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jueves, 16 de junio de 2011
El fracaso del populismo
Editorial del Equipo Productor
El populismo, como movimiento, ha sido abrazado en América Latina tanto por gobiernos de izquierda como de derecha, siembre buscando ganar las simpatías de los pueblos y, en el caso de los gobiernos formalmente democráticos, el voto de sus ciudadanos, como una estrategia para conservar el poder.
Los gobiernos populistas se han caracterizado porque adoptan políticas económicas y fiscales que, invariablemente, conducen al fracaso económico de sus países, y en lugar de mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, acarrean desestimulo a la inversión nacional y extranjera, inflación, escases, desempleo, endeudamiento, etc.
Venezuela, no ha sido la excepción, y ha sufrido el populismo durante buena parte del siglo XX, y lo que va del siglo XXI. Sin embargo, en el caso de nuestro país, los efectos negativos que conllevan las políticas económicas populistas han sido atenuados gracias a los ingresos petroleros.
La actual administración ha sido alumna aventajada de las corrientes populistas de izquierda y, gracias a la bonanza petrolera de la que ha disfrutado, se ha permitido llevar sus políticas populistas a otro nivel, subsidiando bienes y servicios incluso a nivel internacional (como ejemplo baste mencionar el subsidio dado al combustible de calefacción dado a los barrios pobres de New York). En el plano nacional, el populismo puede verse, por ejemplo, en el congelamiento de precios de bienes y servicios suministrados por el Estado (gasolina, Metro, electricidad, telecomunicaciones, etc.), en el control de precios y distribución ejercido sobre bienes suministrados por particulares, en la inamovilidad laboral que ya lleva más de ocho (8) años, etc., etc.
Sin embargo, todas estas medidas no han podido frenar la inflación, que en opinión de nuestro “benemérito” Ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, “es un problema de endémico de Venezuela”; habría que decirle el novel ministro que lo que parece “endémico” en este gobierno es la incapacidad, la ineficiencia y la corrupción.
El fracaso del gobierno en el control de la inflación es más evidente cuando se observa que ha fracasado incluso en los nichos que controla, como ocurre, por ejemplo, el de las cadenas de distribución de alimentos para sectores populares. En este sector el gobierno llegó a fijar incluso indicadores económicos separados de los que miden a las cadenas particulares. Sin embargo, y a pesar del músculo financiero del gobierno, este se ha visto en la necesidad de hacer ajustes que, por no haber sido realizados gradualmente, han significado fuertes saltos de precios que impactan el bolsillo de los venezolanos. A esto habría que sumarle el mal servicio prestado, la deficiente continuidad en el suministro, y los graves problemas de corrupción e ineficiencia (recordemos el caso “PudreVAL”).
También hemos visto este esquema en el caso del Metro de Caracas. Este sistema - debido a la falta de continuidad en la gestión (más de 10 presidentes en 12 años), falta de mantenimiento preventivo y correctivo, pérdida de mística, corrupción, y congelación de tarifas desde el 2006 - pasó de ser un modelo de gestión y buen servicio en el sector de transporte, tanto a nivel nacional como internacional, a convertirse en un sistema en el que, más que usar el servicio, “se sufre el servicio”.
¿Entonces, qué hace el gobierno, frente a la crisis del Metro - que amenaza convertirse en detonante de un grave problema de orden público en la capital del país, y la necesidad de recursos financieros- que cada día escasean más debido a la voracidad del enorme gasto público, a pesar de los altos precios del petróleo? Pues decide, por un lado, hacer ver que los usuarios somos corresponsables del deterioro del sistema, y por otro, ajusta las tarifas de una manera drástica -el incremento será de un 200% en menos de 6 meses, un 100% en Junio y otro en Diciembre.
Y no es que no se justifique el aumento del precio del servicio del Metro, pero se debió haber realizado desde hace cinco años de forma gradual. Es de dudar que este incremento repercuta en una mejora del servicio, pues este depende más de la gestión interna, y mientras continúen la inestabilidad e ineficiencia poco se podrá hacer por mejorar el servicio mediante recursos adicionales.
Otro caso donde se evidencia el fracaso del populismo gubernamental en proveer bienes y servicios de calidad y a precios "justos", como gusta decir el presidente, es el del sector eléctrico.
Desde antes del 2009 los expertos venían advirtiendo de una crisis eminente por la falta de mantenimiento y desarrollo de nuevas plantas generadoras. El gobierno hizo oídos sordos, y a final del 2009 estalla la crisis. ¿Y cuál es la estrategia implementada por el gobierno? Como siempre, le echa la culpa a otro, en este caso los culpables somos los usuarios; entonces decide establecer racionamiento y penalizar el consumo con multas - que en realidad ocultan aumentos de facto de entre 75 y 200% - para quienes no reduzcan en 10% su consumo. Y todo acabando de anunciar el programa “Vivienda Equipada”, en el que promete dotar 2millones de viviendas con electrodomésticos traídos de China.
No es de extrañar que frente a este esquema de actuación del gobierno, y el hecho de que la producción de alimentos ha sido gravemente golpeada por las políticas gubernamentales (expropiaciones de tierras, promoción de invasiones, expropiación de AgroIsleña, fracaso de programas públicos de producción agropecuaria), nos acusen a los consumidores de acaparadores – como ya lo ha hecho algún funcionario público, y se establezca de hecho y derecho la libreta de racionamiento al mejor estilo cubano.
En definitiva, tenemos suficientes evidencias del fracaso del populismo aplicado por este gobierno, faltaría esperar que aquellos sectores que se benefician de las dadivas del Estado también estén conscientes de ello y exijamos un cambio de rumbo, mediante protestas y en las urnas electorales.
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