Por Piero Trepiccione
¿Y dónde está
la esperanza? Me preguntaba el reconocido sociólogo y defensor de derechos
humanos Nelson Freitez Amaro, en la sesión de preguntas de un conversatorio
sobre la coyuntura política actual del país realizado en el Centro Gumilla en
días pasados. Sin duda alguna, es una pregunta que se formulan millones de
venezolanos todos los días desde que se levantan para enfrentarse a las enormes
dificultades que les impactan.
Difícil respuesta –pensé en
un primer momento- porque los procesos políticos y sociales se han
caracterizado a través de la historia por romper cualquier intento
de encasillamiento analíticoque trate de enmarcarlos científicamente.
Existen modelos y escenarios que pueden proyectar posibilidades desde las
perspectivas de las ciencias sociales, pero la realidad es tan dinámica y
escurridiza –y más aún cuando se trata de fenómenos asociados al poder- que
difícilmente se mueve en una hipotética dirección. Y el caso venezolano
es particularmente complejo por la multidimensionalidad de variables
involucradas interna y externamente.
Por lo tanto, responder a
esa pregunta me llevó a la utilización referencial de una vieja, pero no por
ello útil, fórmula desarrollada por Carlos Matus décadas atrás.
Cuando la mayoría social se convierte en mayoría política se crea la fuerza
transformadora de un vector de cambio indetenible. Al generarse un mínimo
canal por donde se pueda expresar ese alineamiento, el cauce social acumulado
desborda cualquier barrera institucional o humana que impida su concreción
histórica. Ejemplos de ello tenemos muchos especialmente en Venezuela.
En más de veinte años
de polarización nos hemos encontrado con eventos clave que han
diluido o exaltado la esperanza popular. Pleamar y bajamar han sido
característicos en el proceso político nacional. Momentos donde se desborda la
emoción y la esperanza retumba en millones de corazones venezolanos y momentos
donde se apaga y se diluye la esperanza. Pero sigue allí, intacta, en el
pensamiento individual y en el imaginario colectivo de una sociedad que padece
muchas penurias en su cotidianidad desde hace ya más de cinco años. En
la lucha que cada díase realiza para soportar las deficiencias y
limitaciones en los servicios públicos. En la apuesta que cada madre y padre
responsables hacen para llevar a sus hijos a las escuelas, a las universidades,
al trabajo.
En el ejercicio de la
solidaridad frente a la precariedad de la vida. Al esfuerzo que día a día
millones de venezolanos ya, hacen en diferentes países del orbe para ayudar a
sus familiares con al menos unas pocas remesas que permitan sobrellevar la
existencia. Cuando una maestra de Fe y Alegría me relata con un entusiasmo
apasionante como – a pesar de las limitaciones salariales- atiende a sus
muchachos y sigue transmitiendo motivación. También cuando revisamos el alma
profunda popular, nos encontramos con múltiples redes. Unas que defienden los derechos
humanos, otras que dan la mano para atender a las personas en
estado más crítico. Algunas que luchan para mantener abiertas las
escuelas, los liceos, las universidades.
Esperanza en cada rostro
En fin, la esperanza está
allí Nelson. En algunos momentos dispersa por las confrontaciones
estériles y los infantilismos políticos que impiden que el cauce para
garantizar el vector transformador se exprese abierta y rotundamente. Pero en
otros momentos, se aglutina y se enfurece. Se expresa y se posiciona. Pero está
allí, firme y concentrada en cada rostro popular. En cada deseo de superar el
presente que nos une en un hilo invisible pero no por ello, inmensamente
sólido.
La esperanza para superar la
realidad actual del país está intacta y sigue creciendo. Solo está esperando
que la fórmula matusiana se concrete una vez más. La amplia y más que legítima
mayoría social expresada en el descontento con la realidad que nos circunda,
necesita una direccionalidad política que le abra cauce para transformar y cambiar
lo que haya que cambiar. Cuando el liderazgo piense en el país y no en sus
intereses de grupo, la fórmula se expresa. Las condiciones objetivas están allí
diseminadas. Solo hay que comprenderlas y actuar. Este es el momento.
09-06-19
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