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domingo, 19 de mayo de 2013
Maduro está traicionando su padre
Por Abg. José A, Martín, 17/05/2013
@Lamzelok
En el Olimpo de la historia la palabra “traición” ha estado fuertemente ligada al vocablo “fidelidad” y esta última a la palabra “juramento”. Tal vez, el caso más conocido en toda la humanidad ha sido la tragedia de Caín y Abel. Todo ello, sin desacreditar a Josefo y su triste papel en el suicidio en Masada o el caso Judas Iscariote traicionando a nuestro señor Jesucristo por tan solo treinta denarios. Pero, a través de los siglos históricamente hablando han surgido personajes impíos tales como Basilio quien ejecuto a Miguel III Emperador de Bizancio; Cayo, Calígula, Nerón, Marco Antonio, Cleopatra, los Borgia, el famoso Obispo de Luçon (Cardenal Richelieu), María de Médicis, etc. cuyo papel en la historia han quedado sellados a media noche bajo la impronta de los filos de los puñales y/o de la traición.
Es correcto afirmar que “El príncipe” de Nicolás Maquiavelo es la obra cumbre que fija los parámetros de la política de la edad media y enseña al “príncipe” el mantenimiento del poder absoluto por medio de diferentes métodos, incluyendo el amor, el temor y la traición para evitar la revolución del pueblo. La cuál inevitablemente llego a través de los siglos en varias naciones comiendo y traicionando poco a poco, a sus propios hijos. Como fue el caso de Jean Paul Marat, Robespierre, Trosky, Lenín, etc.
El mal de las revoluciones es que casi todas acaban con el orden, la estabilidad y el progreso de las Naciones, sin dejar nada a cambio. Algunas de ellas se dan el lujo de morir en cama, de ser derrumbadas o ver su fin con el último suspiro de su máximo líder. Pero para otras revoluciones su destino y más terrible castigo o sentencia de muerte. Es el de ser aniquiladas no por sus enemigos y por sus propios detractores. Si no, por el contrario sufriendo la última puñalada y el postrimero soplo de aliento, de manos de sus propios hijos o camaradas revolucionarios. Y este, parece ser el caso del llamado chavismo o fin de la revolución bolivariana.
Atrás, quedo el Comandante de la revolución bonita. Hablando políticamente Hugo Chávez Frías se encuentra ad infinitum cuatro metros bajo tierra y en el más grotesco olvido; ya nadie en Venezuela habla de él. Quedo más relegado que la viuda de Mao, tras su muerte. Salvo, los más adláteres, genuflexos y radicales que insisten en mantener viva una palabra agónica y un proyecto espasmódico fracasado del siglo pasado. Mientras que el mundo gira 360 grados en sentido contrario y se encamina hacia un siglo de significativos avances y luces para la humanidad. La revolución chavista insiste en sobrevivir externamente bajo una crisis de seguridad hemisférica y en un contexto interno dentro de nuestras fronteras bajo el desplome de la vitrina política que nos recuerda los tiempos antes de la caída el muro de Berlín en los años 80. Maduro, a regaña diente lo sabe y también lo reconoce puertas adentro las diferentes facciones del chavismo más radicales. La pregunta para él no es que decisión tomará mañana, sino cuanto le quedará sentado en el trono de la revolución.
Detrás, de una aparente solidez política y el apoyo del eje LA HABANA – CARACAS – BUENOS AIRES comprado a fuerza de realazo puro con billetes con la cara de Benjamin Franklin. Los problemas del país con los cuales jugaba malabares el Comandante Presidente gracias a su enorme poder de carisma y popularidad comienzan a agravar aceleradamente la crisis del país y apunta “hipotéticamente” a ser cada día más violenta. Ya los problemas multifactoriales y multidimensionales comienzan a causar escozor, preocupación e irritación entre el llamado comando cívico militar, el gabinete económico y sus propias filas revolucionarias.
Y todo esto, sin hablar de VENECUBA y del ex – país en la cual nos hemos convertido bajo la égida de unos partidos políticos de oposición que no le hablan claro a los venezolanos, hacia a donde vamos. Y menos, tratan de organizar a la sociedad civil en medio de este desastre. No, solo se trata del enorme fraude electoral y de la ilegitimidad de origen que le imputa el pueblo. Es el detrimento propio del desgaste del poder que corroe sus bases; es la quiebra económica de casi todos los sectores del país; son las expropiaciones, la inflación y el costo de la vida; es la escases de alimentos y medicamentos, las confiscaciones, la falta de gerencia y la inseguridad que no te permite vivir tranquilo ni cuando duermes de noche.
Son los derechos humanos y los presos políticos, es la corrupción a todos los niveles, el irrespeto al Estado de Derecho y la complicidad de Poderes. Y sobre todo, es el constante, reiterado y continuo ultraje a la Constitución de la República. Todo ello, nos ha sumergido en una crisis política cuya salida no se vislumbra en el horizonte político por más dialogo que se trate de imponer en una Asamblea, prácticamente con la santa maría cerrada. Señores, en cuatro palabras francas, sinceras y llanas “el juego esta trancado”. No van a repetir las elecciones ni van entregar el poder pase lo que pase en el TSJ en cuanto a las impugnaciones; y en esto hasta un ciego está muy claro. Y Maduro, lo sabe.
