometía llevar a un clímax la presión para que el régimen de Maduro deje de
violar los derechos humanos. El Pontífice pensaba reclamar la libertad de los
presos políticos e iba a hacer figurar el pedido en el comunicado sobre la
reunión. Freud esbozaría una sonrisa. Maduro contrajo una dolencia en el oído
cuando el problema era lo que tendría que escuchar.
La frustrada entrevista en Roma fue
propicia para una nueva ola de protestas por el arbitrario cautiverio de varios
líderes opositores. El viernes pasado, Francisco recibió una carta en la que
los expresidentes de Colombia, Andrés Pastrana, y de Bolivia, Jorge Quiroga,
solicitaban su intervención “para que la tierra de Bolívar recupere la
democracia y la libertad”. Pastrana y Quiroga denunciaron las condiciones
inhumanas en que se encuentran los presos políticos, que ellos corroboraron
durante una visita a Venezuela.
El mismo día, el director de Human
Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivanco, solicitó al Papa que
interceda por los opositores Leopoldo López, Daniel Ceballos, Vicencio Scarano,
Antonio Ledezma, María Corina Machado y Carlos Vecchio. López y Ceballos
realizan una huelga de hambre reclamando una fecha para las elecciones
legislativas.
A estos reproches y súplicas se suman
los de la propia Iglesia. Hace ocho días, el arzobispo Roberto Lückert,
vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, visitó al Papa. Al salir
de la entrevista, declaró que “el Santo Padre no entiende cómo con todos los
recursos Venezuela tiene tanta pobreza”. Y adelantó que Jorge Bergoglio “no
visitará nuestro país mientras haya presos políticos”.
Al regresar a Venezuela, Lückert reclamó
a las autoridades que permitan que los confinados sean visitados por la Cruz
Roja y por la comisión episcopal de Justicia y Paz, que él preside. Sobre todo
Ceballos, que está muy deteriorado. Al mismo tiempo, la Mesa de la Unidad
Democrática, que reúne a la oposición, convocó a una vigilia en numerosos
templos para, mientras Maduro visitaba al Papa, pedir por los dirigentes
cautivos. Éste es el marco en que Felipe González llegó a Caracas para asistir
a los abogados de los perseguidos.
Maduro debe enfrentar estas protestas en
un contexto cada vez más tormentoso. El Papa se ha rodeado de colaboradores que
le conocen mucho y le aprecian poco. El secretario de Estado, cardenal Pietro
Parolin, fue hasta 2013 nuncio en Caracas. Y el cardenal hondureño Oscar
Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la comisión
designada por Bergoglio para la reforma de la Curia, ha sido de los prelados
más severos con el régimen venezolano. Hugo Chávez llegó a tratarlo de “loro
vestido de cardenal” y “payaso imperialista”.
El desencuentro de Maduro con la Iglesia
se agravó el año pasado. Parolin dispuso que el nuncio en Caracas, Aldo
Giordano, encabezara una mediación entre el Gobierno y sus rivales. El
Presidente la aceptó, pero apenas cedieron las manifestaciones en las calles
suspendió las reuniones.
Con el tiempo se conocieron algunas
informaciones que explican cuán inoportuno fue el desaire. El Papa, que se
había ofrecido como puente entre los venezolanos, estaba apadrinando el
acercamiento de Barack Obama con los Castro, los principales aliados de Maduro.
El cerco seguirá extendiéndose el mes próximo, cuando Francisco visite a Evo
Morales y Rafael Correa, dos bolivarianos.
Resulta estéril analizar el
comportamiento del chavismo con las categorías de un proyecto pluralista y
democrático. La otitis es metafórica. El régimen no oye. Sólo habla. Y se
dirige, cada vez con peores argumentos, a un “nosotros” al que pretende
conservar. Las penurias que Chávez vino a superar se vuelven, con la escasez,
cada día más borrosas. Maduro debe amenazar con el futuro. Es lo que acaba de
hacer: “Prepárense para un tiempo de masacre si fracasa el socialismo”. Difícil
distinguir si fue un pronóstico o un proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico