"Esto es muy triste,
porque volví a mi país, pero aquel también es mi país"
Escapando de la aguda crisis
en su país, miles de venezolanos han llegado a la española Galicia, la tierra
de sus antepasados o que los vio nacer décadas atrás, donde afrontan
dificultades económicas y un desapacible clima.
"Llegamos y nos tuvieron
que hospitalizar de emergencia a mí y a mi pequeño por infección pulmonar, por
el frío y la lluvia", narra a la AFP Carlos Veiga, caraqueño de 44 años.
Hijo de gallegos, aterrizó con
su esposa y sus dos hijos en noviembre pasado en Vigo, una ciudad costera entre
verdes montañas. "Gracias a mis padres pude optar a la nacionalidad
española, que nunca pensé en utilizar", asevera.
"Un secuestro fue la gota
que derramó el vaso de agua. Gracias a Dios no me pasó nada, estaba solo",
dice en referencia al plagio de unas horas que sufrió. Asimismo, la falta de
medicinas, como vacunas para sus niños, lo impulsó a salir, al igual que
cientos de miles de venezolanos que se han marchado en los últimos años y que
entre sus destinos predilectos tienen a España.
Atraídos por familiares que
les dan una mano, miles de ellos recalan en Galicia, donde además las
autoridades incentivan el retorno de emigrantes a esta región que vio a parte
de su población huir de la pobreza hacia América Latina en el siglo XX.
"Galicia tiene problemas
demográficos, una alta tasa de personas mayores", explica Antonio
Rodríguez Miranda, secretario gallego de migración. "Muchas personas se
fueron y ahora pueden cerrar el círculo y volver a su tierra sus nietos o
bisnietos", dice el funcionario.
En 2018, la Xunta de Galicia
destinará 2,2 millones de euros en ayudas a emigrantes retornados. Ocho de cada
diez solicitudes son venezolanos.
Dos países en el corazón
Sin haber podido desprenderse
de su empresa de construcción, al igual que otros compatriotas a quienes la profunda
crisis económica les dificulta vender bienes para emigrar con capital, Carlos
vive con un subsidio del Estado español a los emigrantes retornados, de 428
euros al mes durante 18 meses.
Pese a ello, dice estar en
camino de recuperar "la calidad de vida que en Caracas perdimos", con
"seguridad personal, jurídica y alimentaria".
Con 2,7 millones de
habitantes, en Galicia viven oficialmente 24.296 venezolanos, aunque esa cifra
es al 1 de enero de 2017 y desde entonces se han disparado las llegadas, afirman
organizaciones de venezolanos. Ya es la nacionalidad que más inmigra en la
región.
Hermosinda Pérez salió de la
población de Muros con 17 años en la década de 1950, cuando el petróleo de
Venezuela prometía prosperidad.
Seis décadas más tarde,
retornó a Galicia con el corazón dividido, obligada ante la falta de oxígeno
para tratar el enfisema pulmonar de su marido en Venezuela.
"Esto es muy triste,
porque volví a mi país, pero aquel también es mi país", dice apesadumbrada
en el salón del apartamento de dos habitaciones que comparte con su hija de 43
años, su yerno de 46 y sus dos nietas de 8 y 6 años en el centro de Vigo.
"Nunca pensé en volver.
Yo estaba bien allá, lo tengo todo allá, casa, mi apartamento de playa, tengo
mi vida", dice la mujer de 80 años, a quien le cuesta la adaptación.
"No me puedo quedar
encerrada, aunque haga frío. Me voy poniendo capas y capas" de ropa, dice
sobre el clima de Galicia esta mujer acostumbrada a la templada Caracas.
Sin recibir la pensión
venezolana -el país no las paga en el extranjero desde hace dos años-,
Hermosinda se apoya en su hija, quien invirtió junto a su esposo sus ahorros en
una pequeña tienda de cigarrillos en Vigo.
Vivir tranquilos
Para brindar asesoramiento, la
Xunta abrió junto a la Federación de Venezolanos en Galicia (Fevega) tres
oficinas que reciben unas 250 consultas al mes.
"La mayoría de personas
llaman primero desde Venezuela para saber qué papeles tienen que traer", y
una vez en Galicia "quieren que los orientes laboralmente, y esa es la
parte más difícil, porque no hay mucho trabajo", reconoce María Fernanda
Ruiz, responsable de la oficina de Vigo.
Los que consiguen empleo, lo
hacen en restaurantes, fábricas, call centers o en casas particulares para
limpieza. Un venezolano "tarda unos dos años" en estar integrado,
agrega Ruiz.
Pero pase a las dificultades
el cambio vale la pena, asevera Mónica Janeiro, cuya familia, al igual que
muchos entrevistados, tuvo que recurrir a vales de comida de Cáritas y acudir a
cursos de capacitación de Cruz Roja para insertarse en el mercado laboral.
"Puedo no tener muchas
cosas, pero vivimos tranquilos y, en comparación con Venezuela, muy bien",
afirma esta madre de una niña de 13 años, quien ahora va caminando a casa de
sus amigas, algo imposible en su país natal por los altos índices de
criminalidad.
10-05-18
http://contrapunto.com/noticia/espanoles-regresan-a-galicia-con-el-corazon-partido-la-otra-mitad-se-queda-en-venezuela-200919/
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