IBSEN MARTÍNEZ 5 AGO 2014
Venezuela
y Colombia fueron alguna vez, por breve tiempo, un mismo país cuya capital era
Bogotá
Venezuela y Colombia fueron alguna
vez, por breve tiempo, un mismo país cuya capital era Bogotá.
Aquella confederación fue un
imperativo estratégico de la Guerra de Independencia. Pero la llamada Gran
Colombia, provisional subproducto de un conflicto bélico, no tenía posibilidad
alguna de perdurar como nación republicana y liberal. Antes de cumplir una
década, terminó fatalmente en dictadura: la del mismísimo Simón Bolívar,
indiscutible fundador del militarismo en Sudamérica, y quien solo antes de
morir en 1830 se resignó a la secesión Venezuela. A Bolívar se le atribuye la
frase: “Venezuela es un cuartel, Colombia una universidad y Ecuador un
convento”.
Un macabro y muy bien averiguado
cómputo arroja que, en más de 200 años de vida independiente, Venezuela ha
redactado 23 constituciones y padecido alrededor de 170 pronunciamientos,
asonadas, cuartelazos y... “revoluciones”.
En 184 años de vida republicana los
militares han gobernado durante 140 de ellos y no hemos tenido más que 36 jefes
de Estado civiles. Hoy día, son militares quienes encabezan el 48% de los
Gobiernos estatales y el 20% de los ministerios. Se calcula que en 15 años de
chavismo más de 1.600 militares, activos o en retiro, han ocupado altos cargos
en el funcionariado estatal.
El presidente Nicolás Maduro, un
civil, viste frecuentemente una guayabera verde olivo con jinetas en los
hombros que semejan charreteras, como un rehén que buscase mimetizarse con sus
secuestradores.
¿Qué nos hizo pensar a los venezolanos
que un breve receso democrático, entre 1958 y 1998, nos había vacunado para
siempre contra el bolivariano flagelo del militarismo?
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