Nadie en Venezuela, se ha olvidado de esos cuentos de pajaritos acerca de la salud del hoy difunto presidente que transmitían todas las noches por cadena nacional, los enchufados rojos rojitos. Y menos, hablemos del golpe jurídico que le acertó a la Nación el TSJ con una sentencia inocua, contradictoria e ilógica que no soportaría ni el más simple análisis jurídico. Es decir, que coloquialmente hablando – y discúlpenme el ejemplo – el saco de legalidad e ilegitimidad en Venezuela es más pesado, de lo que escurre el bulto. Lo sabe, Maduro and Company; y esta es una realidad tan plena como la luz de la luna.
Tal vez, por todo este argumento se ha tenido que sentar el aficionado e improvosado ornitólogo rojo rojito, a meditar su propia realidad política. Solo; aislado; sin poder alguno dentro en la cúpula militar totalmente contralada por “ojitos lindos” y sin poder de decisión dentro del chavismo divido en varias tendencias. Y sin respaldo político o de la sociedad civil salvo el poco que ostenta en el ejercicio ilegítimo de sus funciones, en medio de los atrincherados cacerolazos que le dan cada vez que abre la boca por tv. Él ha comprendido duramente que su separación de la revolución es el mejor camino para su sobrevivencia, políticamente hablando. Aunque ello signifique traicionar la memoria de su padre Chávez. No, no es una locura de Nicolás. Es una decisión tan lógica como aquel que practica el pragmatismo político. En momentos, álgidos y duros políticamente hablando.
Así, como para su predecesor Santos era el mejor amigo. Ahora, para él su nuevo y mejor amigo es Lorenzo Mendoza y empresas POLAR. E incluso me atrevería decir, que el enfriamiento de la calle o baja de la temperatura de la tremenda “arrechera” social por parte de la oposición. Pasaría por un acuerdo tras bastidores alejados de las luces con los arcaicos carcasmanes y las viejas cúpulas y estructuras políticas acomodaticia de la 4ta república. Mientras el “auto proclamado” hijo de Chavez trata de ganar tiempo ¿Qué cosas tiene la política, no?. Atrás quedaran seguramente las comunas y la palabra expropiación e invasiones que seguramente estarán extraoficialmente vetadas del léxico oficial. Tal vez, para alegrar al chavismo radical seguirá el Cirque du soleil de las declaraciones revolucionarias para mantener contentos a los aliados y activo al chavismo radical. Que es el último bastión que le queda.
Pero, en el fondo detrás de las puertas cerradas, se sobara las manos le dará encantado el brazo y antebrazo y todo lo que sea indispensable. A cuanto empresario burgués capitalista del imperialismo mismo pitiyanqui, que le resuelva el malestar social y la papa caliente que está en la calle. Y que se siente, en el ambiente.
¿Qué es una traición a su amado padre y a su legado, a cambio de gobernabilidad y de una precaria legitimidad y estabilidad política? Solo el tiempo nos lo dirá. Porque, con este acercamiento estratégico del gobierno al sector económico y financiero capitalista del país. Serán pocos los empresarios dispuestos a financiar a la oposición y a querer alentar la búsqueda de la verdad sobre las elecciones del 14 de Abril. Actualmente, en las más elevadas cúspides académicas de Europa y Asia. Se debate una terrible batalla filosófica y ética en las universidades alemanas, francesas e incluso chinas las cuales se preguntan cómo el poder del dinero y las grandes transnacionales está influyendo en los gobiernos del mundo para cambiar las decisiones de la soberanía de los pueblos. ¿Y cómo y de qué forma? los gobiernos deben actuar para ponerle límites al factor monetario en el campo político. Para hacer respetar la voluntad de Naciones enteras.
En América latina existen gobiernos y naciones que se han alejado del campo moral y democrático. Para convertirse, en agencias de negocios y grupos outsourcing económicos de grandes transnacionales a nivel mundial. Y ese, es un debate que se tendrá que dar duramente en América latina en los próximos días y años en todos los escenarios democráticos a nivel internacional.
He decidido girar a la derecha, no por falta de creencia filosófica e ideológica en la izquierda castrocomunista y en el foro de são paolo, si no por pragmatismo político. He resuelto calladamente abandonar “momentáneamente” a mi padre y a su legado político, aunque grite, levante mi puño izquierdo, vaya a la habana y utilice el brazalete del 4 de Febrero porque sencillamente de seguir con esta revolución, terminaré estrellándome contra la pared de la cruda realidad política y económica que emerge en Venezuela.
En resumen, pareciera que la conclusión final ante los acontecimientos en pleno desarrollo de este artículo. No es que la revolución terminará triunfando con el lema rimbombante de patria, socialismo o muerte, como le hubiera encantado a Fidel y a Raul Castro. Si no, por el contrario finalizará terriblemente derrotada y aniquilada con vergüenza utilizando aquella frase de Pedro Calderón De La Barca que dice “Odiad a vuestros enemigos, como si un día debierais amarlos”. Y pareciera, que el día de amar a los enemigos para la revolución ha llegado. “Aunque eso signifique traicionar a su padre y a su legado” porque sencillamente no hay plata para sostener a la revolución. Y abandonar definitivamente aquel apotegma revolucionario de que tanto gritaba a los cuatro vientos de ”no importa que pasemos hambre, y que no tengamos ropa porque lo importante realmente, es la revolución”. Y pareciera, que la revolución y sus acólitos no aguantaron ni el primer tiro al aire sin Harina Pan, sin carne, sin arroz y sin azúcar. Pareciera, que las revoluciones duran hasta el momento que tocan el estomago de los pueblos. A donde, nos conducirá esta crisis, la verdad cruda y sincera es que nadie lo sabe y el juego sigue trancado. Aunque el hijo traicione al padre.
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