Por Alejandro Moreno S:D:B:
La oposición al régimen
demasiadas veces está centrada en la persona del presidente, como si eso fuera
lo determinante. No parece comprenderse que no se trata de personas. De
personas también, por cierto, pero no son ellas lo determinante, lo decisivo, de
modo que, saliendo de ciertas figuras, de los nombres más significativos que
aparecen como quienes deciden los destinos del país en este preciso momento
histórico, no se solucionarán los problemas de miseria, de inhumanidad y de
opresión violenta e implacable que padecemos.
Nuestro problema, en
profundidad, no es de personas sino de sistema. Entendámonos. Sistema es una
totalidad de vida, pero de vida en su sentido más profundo, un modo de concebir
y hacer la vida real de los seres humanos. Si esta totalidad se logra
establecer en toda forma de existencia humana, se habrá completado el sistema.
Esta revolución es eso lo que busca, lo que desea, lo que planifica y lo que
está poniendo seriamente en marcha. Por eso, por la totalidad absoluta del
concepto de la existencia humana, la revolución nace y renace, surge y resurge,
revive y resucita constantemente en la historia. Fracasa y vuelve a fracasar,
pero cuando eso sucede en un lugar, encuentra las condiciones para resurgir en
otro. Y las encontrará siempre. No podemos esperar que desaparezca algún día.
Por lo menos no es previsible su desaparición en un tiempo preciso y próximo.
Por esta pretensión de buscar
y provocar una forma de existencia, una forma de estar en el mundo, totalmente
otra, sin relación ninguna con lo existente, lo primero que produce es el caos.
Pero ese caos no suele durar. Es prontamente sustituido por la tiranía total
que pone orden en las almas y en los cuerpos. En las almas, sí, porque la
revolución llega a formar parte de los entresijos más íntimos de los espíritus.
Esa es por lo menos su pretensión, su proyecto y, a veces, su logro.
En nuestro caso, aquí, sí
están implicadas las personas concretas dada su incapacidad de poner orden y
superar el caos, cosa que lo hace tan terriblemente prolongado. Su error ha
sido dejarlo libre, dejar que se produzca por su cuenta. En esto ya hemos
llegado al caos casi total en todo y le va a resultar imposible tanto al
sistema como a las personas superarlo.
Este estado de caos general es
su debilidad. Nos abre puertas no solo a la esperanza sino a la seguridad.
Mientras el caos campa por sus
respetos, ayudemos a poner fortaleza en los espíritus, en la profundidad de las
almas, con la fe, la esperanza y el amor a la vida y a los hermanos. Será
nuestro triunfo.
ciporama@gmail.com
08-05-18
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