Escrito por Enrique Pereira Martes, 02 de Octubre de 2012
@pereiralibre
Quiero que me regalen muchos domingos
como el que pasó. A las faldas del Ávila, nos arropamos de un fervor que
llenó nuestras esperanzas y nuestro futuro. Sentimos el inmenso poder de
un verdadero pueblo que promueve un cambio y se manifiesta con pasión ante el fallido
intento de encadenar nuestras vidas por seis años más.
Escucharlo fue sin duda un regreso a
una realidad que había perdido vigencia. Aquellas palabras de Capriles
invadieron el espacio para llenarnos de fuerza, energía y de un renovado
espíritu de armonía. Capriles nos hizo ver que podemos ser de nuevo un solo
país. Nos acostumbramos a un presidente que habla insultando a los demás y
ahora tenemos la oportunidad de entender que hay un mundo mejor en el que
podemos caminar hacia una nueva Venezuela. Este domingo nos bañaron de triunfo
por adelantado.
No me importa Chávez que
adviertas que la vida sin ti –como presidente- será peligrosa, pues desatarás
los demonios de la intranquilidad y la violencia si llegas a perder. Dejó de
importarme hace rato tus promesas incumplidas y mi mente ahora sólo piensa en
el amanecer del próximo día lunes, cuando nos forraremos de patria en una sola
dirección y con un estado de cosas. Este lunes contaremos los votos y
entonces entenderás con claridad que pueblo no es un manojo de seres
disfrazados de rojo a la fuerza, para hacerle vítores a tu revolución.
Las caras de susto de los personeros
del régimen son nuestra mejor encuesta. Al descubierto, corren en medio de la
calle, sin tener como ocultarse. El manto de protección que los cubría al
hablar, dejó de producir sus efectos y ahora cuando hablan, se les ve el bojote
y la mentira a flor de labios en un desesperado intento por convencernos de las
bondades de su supremo jefe. Se acabó la magia y con la falta de ella, se acabaron
los votos.
Los venezolanos que hasta un par de
semanas atrás dudaban del triunfo de Capriles, ahora se abrazan con fuerza a la
esperanza que nos produce ver y entender que llegó el momento de cambiar y así
lo reconoce la gran mayoría. Movilizaciones masivas, espontáneas y saturadas de
sabor a triunfo nos mueven en la dirección de confirmar que este domingo
electoral nos llenaremos de un futuro verdadero, con problemas por resolver,
pero manejado por la fórmula que nos conducirá al progreso. Este domingo los
venezolanos haremos historia.
Capriles ha venido creciendo con el
paso de los días y aquel flaquito de hablar entrecortado que enviamos al
interior de la república, para que le hablara al país, regresó con una claridad
y un verbo imponente, que tiene la capacidad de mover nuestras fibras.
Los pueblos producen sus líderes
cuando los necesitan. También producen la historia que le quieren dejar escrita
a sus hijos.
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