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jueves, 21 de abril de 2011
Las consecuencias ocultas de Fukushima
Por Foreign Policy en español
Cadena mundial de suministros
El gobierno japonés calcula que los daños del terremoto del 11 de marzo serán superiores a los 300.000 millones de dólares (unos 205 millones de euros), de modo que, sólo con eso, ya será el desastre natural más caro de la historia. Pero sus consecuencias para la economía global pueden ser todavía más graves.
Desde los 80, cada vez hay más empresas, sobre todo en los sectores de las altas tecnologías, que funcionan mediante la fabricación "de último minuto", inventada por Japón, que consiste en tener almacenadas pocas existencias y adquirir componentes a medida que se necesitan, aprovechando las ventajas de un transporte más barato y un software de seguimiento más moderno. La mayoría de las veces, esos componentes de alta tecnología están fabricados en Japón: el país produce el 89% de los condensadores de aluminio mundiales, el 46% de las baterías de ion de litio y el 87% del software para vídeojuegos. Una fábrica situada a 60 kilómetros al oeste de la central de Fukushima fabrica el 20% de las obleas de silicio del planeta, fundamental para las memorias informáticas. Ahora está cerrada, y empresas de alta tecnología como Apple, Hewlett-Packard y Lenovo se preparan para sufrir escasez de existencias.
Con las factorías aún no recuperadas de los daños del terremoto y el tsunami, los responsables han advertido de que la fabricación de muchos productos, desde el iPad de Apple hasta el Dreamliner 787 de Boeing, va a sufrir trastornos y posibles interrupciones. Los efectos del terremoto se notan ya en el popular Toyota Prius, fabricado por completo en Japón: en los concesionarios de California, antes del seísmo, el coche se vendía por término medio a 300 dólares por debajo del precio teórico, y ahora se vende a 1.000 dólares por encima.
Tras las interrupciones provocadas por el huracán Katrina y la erupción del volcán islandés, muchos expertos están empezando a poner en tela de juicio que sea práctica la fabricación de último minuto. Lo irónico es que ha reforzado la importancia de Japón en la cadena global de suministro, después de dos décadas perdidas de estancamiento económico. Ahora bien, una crisis similar, por ejemplo, en la región china de Guangdong, muy industrializada, habría tenido repercusiones mucho mayores.
Pesca
La industria pesquera de Japón, que representa casi la mitad de los 3.000 millones de dólares anuales que ingresa el país por sus exportaciones de alimentos, no se ha recuperado todavía del doble golpe que han supuesto un terremoto que destrozó su flota y las advertencias sobre radiación que han alarmado a los consumidores de todo el planeta a propósito de sus famosos productos marinos. El terremoto y el tsunami destruyeron alrededor de 18.500 barcos de pesca. En algunas partes del país, desapareció casi el 90% de la flota.
Ahora el sector tiene que hacer frente a los efectos de la radiación procedente de la central nuclear de Fukushima Daiichi, que, durante unos días, se vertió directamente al mar. Aunque el Gobierno nipón insiste en que el pescado de las aguas costeras del país puede consumirse sin problemas, los aficionados están inquietos, y muchos restaurantes de sushi en todo el planeta han dejado de importar pescado japonés como medida de precaución. Varios países, entre ellos Estados Unidos y China, han prohibido la importación de alimentos de la zona de Fukushima, e India ha prohibido la entrada de cualquier alimento japonés durante un periodo de tres meses. El famoso mercado de pescados de Tsukiji en Tokio, el mayor del mundo, normalmente abarrotado de turistas, sigue siendo una sombra de lo que era antes. Las ventas diarias han descendido en un 60%.
Gas natural
Tepco, la compañía nipona que opera la central nuclear de Fukushima, es la mayor empresa de energía en Asia y la cuarta del mundo; en 2009 vendió más electricidad que la que utiliza toda España en un año. Por consiguiente, cualquier interrupción en su producción de electricidad puede tener repercusiones mucho más allá de Japón, sobre todo en el mercado del gas natural, que muchas veces sirve de recurso para generar electricidad cuando fallan la energía nuclear y otros sistemas alternativos. Como ha destacado la experta en energía Amy Myers Jaffe, del Baker Institute, cuando Tepco cerró temporalmente cinco centrales nucleares en 2002, los precios del gas natural subieron de forma considerable en mercados tan distantes como Louisiana. Y el cierre de otra central nuclear nipona en 2007 elevó los precios del gas en todo el mundo durante varios años.
El terremoto del mes pasado provocó el cierre de la cuarta parte de la producción nuclear de Japón, y los reactores de Fukushima, por sí solos, constituyen la mitad de la capacidad nuclear de Tepco. Los analistas de Barclays Capital, al principio, predijeron que eso haría que Japón absorbiera un 3% adicional del suministro global de gas natural. Los precios del gas natural licuado habían subido en Asia y Europa desde el desastre de Fukushima, y, dado que Japón se muestra cauteloso sobre la construcción de nuevas centrales, es posible que los precios no vuelvan a bajar. "Fukushima no va a volver a funcionar, y hay que sustituirla por algo", dice Jaffe.
Energía nuclear
El desastre de Fukushima ha terminado de forma prematura con el "renacimiento nuclear" originado en Europa, un movimiento que consideraba superada la etapa postChernóbil y pretendía expandir la energía nuclear, hasta el punto de que la Agencia Internacional de la Energía había predicho que la energía atómica pasaría de constituir el 6% del suministro energético mundial a ser más del 11% en 2035.
Ahora es dudoso que se mantenga ese ritmo de crecimiento. La UE (cuyo comisario de Energía, Günther Oettinger, declaró que la situación en Fukushima era un "apocalipsis nuclear") ha pedido "pruebas de resistencia" para sus 143 reactores. Y Alemania -la mayor economía de la Unión- ha suspendido los planes para prolongar la vida de sus centrales nucleares.
En otras regiones del mundo, el presidente estadounidense, Barack Obama, aunque ha expresado su apoyo a la energía nuclear, ha pedido una revisión exhaustiva de la seguridad de sus centrales. Y China, que tiene proyectada una enorme expansión del sector, ha dicho que no va a aprobar nuevas centrales de momento para permitir la revisión de los criterios de seguridad.
Los gobiernos de Francia y Gran Bretaña se han mantenido tranquilos en medio del pánico mundial. El primer ministro británico, David Cameron, dijo que mantiene los planes para tener nuevas centrales en funcionamiento de aquí a 2025. Y el ministro francés de Energía, Éric Besson, cuyo país obtiene hasta el 80% de su electricidad de la energía atómica, insistió recientemente en su "profunda convicción de que la energía nuclear se va a mantener en Europa y el mundo y será una de las energías fundamentales del siglo XXI". El grupo nuclear francés Areva, de propiedad estatal, ha dejado claro a sus posibles clientes de todo el planeta que sus nuevos reactores avanzados EPR están construidos con arreglo a unas normas de seguridad muy superiores a las de Fukushima. Por supuesto, no viene mal el hecho de que ni Francia ni Gran Bretaña estén en zonas propensas a sufrir terremotos.
Publicado por:
http://www.fp-es.org/las-consecuencias-ocultas-fukushima
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