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viernes, 6 de noviembre de 2009
Pacto de Gobernabilidad
Frente a una realidad, como un templo: los partidos políticos de oposición -todos juntos-, cuentan sólo con el 12% de popularidad, mientras que el Chavismo se encuentra sobre el 20% (duro), en cuyo medio se encuentra el grueso de la población. Evidentemente, la ciudadanía ha sobrepasado a la dirigencia; no son Chavista, pero tampoco se sienten comprometidos con la oposición democrática.
Cobra importancia, más que una unidad electoral “un gran pacto de gobernabilidad”. La cual debe pasar por una organización sólida basada en un “compromiso democrático”. Trabajar en base a lo grande que significaría pertenecer a un proyecto para el Desarrollo del Estado Anzoátegui.
La unidad de fuerzas políticas sólo puede consolidarse cuando exista una base sólida que la sustente. La historia de las unidades perfectas se sostiene en un pacto de gobernabilidad, por el logro de unos objetivos comunes.
El pacto de “Punto Fijo” celebrado por los partidos AD, COPEI y URD (1959), buscó la sostenibilidad democrática, mediante la participación equitativa de los partidos consensuados, en el gabinete del triunfador. Enfrentando con ello el flagelo del comunismo, en tiempos de guerra fría. Lo cual permitió consolidar la democracia –que se pervirtió, es otra cosa-, pero la consolidó.
Desde 1990 en Chile gobierna la “Concertación”, mecanismo a través del cual se consolidan las fuerzas políticas opositoras al régimen dictatorial de Augusto Pinochet. En base a elementos mínimos de programas sociales y económicos.
Frente a este panorama consideramos que la discusión de la unidad de las fuerzas democráticas debe ser ideológica y temática. Ello en medio de una gran discusión en cuanto al papel de los partidos políticos y la necesidad imperiosa de incluir militantes con la que se puedan consustanciar. Crear una comunidad política –Arent Hannah- donde confluyan grupos humanos, no solo candidatos a figurar, sino, entes políticos aportar: ideas, valores, proyectos, sueños, querencias y a consustanciarse con ellos.
Colocar en la mesa de discusión no sólo los elementos discordantes (tarjeta única vs. candidatura única o candidatos), es darle una patada a la unidad opositora. Estos son tiempos donde cobra importancia la discusión, el consenso y los acuerdos. Pero no en el seno de los cogollos partidista, sino, alrededor de la comunidad política Anzoatiguenze.
Presentar al Estado Anzoátegui una propuesta de cómo lograr su desarrollo económico; cómo explotar sus riquezas naturales (agricultura, cría, ganadería, turismo, petróleo…), en el marco del sistema democrático, empoderado de sus valores: “libertad”, “pluralidad”, “tolerancia”, “igualdad”, “equidad”…. Sin perder de vista el lado humano: el aspecto “social”, posición encarnada en la necesidad del venezolano de humanizar la democracia. Colocarla al servicio de una ciudadanía que espera a que le resuelvan sus problemas de: “luz”, “vivienda”, “agua”, “salud”, “educación” y “desarrollo humano”.
Considerar de manera preponderante el trabajo desarrollado por el Colegio de Ingenieros “Pensar en Anzoátegui”, le daría consistencia a cualquier acuerdo político.
Este es el llamado a la dirigencia política del Estado Anzoátegui en el sentido de ver más allá de los intereses individuales. Abandonar esa postura cómoda y salir a la búsqueda de una propuesta política, económica y social, en el marco de un esquema de poder compartido, comprometido con los valores democráticos, de manera sincera y no sólo en el discurso (pensar y actuar de la misma forma).
Carlota Salazar Calderón
Carlotasc@cantv.net
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