Emilio Nouel V 11 de mayo de 2018
La
presión exterior hacia la tiranía venezolana no cesa. No solo en lo
estrictamente político, también en lo financiero y judicial.
Las
más recientes noticias lo atestiguan. Del interior de nuestro hemisferio y de
Europa emergen acciones que apuntan a provocar salidas a un grave desbarajuste
interno que ya desborda peligrosamente nuestras fronteras.
La
comparecencia en la OEA del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, esta semana, y
el contenido de su discurso, no dejan lugar a dudas acerca de lo que el
gobierno de ese país piensa sobre la situación de Venezuela y de su potencial
de ingobernabilidad desestabilizadora en la región.
Pocas
veces hemos oído hacia algún gobierno, y en este caso, el nuestro, conceptos
tan condenatorios.
Para
la Casa Blanca, la de Maduro es una dictadura que está destruyendo a Venezuela
y su democracia, lo cual amenaza la tranquilidad de la región: de allí que pida
expresamente la renuncia de aquel. Solicita a los miembros de la OEA que
suspendan a nuestro país de la organización, que impidan entrada de los
funcionarios venezolanos a sus territorios y que tomen medidas contra el lavado
de dinero de éstos. En fin, que Maduro rinda cuenta de su conducta ante la
comunidad hemisférica.
Otro
hecho que se registra en los días que corren, es el de las sanciones
adicionales que adoptó el Departamento del Tesoro de EE.UU contra el lavado de
dinero ligado al narcotráfico, que también salpica al gobierno venezolano. Es
otro de los frentes abiertos en el que se señalan a funcionarios o ex
funcionarios públicos venezolanos de estar involucrados en actividades
ilícitas, lo cual abona un elemento más al descrédito de aquél.
Igualmente,
hay que mencionar otras acciones no menos graves que se derivan directamente de
la locura expropiadora y/o confiscatoria de Hugo Chávez, las cuales han causado
y causaran al patrimonio de la Nación enormes perjuicios.
Me
refiero a las medidas de embargo contra PDVSA, como consecuencia de la condena
en los juicios y/o procedimientos arbitrales que se desencadenaron por la
conducta irresponsable del gobierno chavista.
Sabido
es que, entre otras empresas extranjeras, las del ámbito petrolero demandaron a
Venezuela por las expropiaciones que sufrieron, a todas luces, sin
justificación alguna. En el órgano de solución de controversias del Banco
Mundial (CIADI) se han iniciado alrededor de 40 procesos, algo insólito en la
historia de nuestro país. Este nunca fue demandado tantas veces, en tan corto
lapso, y mucho menos en tales montos mil millonarios.
Como
si fuera poco el monumental daño económico y social que nos ha causado el
gobierno durante veinte años, para rematar ahora nos embargan los bienes de la
República, gracias a un accionar gubernamental, producto de una ideología
mortífera. Y nos golpean, precisamente, donde más nos puede doler, la industria
de la que dependemos, lamentablemente, todos los venezolanos.
Estas
acciones, aunadas a muchas otras que vendrán, dan cuenta del cerco que han
tendido las democracias del mundo a la tiranía chavista. Una economía no puede
funcionar en medio de tal asedio y asfixia, cuyo causante no es otro que el
gobierno De sus nefastas secuelas, desgraciadamente, no nos libraremos los
venezolanos, pero quizás sea este el sacrificio que aún habrá que pagar para
salir del océano de calamidades que nos agobian.
Las
acciones políticas que la Unidad Democrática pueda adelantar con determinación
y coraje al interior del país, en aquellas medidas que se toman en el exterior
tienen su complemento indispensable. La inteligencia y coordinación entre ambas
es fundamental.
La
actuación de la comunidad internacional, siempre de andar pausado y cauteloso,
hace ya un tiempo que asumió el problema venezolano, luego de un largo espacio
de indiferencia y vacilaciones. Su voluntad es clara y decidida en favor de la
recuperación de la democracia venezolana.
Con el
incremento de las iniciativas políticas y financieras de presión internacional,
sumadas a las de naturaleza judicial, hay mayores perspectivas de abrir caminos
de solución a nuestro drama. Solo deseamos que los traumas que acarreen sean
los menos posibles.
EMILIO
NOUEL V.
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