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miércoles, 18 de noviembre de 2009
¡A la guerra, a la guerra!
Por Pancho Guilarte
DESDE BARCELONA.- Todo parece indicar que al Presidente se le va a dar lo que tanto ha deseado desde que infructuosamente intentara derrocar al segundo gobierno de Pérez. La posibilidad de una guerra ya no está lejana. Está más cerca de lo que imaginamos. Los vientos de guerra soplan con fuerza, como él mismo lo declarara a los medios. Dos de sus cercanos seguidores, Francisco Arias Cárdenas y Alí Rodríguez Araque, lo han manifestado a través de los canales de televisión.
El primero, sin ambages y sin diplomacia, ha hecho un llamado a los pueblos de Venezuela y de Colombia (vale decir a los partidarios del chavismo radical y los del polo patriótico colombiano) para que -por la fuerza- (de las armas suponemos) se detenga al presidente Uribe en su empeño de traer a las bases militares de Estados Unidos a combatir al terrorismo y al narcotráfico.
El otro -muy bien vestido- ministro de Finanzas, justificando los hechos violentos de los chavistas contra un grupo de periodistas de Últimas Noticias, ha dejado claro que defenderán la revolución al costo que sea y si eso implica -palabras más, palabras menos- caerle a palos, golpes o con lo que sea a quienes piensen distinto, pues así se hará. Se acabaron las consideraciones y el disimulo. Hasta ahora el Gobierno se cuidaba, a pesar de que todos lo sabemos, de aparecer vinculado en las acciones de los que han obedecido ciegamente los llamados de exterminio del comandante presidente en contra de los opositores. La orden es directa. La revolución está en peligro de ser derrotada electoralmente, primero en la Asamblea Nacional cuando se celebren las elecciones en el 2010 y posteriormente en el 2012 cuando corresponda escoger nuevo presidente. De allí la pisada del acelerador. Quien no se la cale, lo callarán, a través del Ministerio Público, los tribunales penales, la Contraloría y demás instituciones -inequívocamente del oficialismo- o lo callarán a golpes, lacrimógenas y a balazo limpio, si es necesario. La posibilidad de una derrota electoral no forma parte de la agenda presidencial. Por eso, a medida que los días pasan y que las encuestadoras, incluyendo las de Miraflores, reflejan una pérdida acelerada del apoyo popular a esto que ellos llaman “el proceso”, mayores son las posibilidades de una guerra civil o de una guerra con Colombia. Ambos escenarios están siendo considerados.
Arias Cárdenas y el ala militar junto al ala oficialista del PCV defienden la opción -si nos atenemos a su destemplada intervención mediática- de un enfrentamiento bélico con el hermano país. El ala civil, con Rodríguez Araque a la cabeza, se inclina por el enfrentamiento interno. Ambas son una locura.
Habrá que esperar por la posición de los ni-ni, es decir de Barreto, Jorge Rodríguez, Diosdado y Aristóbulo, junto a los aliados del PPT, que consideran que el régimen debe continuar transitando la vía electoral e institucional y seguir golpeando con las cartas que la Constitución les ofrece y con el apoyo de la “boli” burguesía. Lo que está en juego no es solamente es el gobierno de Chávez. Ellos saben que una derrota de Chávez será también de Evo, Correa, Ortega y, especialmente del padre de todo, Fidel Castro y su cacareado Socialismo del siglo XXI. Negros nubarrones se observan en el horizonte y lo único que puede detener esto es aquello que Alberto Garrido, Miguel Salazar y Domingo Alberto Rangel han llamado “el chavismo sin Chávez” y que a diferencia de la ubicación que ellos le otorgan, nosotros lo ubicamos en las regiones. De allí partirá el muro de contención y de allí también surgirá el próximo candidato presidencial del Psuv.
Publicado por:
El Tiempo.ve
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