ARGELIA RÍOS viernes 1 de agosto de 2014
@Argeliarios
El gobierno se muerde la cola al
postergar la adopción de las medidas económicas. Maduro no las ha tomado porque
su liderazgo es frágil y teme que los efectos acentuarán todavía más su
debilidad. Pero, en realidad, ha quedado atrapado en un círculo vicioso:
mientras más tiempo se tome en iniciar los correctivos, peores serán sus
circunstancias personales. El mundo de las percepciones es una dictadura en la
que no mandan las realidades: cada semana que transcurre sin anuncios, la
responsabilidad del fundador de la revolución se diluye ante los ojos del
pueblo bolivariano y se eleva el grado de culpabilidad de su heredero. Al día
de hoy, Maduro es culpable de que las cosas hayan llegado al punto de erosión
en que estamos.
Con la postergación del ajuste, las
calamidades que padecen los ciudadanos se van vinculando más a la gestión
sucesoral que a la del comandante, aunque fue éste quien dilapidó miles y miles
de millones de dólares cuyo destino hoy se desconoce. El cuadro es
tremendamente perverso. De tanto analizar los daños colaterales del ajuste,
para morigerar sus consecuencias sobre "el heredero", más perjuicios
se le suman y peor parado sale de las comparaciones habituales que se hacen
entre él y el "santo padre"
del proyecto revolucionario.
La debilidad de Maduro que ha sido
clave en las dilaciones también se ha vuelto un problema crónico: al no encarar
con celeridad la tragedia económica, han quedado expuestas otras fallas
personales que profundizan el pesimismo alrededor de sus limitaciones. Los
titubeos que emanan de su actuación nada colaboran con la convicción que ahora
mismo se requieren de él: no sólo para que sus auditorios comprendan el tenor
de la encrucijada actual, sino incluso para hacerle frente a la ortodoxia
radical, que se ha salido con la suya al horadarle su capacidad de maniobra y
al provocar todas estas inconvenientes demoras.
Maduro, sin embargo, debe tener otro
tipo de inquietudes: si el paquete económico posee como se colige de todo el
teatro revolucionario un decidido respaldo militar, y si la FANB es garante de
que su evolución ocurra sin contratiempos sociales incontrolables, no habría
motivos de gran peso para que persistan todos estos retrasos que minan la
confianza que el ajuste necesita generar. Al fin y al cabo, serán las bayonetas
las que asegurarán la viabilidad forzada de las medidas. Colocadas las cosas en
una balanza, las diferencias ideológicas resultan una razón inferior para
explicar tanta irresolución. Si Maduro teme a algo distinto de lo que es
visible, su indecisión y sus vacilaciones sólo sirven para reforzar las causas
de sus aprensiones. Hasta los pragmáticos del "proceso" están
comenzando a alarmarse.
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