Por Nadeska Noriega
Una familia varguense promueve
la solidaridad y el voluntariado para hacer la diferencia, pese a padecer en
carne propia la crisis económica que atraviesa el país. Esta acción social la
realizan los miércoles y ofrecen una sopa caliente a quienes buscan comida en
los contenedores de basura
Heidi Quintero y Lino Oscar
Rodríguez recibieron con alarma las advertencias de sus vecinos. Uno de
sus hijos, que tiene la condición de síndrome de Asperger, entregaba su comida
a unos indigentes que veía a diario en una plaza, en la ruta que transitaba
entre su escuela y su residencia, en los bloques Ana Victoria del popular
barrio Simetaca, estado Vargas.
Los padres pensaron que su
hijo era víctima del robo de su comida o que por su condición se aprovechaban
de él. Pero no era así. Al abordarlo el pequeño contó a sus padres lo
afortunado que se sentía por poder llevar comida a la escuela, pero que le
parecía triste que hubiese gente sin comer o buscando en la basura, y por eso
él compartía la suya. Porque aunque fuese poco, era mejor que pudiese
beneficiar a muchos.
“Esa fue una lección de vida.
La forma particular que tiene nuestro hijo de ver las cosas nos hizo
preguntarnos, ¿qué podemos hacer para enfrentar el hambre que estamos
viviendo?, estaba claro que si todos ayudamos la carga será más ligera”,
reflexionó frente a la hornilla de su casa Lino Oscar Rodríguez, mientras
vigilaba el contenido de la olla que preparaba en casa.
Así comenzó la aventura. Los
Rodríguez Quintero decidieron no ser parte del problema sino ser activistas de
una solución. A pesar de no contar con mayores recursos, pues son una familia
humilde, desde diciembre del año pasado, impulsan cada miércoles, una cruzada
contra el hambre que bautizaron como: “Sopa para un hermano”.
El día libre en su trabajo, Rodríguez
es el artífice de la sopa que comparten en el casco de Maiquetía | Foto.
Vanessa Tarantino
La iniciativa busca alimentar
a un promedio de 50 personas, quienes hurgan en los contenedores de basura del
casco de la parroquia Maiquetía en busca de comida. La sopa es elaborada con
insumos donados por comerciantes, vecinos y voluntarios, que se suman a la voz
de los impulsores de la actividad, que aseguran que “una papa hace la
diferencia”.
“Decimos que una papa hace la diferencia,
porque a veces en nuestras neveras queda una papa, una zanahoria, un trozo de
auyama y nos parece poco y no lo usamos, o se daña. Sin embargo eso puede ser
el único plato de comida de un ser humano. Esa papa, ese envase, esa verdura,
ese trozo de pollo o hueso, puede salvar a alguien de comer basura”, reveló
Rodríguez.
Voluntariado familiar
“Sopa para un hermano” se
impulsa gracias a un voluntariado múltiple. Sin embargo, es evidente que el
motor es el trabajo en equipo de los Rodríguez Quintero.
Los hijos menores y algún vecino
decoran las tapas de los envases en donde reparten la sopa. Rodríguez y
Quintero preparan el alimento como si se tratase de una reunión familiar de
domingo, solo que en lugar de salir a comprar los ingredientes, estos llegan
por obra de la solidaridad.
Voluntarios y amigos se unen a
la jornada de envasar y transportar las sopas | Foto: Vanessa Tarantino
Así, suena el teléfono y una
amiga anuncia que trajo verduras para donar. Un comerciante avisa que pueden
pasar por su negocio buscando carapachos de pollo y hueso para la sopa. En
bolsitas llevan cilantro y yerbabuena. Otras manos adicionan tres zanahorias,
dos yucas, algunos ñames. La suma de todos hace la sopa. La tenacidad de
los Rodríguez Quintero da forma a la disposición comunitaria.
“La idea es que podamos
entender que esta misma sopa la podemos hacer en toda la comunidad, con el
apoyo de todos, sin depender de nadie, por autogestión y en un acto de
autoayuda, porque no solo ayudo a los demás, sino que no permito que la
tristeza y la situación del país me gane. Desde lo poco que tengo, puedo dar
mucho”, expresó emocionada Heidi Quintero.
