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viernes, 11 de junio de 2021

Se negoció y entregó la soberanía territorial, por Carlos Canache Mata


Carlos Canache Mata 10 de junio de 2021

El jurista Hans Kelsen, en su libro “Teoría General del Estado”, define al Estado como “una multitud de hombres que viven sobre una parte de la superficie terrestre claramente delimitada de las restantes, constituyendo una organización de dominio a la que se da el nombre de poder” (*). Por tanto, son tres los elementos constitutivos del Estado: el territorio, el pueblo y el poder (autoridad). La soberanía es una de las propiedades fundamentales del Estado.

Como es sabido, en varias regiones del país hay presencia activa de guerrilleros colombianos, vinculados al narcotráfico, que, en algunos casos, tienen el control del territorio de la zona en que se mueven. Se  ha denunciado la ocupación de territorios indígenas de varios estados por parte de  grupos armados irregulares, se citan Zulia y Apure, en el oeste; Amazonas y Bolívar, en el sur;  y Delta Amacuro, Monagas y Anzoátegui, en el este. 


El Estado Apure, especialmente, ha sido afectado  por el enfrentamiento de la FANB  con el Frente Décimo Gentil Duarte, grupo disidente de las FARC, y el enfrentamiento de éste con el otro grupo disidente de las FARC, la autodenominada Segunda o Nueva Marquetalia dirigida por Iván Márquez, enfrentamiento que, en el caso de la región de La Victoria, se debía al propósito de asegurar su control  por ser una zona estratégica para el despacho de aviones cargados de drogas y la ejecución de actividades prohibidas que contribuirían al financiamiento de estos grupos. En el sector La Capilla de ese Estado, el pasado 23 de abril, en el marco de la confrontación existente y como consecuencia del apoyo del régimen chavomadurista al grupo disidente de Márquez, fueron emboscados, secuestrados y tomados como rehenes por el  citado Frente Décimo, ocho efectivos militares de las FANB, “a los que se les dijo -según la ONG Fundaredes- que irían a destruír un laboratorio de droga y se encontraron con un contigente de más de 200 guerrilleros que con drones y equipos teconológicos los minimizaron”.

Las partes en conflicto –FANB y grupo disidente de Gentil Duarte- entran en tregua e inician negociaciones, con participación de la Cruz Roja Internacional, por los militares secuestrados, negociaciones que culminan el 31 de mayo con la entrega de éstos. Ese mismo día, a la medianoche, el Ministerio de Defensa del régimen, emite un comunicado en el que informa que “veníamos llevando a cabo ingentes esfuerzos a fin de lograr la recuperación de los hermanos patriotas, a quienes felizmente ya tenemos con nosotros sanos y salvos”. A esos “ingentes esfuerzos”, se les llamó operación “Águila Centenaria”.

 Al día siguiente, en una reunión con la Asociación de Prensa Extranjera (APEX), el director de Fundaredes, Javier Tarazona, declaró: “Cuando tú rescatas, implica una acción de búsqueda, una acción de recuperación, porque has ido a buscarlos. No, acá se entregó el territorio venezolano a cambio de la vida y de la libertad de estos ocho efectivos militares”. Es decir, se utilizó uno de los tres elementos del Estado, el territorio, como ficha de canje. El diario de El Nacional, en su versión digital del 2 de junio, afirma en su editorial: “Los guerrilleros entregaron a los soldados sanos y salvos…Y, léase bien, los entregaron.  Aquí no se puede hablar de rescate, porque previo a su regreso las disidencias de las FARC acordaron con la fuerza armada rojita una tregua. Le pusieron un membrete a la operación, ‘Águila Centenaria’, pero debe haber consistido solamente en mandar unos cuantos vehículos con unos soldados a recoger a los pobres secuestrados. Allí nadie echó un tiro, gracias a Dios. No hubo rutas alternas, mapas estratégicos, ataques sorpresa ni huída peligrosa. Incluso, hay quienes afirman que desde el momento en que se declaró la ‘tregua’ se vieron a los guerrilleros del Frente Décimo ‘celebrar’ en varias poblaciones del lado venezolano. Sus motivos tenían, pues este logro les permitirá seguir sus negocios en Venezuela sin que nadie los perturbe. Se levantaron las alcabalas, así que tienen paso libre; no hay uniformados en la zona que ellos aseguran controlar. Al parecer ni siquiera se les opondrán los integrantes de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez, amigos del régimen. Como resultado, el territorio fue dividido entre dos grupos de subversivos, con la diferencia que uno tiene el respaldo madurista”.

Para comienzos de junio, el conflicto de Apure tiene un saldo, que se sepa, de 16 militares fallecidos, más de 6.000 desplazados a Colombia, detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, torturas y tratos crueles, ejecuciones extrajudiciales.

Y, además, vivimos en un  Estado amputado, sin soberanía territorial. Somos un país ocupado.

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*Hans Kelsen. “Teoría General del Estado”. Editora Nacional. México D.F. 1959. Pág. 124.

Carlos Canache Mata 

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