Por
Jesús Alexis González, 06/06/2014
El
12 de junio 2012, la denominada Revolución Bolivariana presentó un Programa de Gobierno en aras de “darle
rostro y sentido a la Patria Socialista”, el cual se dio a conocer como la Propuesta del Comandante Chávez para la
Gestión Bolivariana 2013-2019; siendo adoptado posteriormente por el
presente Gobierno como su Plan de Desarrollo Económico y Social, enfatizando
en el manejo soberano del ingreso nacional para emplearlo en los objetivos
socialistas al margen de un concreto modelo económico, entendido como un proceso impulsado por el Gobierno en
función de organizar la economía sustentado en un juicio de valor sobre el país que se puede desear (cuál debe
ser, qué debe hacerse) para lo cual se formulan políticas económicas que han de reflejar hipótesis basadas en
ideas, una finalidad, un diagnóstico de la realidad y con estrategias para alcanzar ese país que se aspira.
Dos
años después, se estima para este 2014 una contracción económica (caída del
PIB) no menor al 1,5%, siendo que según cifras del BCV durante el I trimestre
de este año ya la economía experimentó una contracción cercana al 4% (en ese
mismo lapso la industria manufacturera reflejó una capacidad ociosa superior al
52%); lo cual facilita inferir que la inflación al final del año pudiera
superar el 80%, la escasez podría situarse por encima del 35%(en abril superó
el 30% en alimentos básicos) y el desabastecimiento estaría cercano al 33%. Tal
lúgubre panorama, se vuelve más crítico si ponderamos ciertas estimaciones que
visualizan que durante el 2014 el servicio de la deuda externa consumirá el 25% del ingreso nacional por
concepto de exportaciones petroleras (las no petroleras como el hierro,
aluminio, acero y manufacturas son de poca importancia fiscal y mantendrán su
tendencia decreciente), situación que por otra parte hará difícil cancelar la
deuda con el sector privado superior a los US$ 13.500 millones. A tal escenario
de dificultades, ha de añadirse, por un lado, que PDVSA mantiene una deuda
(¿?) con el BCV superior a los 475
millardos de bolívares (recientemente emitió deuda por US$ 9.500 millones);
mientras que por otro lado resulta preocupante que durante 2013 América Latina
captó inversiones extranjeras por un monto superior a los US$ 130.000 millones,
en los cuales Venezuela participó con US$ 3.700 millones (2,8% del total); con
el agravante que en dicho monto no hubo
inversiones de capital ya que más de la mitad correspondió a reinversiones
de utilidades (en áreas no medulares) ante la imposibilidad de repatriarlas, y
el resto a préstamos con las casas matrices.
En concordancia con lo expuesto, ha de suponerse que en 2014 se profundizarán los desequilibrios
macroeconómicos y se ampliará la órbita de los controles de precios en especial
sobre los bienes y servicios de consumo masivo, en aras de desviar la atención
en relación a la crisis económica de fondo; de igual modo se continuará atizando en mayor proporción el Sicad II como
herramienta compensatoria del desequilibrio fiscal (por la vía del ingreso) a
la luz de la mayor cantidad de bolívares que potencialmente recibirá PDVSA
(devaluación encubierta), lo cual no impedirá que el Gobierno siga imprimiendo
dinero exacerbadamente ante el impacto de la escasez de divisas y de la “necesidad política” por mantener la tendencia creciente del gasto
público, que ya en los 4 primeros meses del 2014 la liquidez monetaria creció
en un 12% por un total de 227,6 millardos de bolívares (65% superior al mismo
lapso 2013). Esta perversa modalidad, de emitir dinero inorgánico con la sola
finalidad de aumentar el gasto público, presionará aún más sobre indeseable
inflación induciendo al propio tiempo una pérdida del poder adquisitivo del
venezolano superior al 14% en 2014, propiciando obviamente una caída en el
nivel de vida por la vía del ingreso (pobreza en marcha) para una
estratificación socioeconómica del consumidor que en la actualidad refleja,
según Datanálisis, un 2,2 en los
estratos A y B; un 18,1% en el estrato C;
un 36,3% en el estrato D y un 43,4%
en el estrato E.
Desde
un ángulo complementario, debemos mencionar que la inflación general 2013 se
situó en 56,2% (sin incluir la reprimida y la suprimida), mientras que la de
alimentos superó el 75%; siendo que entre abril 2013 y abril 2014 la inflación
acumulada fue de 61,3% (5,7% en abril). Como un dato elocuente, vale resaltar
que esta tasa venezolana fue superlativamente superior a la de Ecuador (2,7%),
a la de Brasil (5,9%), a la de Bolivia (6,48%), a la de Uruguay (8,5%) y a la
de Argentina (28,4%).
A
manera de reflexión final, nos
permitimos mencionar que compartimos la opinión formulada por la “Terca Economía” al momento de
instalarse el esperado dialogo económico (¿?), en cuanto a que en esta materia
no habrá ni corrección ni rectificación, salvo que las fuerzas del mercado dentro
del circuito económico presionen en contrario.
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