Gabriel Reyes Publicado el 2 de noviembre de 2012
De manera preocupante pareciera que
los resultados del 7-O, que en términos cualitativos revelan una diferencia
mucho menor de la paliza que pretende proyectar el reelecto presidente y sus
acólitos, son utilizados como una suerte de cheque en blanco para acelerar un
nefasto proceso de profundización de reformas económicas, sociales y políticas
que pudieran resultar extremadamente costosas para nuestra moribunda
democracia.
No pretendo hacer juicio de valor
sobre el efecto perverso que pudiera tener la tiranía de la mayoría en manos de
un político sin escrúpulos quien, al margen de la Constitución que se hizo a la
medida, y es sistemáticamente violada, pretende convertirnos en un émulo
antillano, sin importarle que la mitad de los venezolanos rechazamos
abiertamente las pretensiones autocráticas y hegemónicas del arquitecto de
nuestra mayor desgracia como nación en los últimos 100 años de vida republicana
y que hoy se atreve a comprometer nuestro futuro, como si lo sucedido en los
últimos 14 años fueran detalles, simples nimiedades.
En ocasiones previas, el presidente
Chávez ha señalado que la Constitución vigente ya cumplió con su cometido,
hecho que supone que ya en los laboratorios legislativos de algún paraje
caribeño se debe estar confeccionando el nuevo traje, Prêt-à-porter, que
incluye la visión desfigurada del socialismo utópico en su contenido.
Los medios de comunicación, analistas
y demás hombres y mujeres que nos ocupamos de reflejar nuestra agenda política
nos mantenemos en el error de repetir el nominalismo que emplea el gobierno
para disfrazar sus intenciones reales.
Entonces repetimos el desafuero de la
IV República y V República como si fueran períodos reales de nuestra historia,
y llamamos a este bodrio cleptocrático, “Socialismo del siglo XXI”. Creo que es
hora de llamar a las cosas por su nombre.
El “Estado Comunal” no es otra cosa
que COMUNISMO, y el gobierno no desea que el término sea manejado por una
población que abiertamente rechaza la sola idea de vivir como los cubanos
tiranizados.
En cualquier estudio de opinión
pública cualitativo que consulte a sectores populares la diferencia entre
socialismo y comunismo siempre converge en respuestas similares. “Socialismo es
igualdad con dinero. Comunismo es igualdad en la pobreza”.
Y pareciera entonces, que con esa
etiqueta deslucida de “Estado Comunal” desean que los venezolanos no entendamos
que las pretensiones reales del gobierno están focalizadas en alcanzar el
objetivo planteado por Carl Schmitt en su obra “El Concepto de lo Político”,
manual totalitario del siglo pasado, libro de cabecera de Hitler, que entre
otras perlas reza que “Entre el Líder y la Masa no debe haber intermediarios”.
Por eso, la eventual dilución de
gobernaciones y alcaldías para convertirlas en estructuras comunistas, porque
comuna no viene de comunidad, viene de comunismo. Por ello, el esfuerzo en
colocar a 12 candidatos provenientes del sector militar aspirando esas
posiciones.
Por eso el interés en desmoralizar a
los demócratas en chapuceros artilugios de alteraciones extemporáneas del
Registro Electoral, mientras estos, algunos ingenuos y otros perversos, se
desgastan en una pelea intestina por repartirse una botija vacía y casi rota.
Algunos sectores jugando a CSI
Caracas, para ser los forenses que revelen la autopsia del fraude, se olvidan
que tal vez el próximo proceso electoral sea el último de su tipo, ya que el
bodrio leguleyo comunista que fue aprobado por la AN no admite elecciones
directas sino en segundo y hasta tercer grado, donde solo votan los comuneros
comunistas, aprobados por el Ejecutivo Nacional.
Entonces, vamos a seguir con pataletas
contra la MUD, insistiendo en demostrar lo que todos sabemos del lamentable y
perverso sesgo del Poder Electoral.
Amigos, el adversario está del otro
lado de la acera, y mientras un grupito intenta congraciarse con los más
radicales, el chavismo no descansa en procurar las condiciones necesarias para
transformar por vía constitucional a nuestro hermoso país en la República
Popular Bolivariana de Venezuela, dándole a nuestros nietos la garantía de dos
pares de zapatos al año y una carta de racionamiento para sus familias.
Cuando nos toque hablar del
tema, por favor, no digamos Estado Comunal, llamemos el monstruo por su nombre:
¡¡¡Es COMUNISMO!!!
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