Por Indira Rojas
Evan subió la mirada y vio un
arma a pocos centímetros de su cabeza. El oficial de la Policía Nacional
Bolivariana que lo apuntaba tenía el rostro oculto tras una tela negra. El
vendedor, de 26 años, estaba de rodillas y se disponía a cerrar su local cuando
el funcionario lo amenazó con dispararle si bajaba la santamaría. Minutos
antes, Evan charlaba con un grupo de comerciantes y escuchó a una empleada
advertir acerca de un supuesto saqueo. “¡Cierren, cierren!”, gritó la joven
mientras corría entre las hileras de tiendas de calzado deportivo en el Metro
Mercado de Capitolio, en el centro de Caracas.
Un contingente de hombres
armados pasó entre los pasillos impartiendo órdenes. Un agente derribó los
zapatos de las estanterías. Exigió a Evan meter su mercancía en una bolsa
negra. Otros hacían lo mismo en los negocios contiguos y amenazaban con detener
a quien se resistiera. Con las manos abiertas golpeaban a los comerciantes en
la cabeza y les decían que se quedaran boca abajo. Los agresores también
lastimaron a unos trabajadores nigerianos que no entendían las instrucciones de
los policías.
Era jueves 27 de julio 2017.
Seguidores del gobierno venezolano acompañaban al presidente Nicolás Maduro en
el cierre de campaña de las elecciones de la Asamblea Constituyente. “La
batalla hoy no es con fusiles. La batalla la vamos a ganar con millones de
votos”, exclamaba el mandatario. A 450 metros, la PNB asediaba el Metro
Mercado.
Cuando el oficial que apuntaba
a Evan bajó la pistola el joven vendedor echó un vistazo a su alrededor. El
mercado es una estructura de dos pisos que alberga 160 locales en el centro de
Caracas. En cada uno se apostaron al menos dos o tres hombres armados. A su
alrededor contó quince, dos de ellos dentro de la zapatería en la que trabaja
desde hace un año. No todos estaban uniformados. Algunos vestían de civil, pero
protegían su cuerpo con chalecos antibalas. Alcanzó a ver que uno de ellos
tenía el cabello largo y otro mostraba cortadas en el rostro.