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domingo, 17 de julio de 2011
Ya basta
Por Ana Julia Jatar, 11/07/2011
Las democracias no son para formar liderazgos personales fuertes sino instituciones fuertes. La crisis que se le presenta al PSUV con la inesperada enfermedad de Hugo Chávez es una demostración de su precariedad como institución. La falta de libertad de disentir, propia de las sociedades libres, es hoy la mayor debilidad de ese partido. Es cierto que Chávez no tiene sustituto, porque para sobrevivir políticamente ha sido imprescindible que todos los líderes potenciales en el PSUV dieran muestras de sumisión absoluta. Tal como lo dijeran muchos militantes: no les hacía falta pensar ya que Chávez pensaba por ellos. Por definición, esta renuncia a su individualidad los deslegitima ante los electores. Y es que, recordando al filósofo Descartes en aquella famosa frase: “Pienso, por lo tanto existo", no se puede escoger a alguien que dejó de pensar y prefirió no existir.
El chavismo ha tenido un líder indiscutible y la oposición no. Hasta ahora eso les garantizaba el triunfo, ahora no. Los líderes que no tienen discusión se rodean de personas sin ideas propias, y cuando llega la hora de sustituir al indiscutible se dan cuenta de que el cáncer de la sumisión les ha corroído la individualidad y la identidad: no son nadie, no pueden llegar a ninguna parte.
Lo que antes se percibía como una debilidad de la oposición democrática venezolana, es decir, la ausencia de un líder indiscutible, hoy se ve como una gran fortaleza. Mientras el PSUV corre el riesgo de diluirse por el sumidero del vacío de liderazgo, la oposición exhibe muchos líderes por cuenta propia. Durante años nos lamentamos de la ausencia de ese hombre o mujer que le hiciese frente a Chávez, pues ha llegado la hora de alegrarse y de reconocer el esfuerzo de la inmensa cantidad de líderes que se han forjado enfrentando el totalitarismo valientemente. Con un Chávez enfermo y débil, se debilita también el factor polarizante y el juego político cambia en 180 grados. Con un Chávez enfermo, se evidencia la debilidad institucional del PSUV y su imposibilidad de contar con un candidato que tenga chance de ganar en 2012.
Por otra parte, al disminuir el factor polarizante, se abre el juego democrático y la libre discusión de ideas. En este nuevo escenario, la oposición democrática organizada en una alianza electoral puede escoger mejor a su candidato presidencial en unas primarias. ¿Por qué? Porque los precandidatos presidenciales tendrán mayor libertad de hacer públicos sus programas y de discutir sus puntos de vista ¬objetivo central de unas primarias en cualquier país democrático¬ sin que se les perciba como traidores de la unidad. Venezuela está ávida de propuestas para la solución de sus inmensos problemas.
Sí, a Venezuela le ha llegado la hora de cambiar el rumbo por el cual la ha querido conducir Hugo Chávez. Finalmente la vida se encargó de hacerle sentir en carne propia que nos llevaba por el camino incorrecto. Y es que en estos doce años Chávez vendió su alma al mal. Se burló de lo humano y lo divino, prefirió la guerra a la paz, la confrontación a la tolerancia, la imposición a la cooperación, la exclusión a la inclusión, la injusticia a la justicia, el retraso al progreso y la muerte a la vida.
Ya basta, hay que comenzar a pensar en la reconstrucción de nuestro país sin dejarnos llevar por la puesta en escena de esta nueva “batalla” que no es más que un pésimo tercer acto de una tragedia a punto de finalizar. Ya basta, concentremos nuestras energías en las alternativas que nos esperan, escuchemos a los precandidatos con atención y que gane el mejor, pues el que gane las primarias de la oposición será el próximo presidente de Venezuela.
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