Por Mario
Villegas, 30/12/2012
Columna de Puño
y Letra
Si el modelo de
seguridad que postula el gobierno es el que se ve por la zona donde este servidor
habita, está muy lejos de producir los resultados de que alardean las
autoridades y mucho más lejos de lo que los ciudadanos esperan.
Hace unos días y
a plena luz del sol, tres de los doce apartamentos del edificio en el que vivo fueron
impunemente violentados por delincuentes y dos de ellos parcialmente
desvalijados. Sus propietarios estaban ausentes, por lo que al menos no se vio
en peligro su integridad personal. Semanas atrás, algo parecido había ocurrido
en un edificio vecino, donde los antisociales hasta metieron un camión,
amenazaron a punta de pistola a varios residentes y saquearon sus apartamentos.
Pero eso no es
todo. En la misma cuadra, dos personas han sido asesinadas a tiros y otras
heridas, mientras que en la misma manzana varias han sufrido los rigores del
secuestro, numerosas asaltadas y despojadas de sus carteras, celulares y demás
pertenencias, gran cantidad de automóviles han sido robados, sopotocientos viandantes
víctimas de arrebatones y unos cuantos comercios atracados, uno de ellos con
decenas de clientes adentro. Para remate, en el sector pululan indigentes,
malandrines, drogadictos y borrachines, que completan un cuadro de extrema
inseguridad. ¿O será acaso una “sensación”, como ha afirmado esa caja de
sorpresas en que se ha convertido el colega José Vicente Rangel?
Va para dos años
que el jefe de la Guardia Nacional en el sector asistió a una asamblea con el
consejo comunal y los vecinos, donde el oficial prometió vigilancia y
patrullaje, lo cual efectivamente cumplió durante un par de días. Desde
entonces, la orfandad de la comunidad es total. No se ve a una sola patrulla,
mucho menos a efectivos militares o policiales en recorridos por la zona.
Y, por cierto,
no vivo en Miranda, que según el gobierno es el estado más inseguro del país. Resido
en La Campiña, parroquia El Recreo del Municipio Libertador, cuyo alcalde no es
el inepto/escuálido/apátrida/majunche Henrique Capriles Radonski sino el
eficiente/revolucionario/patriota/magnífico Jorge Rodríguez.
Cómo será la
cosa en La Campiña que hasta PDVSA, habitualmente custodiada por la GN, cuyo
módulo al frente del la petrolera fue desvalijado por los malandros, creó un
cuerpo parapolicial exclusivo y muy bien dotado con el fin de prestarle
seguridad a su propio personal en los alrededores de la sede. Los vecinos, en
su mayoría clase media modesta y trabajadora, no tienen el músculo financiero
para hacerse de una gran red de vigilantes parecida al órgano que la empresa de
los hidrocarburos se paga para sí misma con el petróleo que pertenece a todos
los venezolanos. Así que en La Campiña, lo único seguro es PDVSA.
Es un acierto la
creación de la Universidad de la Seguridad y de la Policía Nacional
Bolivariana. Pero cuando se escucha a los jerarcas oficiales hablar de las
políticas de seguridad y de sus maravillosos resultados, cualquiera siente como
si estuviesen hablando de un país distinto a éste que nos toca vivir a los
demás ciudadanos.
BREVES
l
Alarma
que una arepa rellena cueste más de 50 bolívares. Y no se trata de ningún
relleno extravagante u oligárquico, sino de una arepa con proletario queso
blanco o amarillo, carne mechada, atún, perico u otro ingrediente común. Tampoco
se trata de una arepa servida en lujoso restaurante sino en la barra de una
modesta arepería a la entrada de la avenida Casanova. ¿Cuántas arepas salen de
un kilo de harina que cuesta 5,93 bolívares? ¿Y cuánto pueden costar los cien
gramos o menos del producto del relleno? ¿Dónde están los organismos de defensa
del consumidor? ¿Y dónde la conciencia social de los empresarios? Hace tiempo
el presidente Hugo Chávez hizo un llamado a la sensibilidad de los dueños de
las areperas para que racionalizaran sus precios. Por lo visto eso no ha
ocurrido. Defiendo el derecho de los particulares a producir bienes y servicios
a precios que cubran sus costos y deriven razonables ganancias, pero no
acompaño los excesos, más propios de la especulación que de la responsabilidad
social empresarial. ¿Querrán que el gobierno haga lo que, casi cuarenta años
atrás, hizo el de Carlos Andrés Pérez, con Diego Arria al frente, que fue
regular los precios del popular alimento nacional?
Twitter: @mario_villegas
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
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