Por Henrique Capriles
Los primeros 90 días de 2018
superan todos los pronósticos de deterioro de nuestra amada Venezuela. Estos
tres meses anticipan un año considerablemente peor al que vivimos en 2017.
La imagen de padres y niños
pacientes del hospital JM de Los Ríos protestando en la noche para exigir su
tratamiento, es una representación exacta de lo que nos dejó el primer
trimestre del año. ¡Un país en ruinas y un pueblo que quiere seguir luchando
por su vida!
Cada medida anunciada por el
gobierno es un presagio del agravamiento de la situación. Los males que nos
aquejan no se resuelven con decretos desarticulados y más controles.
Se requiere la verdadera
intención de superar la crisis, y eso es algo que a Maduro no le interesa, de
allí que un cambio de gobierno sea fundamental para recuperar al país.
El trimestre que acaba de culminar deja tristeza, luto e indignación, pero al sufrimiento de nuestro pueblo el gobierno responde con burlas y mentiras.
Este año han muerto 54 niños
warao por un brote de sarampión. Desde 2017 se contabilizan 886 casos de la
enfermedad y fue apenas esta semana que el gobierno habló de una campaña de
vacunación. Tal como lo denunció nuestro diputado José Manuel Olivares, tenían
las vacunas y las guardaban para usarlas en la campaña de Maduro. ¡No se cansan
de jugar con la vida de nuestro pueblo!
Terminó marzo y los pacientes
con VIH se quedaron esperando que llegaran sus tratamientos. Hoy mueren 9
personas por día por falta de medicamentos y 7 mil pacientes con esta
enfermedad están en riesgo.
Al gobierno, comenzando por
Maduro, lo único que le preocupa es ver cómo se colea en la Cumbre de las
Américas. Elevan notas de protesta y rompen relaciones ante cada
pronunciamiento internacional, pero guarda silencio ante las millones de
familias que padecen por su incompetencia.
Venezuela se ha convertido en
tragedia. El calendario de marzo de 2018, ya enlutado por la muerte temprana de
enfermos y por la inseguridad, siempre estará asociado a la muerte de 68
personas en el incendio de los calabozos en una comandancia de Carabobo.
Imágenes y testimonios dantescos que nos llenan de dolor y que sólo han recibido la respuesta de una ministra incompetente que nunca es culpable de nada. Se lavan las manos porque no les duele la vida de los venezolanos y olvida que el gobierno que ella representa es el responsable de la integridad física de los detenidos bajo su custodia.
Este primer trimestre del año
y gracias a Maduro los venezolanos vivimos con la certeza de que estamos al
borde del colapso, ¡Hasta nos cambiaron la moneda!. Los indicadores
macroeconómicos, las cifras de producción, los índices de mortalidad, de
desnutrición, los reportes de enfermedades, las cifras de violencia, de
emigración sólo son comparables con las que exhiben países en guerra o que han
pasado por desastres naturales recientemente. A pesar de ello lo que quieren es
atornillarse en el poder.
Uno de los aspectos más
preocupantes de la crisis es el crecimiento de la desnutrición. Los Clap no
resuelven el problema. Esto lo reconocen incluso los Consejos Comunales que,
ante las constantes denuncias de desnutrición que reciben en sus comunidades,
afirman que las tristemente célebres cajas que compran al gobierno no son una
solución y profundizan la desnutrición.
Lo que necesita Venezuela es
producir, pero está claro que no será con este gobierno que veamos el campo,
las industrias, el comercio y los servicios activarse.
Hoy, sólo 25 % de nuestra
tierra se encuentra productiva y los productores afirman que en gran medida
ello se debe a falta de insumos por la destrucción de Agroisleña.
Estamos inmersos en un círculo
destrucción. 90% de las unidades del transporte están fuera de servicio por la
falta de repuestos y los altos costos de los que se consiguen. La dificultad de
los trabajadores para movilizarse, en parte también por la falta de efectivo,
aumenta el ausentismo laboral, hoy de 40%, situación que se repite en las
escuelas, donde el abandono alcanza 30%.
La producción nacional
prácticamente no existe. ¿Cómo puede producir un país sin energía? En lo que va
de año ha habido más de 4 mil apagones en todo el país.
Una nación mundialmente famosa
por el petróleo, hoy es conocida por la destrucción de la industria. Una de las
lamentables noticias con las que arrancamos el segundo trimestre es que sólo
está operativa la refinería de Amuay. La falta de inversión y mantenimiento, la
corrupción y el éxodo de trabajadores han llevado a concentrar las operaciones
solo en esta refinería.
En cuanto al sector
construcción las cifras indican que está paralizado en un 90%. Sectores
relacionados como el siderúrgico y el cementero están operando a 6% y 40% de
capacidad respectivamente.
Una clara evidencia de la
crisis es la cantidad de locales cerrados. Hoy sobreviven escasamente 40 mil de
los 80 mil que se contabilizaban hace 15 años.
Según Econométrica, la variación interanual de la inflación pasó de 6.573% en febrero a 8.202% en marzo. La hiperinflación podría superar el 10.000 % este año si al cierre de abril la inflación iguala o supera el 39,8%.
El poder adquisitivo del venezolano sigue cayendo. El salario mínimo no llega a 6 dólares al mes y sólo alcanza para comprar dos huevos al día. Aún destinando todos los ingresos a la compra de alimentos un salario mínimo no es suficiente ni para alimentar a un miembro de la familia. Esa es la “soberanía alimentaria” de Maduro a la que quieren seguir sometiéndonos.
Es verdad que la crisis sigue
impulsando a muchos venezolanos a buscar opciones lejos de la tierra que los
vio nacer. Hoy, 4 de cada 10 venezolanos tiene planes de emigrar el próximo año
para huir de la crisis que han generado los destructores de Venezuela.
Siguen tratando de sembrar desesperanza, pero los venezolanos no nos resignamos y seguimos luchando para lograr el cambio. Así lo demuestran las casi dos mil protestas, fundamentalmente por alimentos, servicios básicos y salud, que se han registrado en todo el país en 2018.
Sabemos quién es el adversario
y no dejaremos de luchar aunque reediten la “ley sapo” con la que pretenden
enfrentar a pueblo contra pueblo.
En nuestras manos está la
solución. Apoyo plenamente las propuestas presentadas esta semana por nuestros
diputados. Debemos fortalecer las políticas sociales y atraer inversión para
que la economía pueda crecer y nos lleve a la recuperación del ingreso para detener
la pobreza y la fuga del capital humano. Acciones como levantar el control de
cambio, evitar el financiamiento del déficit fiscal por parte del Banco Central
y adoptar medidas que estimulen la inversión, complementan los planteamientos
para la recuperación del país, pero repito, para que todo eso ocurra ellos no
pueden seguir en el poder.
Estoy seguro de que si nos
mantenemos unidos, con fe y esperanza en nuestra capacidad para sacar a
Venezuela adelante lograremos el país de progreso que todos soñamos. Es urgente
que la UNIDAD discuta si efectivamente la política que viene planteándose en
este momento es la acertada o no. Todo en el país cambia a diario y no puede la
política permanecer inerte frente a ello. Hay que oír al país que reclama una
estrategia y una línea de acción clara de que se hará para que esta destrucción
pare. Todo hay que hacerlo en unidad sin posiciones intransigentes y que
efectivamente respondan al interés superior de los venezolanos.
¡Qué Dios nos dé la fuerza
para continuar unidos y firmes en esta lucha y que bendiga a nuestra amada y
necesitada patria!
08-04-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico