Por Gustavo Yepes, 08/06/2014
Magnicidio (Del lat. magnus, grande, y –cidio, muerte, destrucción,
exterminio). Se aplica a personas importantes.
Si vamos al origen de la palabra, el término
se refiere a la muerte, destrucción o exterminio de algo grande, que en el caso
que nos ocupa mide 1.90 y ya lleva, humildemente, 13 intentos. El Rey de los
Magnicidios, quien aparentemente sigue vivito y coleando, mide 1.91 y tiene en
su haber 638 intentos, record difícil de superar aunque dicen que los records
son para romperse. El finado tuvo 101 intentos de “medianicidio”, porque apenas
medía 1.73. Estos datos, lo admito, son ridículos, tan ridículos como son los
argumentos y las denuncias que los sustentan.
Los intentos de magnicidio son muy
importantes para los tiranos y la historia lo ha demostrado. Sirven para
desviar la atención de las atrocidades que cometen y de los verdaderos
problemas que agobian a los ciudadanos. También sirven para satanizar, y a
veces eliminar, a quien más convenga de acuerdo a las circunstancias, por lo
general aquellas personas que dicen la verdad, que resulta ser el enemigo más
poderoso que enfrentan. Lo que la gente no se da cuenta es que el verdadero
magnicidio lo cometen, todos los días, los que se hacen las víctimas,
aprovechándose de todo el poder que les brinda su circunstancial paso por el
mismo.
Cuando el régimen
intenta destruir física y moralmente a alguien verdaderamente importante como
Simonovis, Leopoldo o María Corina, por sólo citar tres ejemplos, está incurso
en intento de magnicidio y es fácil determinar quiénes son los autores
intelectuales -quienes los acusan- y los autores materiales -quienes los
sentencian.
Yo quisiera saber quién
es más importante, el tirano, o un solo niño, un sólo enfermo, una sola madre,
en fin, un solo venezolano que muere en los hospitales porque no hay insumos o
medicinas para mantenerlo vivo. En este caso, también es fácil determinar
quiénes son los autores intelectuales y materiales, que se han robado los
reales que deberían ser invertidos en la salud.
Comparemos la
importancia del tirano con la de cualquier venezolano, de cualquier edad,
tamaño, color, religión o parcialidad que muere a causa del hampa. Los autores
materiales generalmente quedan impunes, pero los intelectuales salen todos los
días por TV, sembrando el odio, promoviendo y protegiendo la acción de grupos
violentos, liberando a quienes deberían estar presos, recibiéndolos incluso en
Miraflores, y dando un mensaje claro de impunidad que contrasta con la
persecución a quienes usan como únicas armas la palabra y la verdad.
El verdadero magnicidio,
el de todos los días, lo están cometiendo los circunstanciales dueños del poder
en contra de gente muy importante, pregúntenle a sus familiares y amigos, que
deberían estar viviendo una vida digna, morando en sitios dignos, teniendo la
oportunidad de comer con dignidad, de expresarse libremente, de salir a la
calle sin miedo, incluso de morir dignamente. La suma de todos estos
magnicidios tiene un destino que los aterra, La Haya. Esta es una esperanza
para muchos que deseamos justicia, pero es a la vez el mayor estímulo que
tienen para mantenerse en el poder. La presión debe mantenerse.
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