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martes, 1 de marzo de 2011
Mas allá de la contingencia...
EL CENTRO CIUDADES DE LA GENTE (EACRV/FAU/UCV), profesores investigadores de la UCV, estudiantes y habitantes de los barrios, manifestamos públicamente nuestra posición ante la actual situación de la vivienda y de la ciudad en nuestro país.
La vulnerabilidad de nuestros centros urbanos ha sido nuevamente puesta en evidencia por las lluvias acaecidas recientemente en nuestro país. Derrumbes, deslizamientos e inundaciones han provocado nuevamente que innumerables personas hayan quedado sin hogar, principalmente aquellas que habitaban viviendas precarias y terrenos de alto riesgo. Familias enteras tuvieron que ser rescatadas y fueron reubicadas “temporalmente” en carpas y edificaciones. La mayor parte de los afectados cuyas viviendas sólo se inundaron retornaron pasada la contingencia, a sus hogares. Los damnificados cuyas casas se perdieron o quedaron en inminente peligro de desplomarse, han tenido en su mayoría que trasladarse, sin saber hasta cuándo y con la promesa de obtener vivienda como presión para su permanencia, a refugios nuevos o existentes con ocupantes de tragedias anteriores; mientras que otros improvisados en hoteles o peor aun, en galpones, sótanos, estacionamientos, construcciones en procesos, todos inadecuados para la habitación de familias.
Llama la atención que aún hoy poco se conozca el número de damnificados y afectados, así como los sitios y condiciones en dónde se encuentran. Esta información es fundamental para establecer cualquier política coherente al respecto y resulta indispensable su difusión pública. No hay que olvidar que este problema y su solución no sólo compete al gobierno central, sino también a toda la sociedad (empresas, instituciones, a los hacedores de los barrios, y en general, a todas las organizaciones sociales). Lo que sí se ha conocido con gran preocupación es la falta de coherencia en las intervenciones gubernamentales. Así, se dictan leyes sobre refugio y terrenos urbanos en las que, con los buenos deseos de dotar a los damnificados con una vivienda digna, se les trata de imponer formas organizativas utilizando demagógicamente su situación trágica, con el fin de hacer grupos de sostén al tipo de sociedad que desde el poder se quiere instaurar. A esto se añade, entre otros asuntos, invasiones e intervenciones que buscan expropiar arbitrariamente terrenos y propiedades inmobiliarias, previstos en muchos casos para actividades importantes a la vida citadina. Con ello se contribuye a la violencia, al caos urbanístico, se vulneran derechos fundamentales de muchos ciudadanos, se ignoran normas mínimas necesarias de planificación urbanística y la participación de los habitantes en la definición de soluciones.
Frente a esta situación de improvisación urge la reflexión consensuada con diferentes grupos sociales, especialmente con los pobladores de los barrios, investigadores, académicos y profesionales involucrados en los problemas de la ciudad y la vivienda. La mirada hay que colocarla más allá de esta contingencia y lejos de discriminaciones políticas a fin de encontrar la salida que requieren la mayoría de los afectados, que son siempre los más necesitados de apoyo y solidaridad, en esta sociedad que todos queremos transformar.
Con el fin de dar inicio al diálogo y contribuir en la búsqueda de soluciones que beneficien a todos nos atrevemos a decir:
1) Es cierto que el gobierno es el máximo responsable de la planificación y realización global de las acciones con la finalidad de resolver esta situación, pero solucionarla no será posible sin el apoyo de la sociedad y la participación activa de grupos y sectores sociales desde siempre involucrados con los problemas del hábitat popular. Desde la Universidad estamos dispuestos a dialogar con los actores gubernamentales en este proceso y buscar, junto con otros organismos, los habitantes de los barrios y sus organizaciones, soluciones más acordes a la sociedad de hombres libres que todos deseamos y a la cual tenemos derecho.
2) Es urgente actuar frente el deterioro de las condiciones del hábitat popular, poniendo en práctica políticas públicas adecuadas para la preservación del patrimonio y de las personas que viven en los barrios autoproducidos. No hay que olvidar que el reconocimiento integral de los barrios populares supone la creación de condiciones materiales y sociales, a fin de que este grupo mayoritario de la población pueda ejercer plenamente su ciudadanía. Para todo ello existe en las universidades estudios realizados y mucha experiencia que puede y debe ser tomada en cuenta.
3) Es necesario prepararse y evitar que los eventos naturales nos tomen de sorpresa. En esta materia es cierto que los refugios dignos tienen un papel que cumplir, pero no deben verse de manera aislada y haciendo de lo provisional lo definitivo. Son necesarias, además, acciones preventivas para mitigar los riesgos en los asentamientos humanos, prioritariamente en las zonas de vivienda popular. A ese respecto se hace necesario: a) Información para actuar con datos ciertos en zonas de alto riesgo y para esto, la actualización y complementación de estudios ya realizados sobre los barrios, se hace indispensable; b) Educación, organización y atención de la población, a fin de prever y actuar frente a calamidades sociales y naturales.
4) Hay que hacer ciudad, por lo tanto, no sólo casas. En ese sentido es conveniente propiciar, estimular y revitalizar, la producción nacional de viviendas; no sustituirla por productos que desconocen nuestro desarrollo en la industria de la construcción y los deseos y aspiraciones de la gente basados en sus usos y costumbres basados en sus usos y costumbres, el sentido de pertenencia, arraigo e identidad local. Además, se necesita articular la habilitación de zonas autoproducidas, el mejoramiento estructural y urbanizar.
5) Se hace imprescindible desarrollar programas sociales y psicosociales innovadores en las comunidades populares, de una manera integral y participativa, especialmente las dirigidas a mitigar factores de la violencia urbana y sus secuelas. Todo ello deja en extrema precariedad a las familias, particularmente el desplazamiento obligado del principal bien que poseen. Mención especial merecen las personas y familias en situación de urgencia habitacional por su condición de pobreza, agravada por edad, estado precario de salud, y perdida de familiares.
Finalmente, debemos abandonar la visión parcial y cortoplacista que se revierte en contra de la calidad de vida. En ese sentido, son importantes las contribuciones en conocimiento y praxis que desde las universidades se ofrecen, a fin de construir un país en donde todos podamos vivir mejor. Con ese objetivo en mira, este manifiesto da inicio al diálogo a fin de promover la sinergia indispensable entre el Estado, las instituciones académicas, las empresas privadas, las organizaciones comunitarias y los habitantes de los barrios.
A los 17 días del mes de febrero de 2011.
CENTRO CIUDADES DE LA GENTE.
Publicado por:
http://centrociudadesdelagente.blogspot.com/2011/02/mas-alla-de-la-contingencia-manifiesto.html
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