ALFREDO MEZA Caracas 11 JUN 2014
La escasez de materiales
afecta de lleno a las clínicas privadas de Venezuela
La peor pesadilla de la clase media de
Venezuela, y en general de todos aquellos que poseen un seguro médico, está
empezando a hacerse realidad. Las clínicas privadas han comenzado a sufrir los
efectos de la prolongada escasez que afecta a Venezuela desde 2013 y la calidad
del servicio está comenzando a decaer. Esto no deja de ser una tragedia en un
país cuyos hospitales públicos están en la ruina. En esos centros asistenciales
mantenidos por el Estado, por ejemplo, se difieren durante meses las cirugías a
los lesionados en accidentes de motocicleta por falta de prótesis. En las
emergencias y en las consultas los pacientes hacen largas esperas debido al
déficit de médicos y de materiales médico-quirúrgicos. Muchos recién graduados
han preferido emigrar en busca de mejores oportunidades laborales.
Aunque en las clínicas —la sola
mención de este nombre evoca a la medicina privada en Venezuela— la falta de
insumos no ha llegado a ese extremo, sus juntas directivas están más que
preocupadas. La semana pasada la prensa local publicó un informe de la
Asociación Venezolana de Distribuidores de Equipos Médicos, Odontológicos, de
Laboratorios y Afines que denunciaba el aumento de amputaciones de los miembros
inferiores en clínicas y hospitales debido a la escasez de stents periféricos,
que dilatan las arterias para normalizar el flujo de la sangre hacia las
piernas y pies.
Cristino García, director de la
Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales, confirmó a los medios
venezolanos que eso ha ocurrido en la medicina privada. Por la falta de
insumos, cuenta, se están postergando las intervenciones electivas como
implantes cocleares (un aparato que permite recuperar la audición,
especialmente en niños de entre 3 a 5 años), cirugías bariátricas (reducción
del tamaño del estómago en pacientes con obesidad mórbida) o la colocación de
válvulas cardíacas. El protocolo para tratar los infartos de miocardio
retrocedió, según sus estimados, unos 20 años. Algunos médicos están volviendo
a aplicar la estreptoquinasa, un medicamento que disuelve los coágulos en
pacientes que sufren ataques al corazón, porque carecen de stents coronarios,
un dispositivo que amplía las arterias estrechas, para efectuar angioplastias.
La actual crisis comenzó con llamadas
de atención discretas a finales de 2013. Pero el 24 de abril de 2014 la
directiva publicó en su página de Internet un comunicado que daba cuenta de una
profundización de los problemas operativos. Hace mes y medio afirmaban que de
los 239 insumos, fármacos y equipos médicos de uso corriente que se utilizan en
sus establecimientos afiliados, 200 estaban agotados en el país y el resto se
conseguía luego de muchas dificultades. Hoy García siente que esa situación no
ha cambiado. Se han reunido en tres ocasiones con el Ministerio de Salud y han
comprobado las dificultades burocráticas que tienen sus proveedores nacionales
para recibir dólares, como la mayoría de los sectores del país.
Se trata de un capítulo —uno más— que
revela los estragos del control de cambios en la economía local, que está
vigente desde 2003. Después de 11 años el modelo económico chavista parece
haberse agotado. Al Gobierno no le alcanzan los dólares subsidiados para
entregar a los proveedores de las clínicas, las cuales importaron insumos
contando con ese dinero. El elevado gasto público, los compromisos con las
alianzas políticas en el Caribe y la imposibilidad de aumentar la producción de
petróleo por los problemas operativos de Petróleos de Venezuela han provocado
la acumulación de deudas casi inmanejable con todo el sector privado, de
vocación importadora por antonomasia. El gremio de la medicina privada calcula
que el Estado debe a los importadores locales de equipos médicos unos 1.300
millones de dólares desde 2012. Después de tres reuniones, cuenta García, el
Gobierno solo ha cancelado 10% de ese compromiso.
El Gobierno asegura que se fugaron más
de 20.000 millones de dólares en importaciones ficticias y que por esa razón
está restringiendo la entrega de moneda estadounidense. Y se ha dado a la tarea
de revisar con lupa esa deuda que mantiene con el sector privado. El Gobierno,
mientras tanto, ha asumido la intermediación en un esfuerzo por reactivar la
economía, pero no ha tenido el mejor desempeño. En ocasiones se debe a la
ineficiencia, en otras a la falta de pericia y en otras a que el sector no ha
sido tomado en cuenta. Es el caso de las clínicas. Cristino García refiere que
el Ministerio de Salud está importando material médico de Uruguay y Argentina
para el sector público para abastecer hospitales. La asociación no está incluía
entre los destinatarios.
Las cifras de la inflación en el
sector de servicios hospitalarios —12,3% hasta marzo, mucho más que el promedio
nacional de 9.8% hasta ese mes— dan cuenta también de la crisis del negocio.
Hace un año el gobierno reguló los precios que debían cobrar las clínicas
privadas por sus servicios. García afirma que el 83% de sus afiliados cerró sus
balances de 2013 con números en rojo. Después de describir todo este panorama
no le quedan dudas. “La medicina privada en Venezuela atraviesa por la peor
crisis de su historia”.
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