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lunes, 26 de julio de 2010
Ni Uribe, ni Chávez: ¡Venezuela!
Por Radar de Los Barrios
El viernes 23 de julio, mientras el representante del Presidente Uribe exhibía en la OEA lo que a juicio de ese gobierno son “pruebas” de la presencia de 1500 guerrilleros de las FARC en Venezuela, miles de trabajadores en Guayana tomaban los tres portones de acceso a Sidor, al tiempo que la Guardia Nacional militarizaba toda la zona de Matanzas. Esto no es una “versión”: Es un HECHO.
GUERRAS DE MENTIRA, GUERRAS DE VERDAD…
Ese mismo viernes, mientras en Washington el embajador venezolano ante la OEA Roy Chaderton echaba un cuento sobre la historia de Colombia, en precaria respuesta al representante del gobierno colombiano, en Caracas decenas de representantes de la etnia yukpa protestaban frente al Tribunal Supremo de Justicia, en un nuevo episodio de su lucha en defensa de lo que asumen como “tierras ancestrales”. Eso no es un “cuento de Chaderton”: es un HECHO.
Ese mismo viernes, mientras el Presidente de la República, en la pintoresca compañía de Diego Armando Maradona, anunciaba al mundo la ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia, el Radar de los Barrios estaba en la parroquia Caucaguita, en el sector conocido como “el Plan de la Y”, escuchando las quejas de centenares de indignados vecinos que decían (palabras más, palabras menos): “Papi-Papi Rangel fue alcalde ocho años, Diosdado fue gobernador 4 años, Chavez tiene 11 años mandando y nunca se han ocupado de nosotros. Resulta que ahora vienen Capriles y Ocariz a traernos ayuda y aparecen unos tipos que ni siquiera son de por aquí, a sabotear y a impedir que la ayuda llegue hasta aquí. ¡No nos lo vamos a calar! ¡Esos tipos ni hacen ni dejan que los demás hagan! ¡Si vuelven con sus guarimbas rojas, los volvemos a correr!”.
Esto último tampoco es una “versión”, es un HECHO. Todos estos hechos corroboran que mucho antes de romper relaciones con Colombia, la burocracia gobiernera venezolana ha venido rompiendo relaciones con la realidad social, en especial con la de los más pobres. Mientras ellos están en su mundo de “comunicados, declaraciones y cadenas”, los pobres en Venezuela estamos en guerra, si. Pero no con Colombia, ni con el “Imperio”, sino con el hampa que asesina, con los polichoros que matraquean, con los malandros que dejan pudrir la comida que los pobres necesitamos, con el agua que no llega y con el aseo que nunca pasa. Esa es nuestra verdadera guerra. Y en esa guerra nuestra la burocracia gobiernera es parte del enemigo.
EL URIBISMO, ESE CHAVISMO DE DERECHA…
Los astros del futbol brasileño suelen burlarse en el campo de la selección venezolana, ofenden a la Vinotinto y se mofan en los medios de los jugadores (y de los fanáticos) de nuestro país. Pero basta que haya un competencia (torneo, copa o “mundial”) para que veamos a centenares o miles de compatriotas en caravana y fiesta, pintarrajeados de verde y amarillo, imitando pasos de samba y pronunciando en caricaturesco portuñol los nombres de los jugadores cariocas.
Algo similar ocurre con la menuda figura (y las no tan menudas actuaciones) del presidente saliente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez: sectores de la llamada “opinión pública” y de la oposición política venezolana tienen una relación afectiva con Uribe, similar en mucho al “síndrome del hincha pro-brasilero” ya descrito. En efecto, Uribe (como Chávez) llevó casi a la extinción a los partidos tradicionales colombianos; Uribe (como Chávez) creó a su alrededor y desde el poder un partido fuertemente impregnado de personalismo; Uribe (como Chávez) en vez de optimizar y profesionalizar la maquinaria del Estado le sobreimpuso una dinámica de populismo televisivo, convirtiendo a los actos de gobierno en una especie de reality-show. Como Chávez, Uribe tiene una visión esencialmente militarista del problema de la seguridad en la democracia y -como Chávez- Uribe modificó la Constitución para poder reelegirse, y cerca estuvo de hacerlo nuevamente. En una larga telenovela de ocho años, Uribe y Chávez han intercambiado piropos e insultos, arrumacos e improperios, declaraciones de hermandad y anuncios de hostilidades, todo de acuerdo a las necesidades políticas, externas e internas, de ambos personajes. Por cierto, todavía Colombia, Venezuela y el mundo esperan por el contenido de las fulanas computadoras de Raúl Reyes y, a pesar de todo ello, sectores de la oposición venezolana insisten en adorar a Uribe, a partir de una razón tan chata como esa de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo: Si Uribe hace rabiar a Chávez, entones Uribe debe ser bueno...” ¡Y después dicen que el único bipolar aquí es el que te conté!
EL CHAVISMO, ESE URIBISMO “Y QUE” DE IZQUIERDA
Por su parte, Chávez ha “privatizado” la diplomacia venezolana. La política exterior ya no se diseña en función del interés común de la Nación, sino como apoyo de los objetivos internacionales del proyecto político liderado por el Presidente. ¿De dónde sale la idea de que un país como Irán, cultural e históricamente tan lejano a nosotros, y que económicamente es nuestro competidor en el mercado petrolero, sea “nuestro hermano”, mientras que Estados Unidos, que además de compartir historia y ubicación geográfica en el hemisferio es nuestro principal cliente, supuestamente sea “nuestro enemigo”? ¿De donde salió la exótica idea de que debemos estrechar lazos con Bielorrusia, al tiempo que podemos “congelar”, “suspender” y ahora finalmente romper relaciones con Colombia? Esas “locuras”, y muchas otras como esas, salen del mismo pote: de la increíble ocurrencia de que la diplomacia “chavista” no debe servir al país, sino que el país debe servir de plataforma a los objetivos políticos del proyecto chavista.
LAS CUENTAS DE LA GENTE
Así, mientras el dúo Chávez-Uribe va sacando sus cuentas (“esta la gané yo, ésta otra la ganaste tu, yo quedé bien parado en esta trifulca ante tal público, tu te luciste en esa misma peleíta ante fulano de tal”, etc.) los pueblos sacan las suyas: decenas de miles de empleos perdidos a ambos lados de la frontera, miles de negocios cerrados, hambre, miseria y hasta peligro de violencia, sencillamente porque dos sujetos encontraron como sacar provecho político a la tirantez fronteriza.
En Venezuela la burocracia gobiernera no logrará meter al pueblo en “su agenda”. No podrán ponernos a escoger entre “Chávez o Uribe”. Para nosotros ningún caudillo, criollo o foráneo, es opción. Nuestra única opción es Venezuela. Por eso, insistiremos en nuestro empeño de colocar a los políticos (del gobierno y de la oposición) en la agenda de la gente, esa cuyos puntos reales son inseguridad, desempleo, alimentos podridos, agua que sale hedionda de los chorros (cuando sale), luz que se va a cada rato. Esa es la agenda que es necesario enfrentar y resolver. De Uribe ya se encargaron los colombianos.
Publicado por:
http://radardelosbarrios.blogspot.com
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