Las sopas las envasan y las
llevan en una cava para que conserve el calor. A veces llega un voluntario con
vehículo y en otras ocasiones se llevan en transporte público.
Una vez en la plaza Lourdes
inicia el recorrido hasta la plaza El Cónsul, en la entrada del terminal del
puerto de La Guaira, sus puntos de referencia son los contenedores y depósitos
de basura ubicados en el trayecto.
No sólo comida, sino palabras
de aliento o consuelo reciben las personas que buscan alimento en la basura en
Maiquetía | Foto: Vanessa Tarantino
Quintero se acerca a un hombre
que revisa entre la basura. “Señor no busque más allí. ¿Quiere una
sopa?” La cara del hombre cambia por completo. Toma el envase humeante y
sin temor a quemarse sorbe el contenido con desespero. “Desde ayer no comía. Lo
que gano lavando carros no alcanza para comer”, señaló el hombre.
La escena se repite. En
algunos contenedores hay hombres ganados por la indigencia, enajenados por la
droga. Pero en otros hay personas muy humildes. Quienes viven cerro arriba y
bajan a ver si dentro de los desperdicios de los mercados hay para comer.
“Yo vivo por El Cambural, en
Quenepe arriba. Gracias por la sopa mija. Es bueno comer caliente. La pensión
la cobré pero no alcanza. Ya a la semana no hay que comer y tengo que salir a
rebuscarme. Yo le pido a la gente que pasa por la plaza, pero más que plata, te
agradezco esta comida”, confesó Miguel, un octogenario que vive de la
mendicidad, mientras sus manos temblorosas reciben la sopa como si se tratase
de un tesoro.
Además de entregar el
alimento, que sirve de aliciente para muchos, Quintero, Rodríguez y los
voluntarios, llevan un mensaje de solidaridad y humanismo. Así algunos reciben
ropa usada o cobijas contra la intemperie. A un joven de 14 años lo
convencieron para que buscara ayuda con las autoridades, pues hace más de un
año se fue de su casa, para no ser una carga para su madre. Cada sopa va
con un consejo. Cada sopa va con una palabra de ánimo.
“Dios me ha dado herramientas
para vencer los obstáculos. Eso es lo que quiero que vean los demás. No es
necesario tener de sobra para dar. No es necesario grandes aparatajes. Lo
importante es ofrecer una mano, en este caso, un plato de comida y la
solidaridad que hemos perdido como sociedad”, afirmó Quintero.
“Mitigar el hambre es asunto
de todos. A cada uno de nosotros la crisis nos ha tocado, pero aún estamos
en capacidad de brindar algo de ayuda. Enfrentar el hambre no sólo es un tema
del que tiene recursos, sino de todo aquel que aspira un futuro digno, no solo
para él, sino para sus iguales, por eso uno se suma”, advirtió Luis Manuel
López, uno de los voluntarios de la sopa solidaria.
El sueño de los Rodríguez
Quintero es que “Sopa para un Hermano” sirva de inspiración a otros. “Que haya
tantas sopas para atender a los hermanos hambrientos, no solo de Maiquetía o de
Catia La Mar, sino de todo el país.
Recibir una sopa dibuja
sonrisas en quienes no han probado bocado en todo el día | Foto: Vanessa
Tarantino
Por lo pronto, se conforman
con seguir con su cruzada cada miércoles. Quienes deseen contribuir, sumarse o
conocer más acerca de esta noble acción social, pueden hacerlo a través de las
redes sociales, en las cuentas Unasopaparaunhermano en Facebook, Twitter e
Instagram y entender cómo desde la humildad de quien poco tiene, se puede
dar más que un plato de sopa.
Cada vez es más común
encontrar personas buscando comida en los contenedores de basura. Hasta allí
los Rodríguez Quintero les llevan una sopa | Foto: Vanessa Tarantino
12-03-17
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