Francisco Toro 15 de Agosto, 2012
Mucho se discute sobre la posibilidad
de que Chávez cometa un fraude el 7 de octubre. Y mi opinión es siempre la
misma, enredada pero honesta: por un lado – ¡obvio! – y por otro – ¡no creo que
pueda!, porque cuando hablamos de fraude electoral estamos hablando de dos
cosas distintas. Una cosa es el Fraude en la Campaña – el que está a la vista,
el evidente ventajismo oficial, y al que no debemos restar importancia, y por
otro lado está el que se refiere la gente cuando habla de fraude: el Fraude
Numérico, en donde Capriles saca más votos y el CNE declara a Chávez ganador. Y
es ahí dónde la cosa se pone muy enredada.
Cuando hablamos de fraude numérico,
existen dos variantes: el fraude encubierto, y el fraude abierto. Lo que alarma
a la gente es el primero, la posibilidad de un fraude que no deje trazas.
Una posibilidad de fraude encubierto
podría darse en el proceso de totalización, en el que las máquinas sean
truqueadas para favorecer al gobierno (en algunas versiones, con la ayuda del
fulano cable submarino a Cuba) y otra tiene que ver con el REP. Vamos por
partes.
Lo que hay que entender del sistema de
votación en Venezuela es que no produce una, dos, sino tres copias del resultado.
El primero es el acta de escrutinio que imprime cada máquina de votación al
momento de cerrar la mesa, y antes de conectarlo a la red del CNE. El segundo
es el total que le transmite la máquina al CNE. Y finalmente está el acta de
auditoría que se produce al contar, manualmente, los comprobantes físicos del
54% de las máquinas – la auditoría en caliente.
Si hay testigos en cada mesa, ambos
bandos terminan con copias firmadas tanto de las actas de escrutinio como de
las actas de auditoría. Si estas no concuerdan entre si, o si no concuerdan con
el total que reporta el CNE, la evidencia queda expuesta en todas partes. Este
es un mensaje fundamental que ha digerido a cabalidad el Comando Venezuela –
con testigos en cada mesa, se hace practicamente imposible encubrir un fraude
electrónico en la totalización.
Ojo, eso no quiere decir que Tibisay
Lucena no pueda declarar cualquier cosa a las 2 a.m. del 8 de octubre: sólo
quiere decir que si lo que anuncia no concuerda con las actas, va a ser muy
sencillo demonstrarlo.
Queda entonces la posibilidad de un
fraude a través del REP – los famosos millones de votantes fantasmas de los que
tanto se ha hablado. Esta teoría tambien se cae por su propio peso. Por una
parte, los estudios estadísticos que realizado la UCAB no muestran ningún
patrón fuera de lo normal en el crecimiento del REP, señalan mas bien que es
perfectamente congruente con el crecimiento demográfico y con el énfasis que ha
puesto el gobierno en cedular y registrar a votantes de menores recursos. Nadie
niega que el REP tiene sus problemas – muchos viejitos no son retirados del REP
luego de morirse y más de una nacionalización chimba seguramente hay. Pero de
ahí a decir que hay dos millones de votantes fantasmas hay mucho trecho.
Pero la razón por la que el fraude a
través del REP no me convence tiene que ver con un asunto de mera logística.
El sistema de votación del CNE
requiere emitirle una Cédula de Identidad a cada fantasma, y que alguien se
presente a votar en su lugar, ya que las máquinas de votación no se pueden
activar en su ausencia. Quiere decir que el PSUV tendría que conseguir
activistas dispuestos a pasear de centro en centro votando muchas veces el 7 de
octubre.
Ahora, ¿cuántas veces puede votar una
persona en un día? ¿Diez? Bueno, si se pretenden añadir 2 millones de votos,
eso querría decir emitirle 10 cédulas de identidad chimbas a cada uno de los
200.000 chavistas involucrados en la conspiración. Digamos que cada uno puede
votar 20 veces, ¿entonces? seguimos hablando de 100.000 personas, y hemos
duplicado el número de cédulas incriminantes que cada uno tiene que llevar
consigo.
Ahora, hay que ver bien lo inmanejable
de estos números. El gobierno ni siquiera logró identificar a 32 magistrados
del Tribunal Supremo que fueran leales “a prueba de todo.” En los últimos
años, dos de ellos se han volteado y han comenzado a declarar en contra del
gobierno. Es decir, el 6,25% del tribunal ha saltado la talanquera.
Claro, mucho más fácil es revisar la
conformidad ideológica de 32 magistrados que la de los 100.000-200.000
conspiradores que harían falta para salir a votar el 7 de octubre. Si 6,25% de
ellos se voltearan, tendríamos entre 6.250 y 12.500 conspiradores arrepentidos
tocándole la puerta a Globovisión, posteando sus cédulas chimbas en Facebook,
denunciando el plan de alguna forma. Incluso si el gobierno fuese 100 veces más
eficiente a la hora de seleccionar conspiradores electorales leales que a la
hora de seleccionar magistrados, deberíamos tener entre 62 y 125 denuncias –
denuncias que no habría manera de silenciar en estos días de internet.
Pero misteriosamente, ninguno de estos
conspiradores se ha volteado. Ninguno tiene una tía escuálida que le encontró
las cédulas en la mesa de noche. Ninguno tiene una ex furiosa que decidio
vengarse publicando las cédulas en Facebook. Ninguno.
En lo personal no creo en este tipo de
Conspiraciones Perfectas – y mucho menos en Venezuela. Si de verdad existieran
cientos de miles de múltiples-cedulados, ya la información se habría filtrado
hace tiempo.
La conclusión para mi es que no existe
una posibilidad real de un fraude encubierto. De haber fraude el 7 de octubre,
sería bastante obvio. Intentar un fraude en tales condiciones acarrearía
riesgos muy muy agudos para el gobierno, y engendraría posibilidades muy
claras de violencia en una escala y con unas consecuencias impredecibles.
Eso no quiere decir que no lo vayan a
intentar. Bien podrían hacerlo, y me parece claro que el gobierno no ha
descartado esa posibilidad. Es por eso es que voceros oficiales siguen
declarando reiteradamente que la oposición cantará fraude – puesto que de verse
obligado a cometerlo, el gobierno no podrá esconder las evidencias, y de ser
así, la oposición tendría obligatoriamente que denunciarlo. Llegada la
necesidad, que se intente un arrebatón es muy predecible – lo que no es
predecible es si ese arrebatón sería sostenible en el tiempo. Eso no lo sé ni
yo, ni Ud., ni el General Rangel Silva, ni el presidente Chávez.
Dado los espeluznantes riesgos de
intentar un fraude abierto y la imposibilidad de perpretar un fraude
encubierto, para el gobierno la mejor solución por mucho es sacar más votos el
7 de octubre y ahorrarse el trámite. Y por eso es que el ventajismo ha estado
tan groseramente desatado en esta campaña – el gobierno entiende muy bien que
si no logra los votos que necesita el 7 de octubre, no hay garantías de que se
pueda mantener en el poder por otros medios.
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