Por Hugo Prieto
Las relaciones, los
vínculos, entre los intelectuales y el poder son, por lo general, una caja de
Pandora. Las manecillas del reloj de un político que ejerza la Presidencia de
la República corren a una velocidad diferente a las de cualquier mortal,
incluido quienes acuden, previa convocatoria, al palacio de Miraflores a
ofrecer sus puntos de vista, sus miradas, sus conocimientos sobre el
conocimiento que han cultivado a lo largo de su vida, como razón de ser, como
formas de vida.
Uno de esos temas, que a
simple vista pareciera para los venezolanos es el petróleo.
Uno de los hombres que más sabe del asunto es Asdrúbal Baptista, profesor del
Iesa y de la Cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge, Inglaterra.
El dato puede ser un número y vaya si los tiene en una base de datos labrada a
lo largo de los años. El segundo tomo de su obra “El itinerario por la economía
política”, acaba de salir de la imprenta.
Si sus conocimientos han
tenido eco, más allá de las aulas, de la formación de generaciones y generaciones
de venezolanos, es cosa que no acepta escrutinio. Su trayectoria lo avala.
¿Pero han tenido eco en la política? Para nada. Y es una pérdida, una pérdida
irreparable, porque poco o nada sabemos del negocio petrolero. “Si no sabes lo
que es la renta, pecas por negligente, no voy a nombra a nadie, pero unos
cuantos rostros me vienen a la memoria”. Hasta allí ha llegado el desamparo.
“Somos petroleros a la fuerza”, aunque estamos sentados sobre 300 millardos de
barriles, en reservas cuantificadas. ¿Qué mayor desencuentro se puede advertir?