Luis Manuel Esculpí 06 de septiembre de 2016
@lmesculpi
El ex
presidente Chávez solía citar frecuentemente una sencilla frase resumida de
Antonio Gramsci: ” La crisis consiste justamente en que lo viejo muere y lo
nuevo no puede nacer”. La agudización de la crisis venezolana ha generado la
conformación de una nueva mayoría, evidenciada electoralmente y consolidándose
tal como puede constatarse en recientes demostraciones.
La
formación de ese nueva realidad política no ha sido por generación espontánea,
si bien es cierto que la crisis tiene rasgos autonómicos en sus
manifestaciones, también lo es que el desarrollo de una política alternativa
-aún en medio de dificultades, limitaciones e insuficiencias- ha contribuido
decisivamente a la configuración del nuevo cuadro político.
El
anciano régimen (envejecido prematuramente) pareciera estar en su fase terminal
y un nueva época puja por nacer, importantes señales nos sitúan en ese umbral.
La gigantesca concentración del 1S venciendo todos los obstáculos, las burdas y
descaradas triquiñuelas, las provocaciones, amenazas y las arteras maniobras,
fueron sorteadas permitiéndonos presenciar la más viva y diáfana demostración
de la voluntad mayoritaria de cambio.
Las
fuerzas de la alternativa democrática han recuperado la calle y la confianza en
su propia energía. Sin esperar efectos mágicos se han alcanzado propósitos
esenciales. Renace el optimismo, nuevamente la esperanza está presente. Más
allá de la colosal asistencia, hay otros logros no cuantificables
matemáticamente, la política no es una ciencia exacta. Hay resultados
tangibles, perceptibles que no se pueden expresar en cifras.
En
contraste, el campo adversario sufre los efectos del deterioro por sus nefastas
políticas. El cogollo gobernante se aísla cada vez más, los exaspera su actual situación.
Se resisten a asumir la condición de minoría, los dislates se repiten
insistentemente las amenazas y medidas represivas no causan el efecto esperado.
Los que tienen más que perder aumentan su beligerancia para disimular sus
temores. El pesimismo recorre sus espacios solitarios. El entusiasmo desapareció.
La soledad es siempre una muestra del ocaso del autoritarismo. Un importante
sector aspirar existir después de esta ruina. No quienes hundirse con Nicolás,
para ellos también significa un escollo. No es descartable coincidir en el
descontento con esos potenciales aliados, es más, puede ser necesario
encontrarnos para transitar hacia el cambio político.
La
casta y gobernante y sus segundones desprecian a la opinión pública, minimizan
las jornadas promovidas por la Mesa de la Unidad inventan cifras ridículas y
magnifican su escuálida asistencia. La mentira es moneda de curso legal en los
medios de comunicación que controlan. La mendacidad se ha erigido en política oficial.
Sus montajes son todos un balurde. Inventan golpes de estado, paramilitares en
las proximidades de Llaguno y montan expedientes. Desearían que las fuerzas
políticas y sociales agrupadas en la MUD se desviarán de la ruta trazada. El
desespero los puede conducir a intentar cualquier aventura.
Los
sucesos de Margarita son una emblemática expresión del nuevo cuadro,
trascienden el ámbito local. Son simbólicos, proyectan el descontento
mayoritario que recorre la sociedad. Sí Nicolás y su quinteto más próximo,
hicieran una adecuada lectura de los hechos recientes facilitarían el trayecto
que permitiría avanzar en la solución pacífica, democrática, constitucional y
electoral de la crisis.
La
conducción política opositora no se envanecerá con el éxito, perseverará con la
entereza y el aplomo con que ha venido actuando. El camino trazado en esta
lucha no está exento de riesgos -así es la lucha social y política- no dibuja
una línea oblicua siempre ascendente, la ruta tiene altibajos. La constancia,
la iniciativa creadora y la imprescindible unidad son requisitos
irreemplazables para alcanzar nuevas metas y lograr el cambio político cada vez
más urgente y necesario.
@lmesculpi
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