Por Golcar,
01/11/2012
Hay
algunas declaraciones de funcionarios públicos que me hacen volver una y otra
vez sobre la noticia. La leo y la releo. La veo en un medio y la busco en otro
para ver qué diferencias encuentro entre la forma como la publica cada uno. La googleo a ver si hay otras
publicaciones al respecto o si hay audios que den autenticidad a lo que estoy
leyendo. La información se queda en mi cabeza como un eco que retumba todo el
día, tratando de masticar y digerir lo que he leído en la prensa.
Esto
me pasó con las recientes declaraciones de la Defensora del Pueblo, Gabriela
Ramírez, en las que asegura que se investigarán un grupo de caricaturas que han
sido publicadas en diferentes periódicos y que serían expuestas en lugares
públicos.
Por lo que pude investigar en internet se trató de
una nota de prensa originada a partir del programa de radio “La voz de la Defensoría”, que transmite Radio Nacional de
Venezuela, medio oficialista, y publicada por la Agencia Venezolana de Noticias
(AVN), agencia también oficialista y que los demás medios de
comunicación se encargaron retransmitir casi sin modificar su contenido.
Decía
Ramírez que “Es importante revisar estas caricaturas porque la Defensoría del
Pueblo tiene la obligación de fijar posición ante ese tipo de actitudes que
deben ser desterradas de la sociedad”.
Leí
estas líneas y no pude menos que alabar el alto sentido de responsabilidad con
el cargo que detenta Gabriela Ramírez y que se desprende de esa aseveración.
Una actuación impecable de la funcionaria y cónsona con el mandato dado por la
Constitución, sin lugar a dudas.
Entrecomillado
más adelante, se encuentra el siguiente comentario:
“No se puede llamar arte a estas expresiones que no comulgan con
el pueblo y que, además, lo insultan, lo descalifican y lo desprecian sólo por
su manera de pensar”.
A
pesar de no saber en qué parte de las funciones otorgadas a su cargo, se
establece la facultad de decidir qué puede ser considerado arte y qué no; no
tengo más remedio que coincidir con la Defensora en que uno no puede aupar
manifestaciones que insulten, descalifiquen o desprecien a las personas solo
por su manera de pensar, aunque me queda la duda de si Ramírez, además de estar
capacitada y facultada para determinar qué es arte o no, también lo está para
decidir qué es un insulto, descalificación o desprecio en una obra plástica.
Pero
sigue la nota de prensa con las comillas, en señal de que lo que se escribe es
cita textual de lo expresado por la funcionaria en el programa radial, y dice:
“La Constitución es muy clara con respecto a la libertad de
expresión, la cual tiene el coto de no promover el odio, la discriminación ni
el racismo, y es precisamente lo que estos señores están haciendo”.
Otra
vez impecable e irreprochable la parte en la que específica que la Constitución
“tiene el coto de no promover el odio, la discriminación ni el racismo”. Quién
podría estar en desacuerdo o contradecir semejante afirmación si precisamente
es una de las sentencias constitucionales que nos garantizan que todos seamos
iguales ante la ley y que no permite que seamos segregados o discriminados por
ningún motivo.
Determinar
que una obra de arte y, más aún una caricatura, que se puede interpretar de
múltiples formas de acuerdo a quien la observa, va en contra de esos principios
igualitarios estipulados en la Constitución es algo tan absolutamente subjetivo
que, por lo menos, luce apresurado y de una profunda ligereza asegurar
que los artistas y obras que se investigarán, están promoviendo el odio, la
discriminación o el racismo en sus obras.
La
noticia me retumba en la cabeza. Siento que hay algo más, además de la ligereza
de la funcionaria para tomarse atribuciones que no le corresponden, que me
perturba y me deja inquieto e indignado. La vuelvo a leer y es cuando caigo en
cuenta que lo que más me molesta de la información es “la ausencia”.
Sí.
La ausencia de la Defensora durante 14 años de atropellos a todos los venezolanos
por parte del presidente Chávez y de su gobierno sin que ella se haya dignado,
ni siquiera una vez, aunque fuese por cubrir las apariencias y demostrar ese
diligente sentido del deber y la obligación que hoy muestra ante las
caricaturas de marras, en alzar su voz para defender a esa mitad del pueblo
venezolano que diariamente es insultado, vejado, descalificado, discriminado,
burlado, adjetivado e instigado a odiar y ser odiado en cadenas de radio y
televisión.
¿Cómo
es que la Defensora del Pueblo tiene la capacidad de interpretar unas
caricaturas y determinar que sus autores están promoviendo el odio, la
discriminación y la descalificación del pueblo y no es capaz de entender los
insultos, epítetos y adjetivos descalificativos que el presidente nos ha enrostrado
desde que asumió el poder y que continúa haciendo cada vez con más virulencia?
¿O
es que yo, por ser opositor, no soy pueblo y no merezco ser defendido por el
despacho que por mandato constitucional debe estar al servicio y defensa de
todos los venezolanos y no solo de los seguidores del presidente?
¿Por
qué la Defensoría del Pueblo, en lugar de defenderme de las caricaturas, no me
defiende de la delincuencia y le hace una investigación al gobierno para ver
por qué no ha actuado con diligencia y fuerza para garantizarnos el
derecho a la propiedad y, sobre todo, a la vida?
¿Por
qué la Defensoría del Pueblo, en lugar de defenderme de las caricaturas, no
insta al gobierno a arreglar las carreteras asesinas, esas guillotinas por las
que millones de venezolanos tienen que desplazarse diariamente poniendo en
riesgo sus vidas?
¿Por
qué la Defensoría del Pueblo, en lugar de defenderme de las caricaturas, no me
defiende de los abusos del CNE, del descarado ventajismo mostrado por el
gobierno en las pasadas elecciones y de la utilización de medios del Estado
para hacer proselitismo político a favor del régimen?
¿Por
qué la Defensoría del Pueblo, en lugar de defenderme de las caricaturas, no me
defiende de las multas y cierres arbitrarios del Seniat en esas campañas de
fiscalización que hace el organismo en las que la única orden que dan a sus
fiscales es: “Salgan, multen y cierren”, sin importar que el establecimiento
cumpla o no con sus deberes formales?
¿Por qué la Defensoría del Pueblo, en lugar de
defenderme de las caricaturas, no me defiende de los ruleteos por hospitales en los que
los pacientes pierden la vida porque no consiguen los centros hospitalarios
aptos y abastecidos con lo necesario para salvarlos?
¿Sabe
qué, señora Defensora?
Le
agradezco su preocupación por lo que las caricaturas puedan producirme a mí y a
todos los venezolanos en la autoestima y en la psique. Es muy loable que usted
defienda a los ”pobres seguidores del presidente Chávez” de los prejuicios que
le puedan ocasionar semejantes publicaciones; pero, hay en este país cosas
mucho más importantes, urgentes y delicadas que atender, cosas en las que está
en juego el derecho a la vida de los venezolanos, de TODOS, tanto los que están
con Chávez como los que nos oponemos, y para los que la Constitución sí la ha
facultado a usted para actuar, y no lo ha hecho. Todavía está a tiempo.
Publicado por:http://golcar.wordpress.com/2012/11/01/caricatura-de-una-defensora-del-pueblo/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico