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viernes, 1 de agosto de 2014

¡Por Dios hay que salvar la Unidad!

FREDDY LEPAGE 1 DE AGOSTO 2014
@Freddy_Lepage 

El tema de la unidad de los sectores opositores está en el tapete y es una exigencia y un clamor de toda la sociedad democrática cansada de los continuados atropellos y despropósitos del régimen, primero cuando Chávez y ahora con la cúpula militar-civil que encabezada por Maduro y secundada por Diosdado Cabello, que al sentirse cuestionada –incluso por sus propios seguidores– y debilitada ante la opinión pública, ha apelado al expediente negro de una brutal represión y a la encarcelación de estudiantes y líderes políticos que se han atrevido a manifestar públicamente su descontento.  

De tal manera que es un deber y una necesidad que los partidos e individualidades que hacen vida en la Mesa de la Unidad Democrática tengan esto muy presente a la hora de tomar decisiones y declaraciones públicas. El propósito de enmienda demostrado en la reunión de la MUD el lunes pasado es auspicioso, en el sentido de que parece que hay la intención y voluntad políticas de desandar –al menos públicamente– el camino de las controversias y acusaciones de lado y lado producidas durante los últimos meses, con un saldo muy negativo para la gente que solo aspira a que las partes enfrentadas se pongan de acuerdo en función de los supremos intereses de la patria, apartando las posiciones adelantadas y las agendas propias –visibles o no– que lo que han hecho es poner el caldo morado. 

La masa no está para bollos, sobre todo cuando el gobierno se encuentra entrampado por las contradicciones de índole política, económica y social. No dan pie con bola, podríamos decir, pero eso tampoco significa que el mandado está hecho y que como reza el dicho: “solo basta con sentarte en la acera de tu casa para ver pasar el cadáver de tu enemigo”. Todavía Maduro y su cúpula tienen mucha capacidad de juego, en función de los recursos –aunque mermados– con que todavía cuentan, sin mencionar el papel de gendarme tutelar que está jugando buena parte de la Fuerza Armada. 

Vistas las cosas así, la MUD debe dejar de enfocarse en sí misma y voltear hacia los grandes problemas que aquejan a los venezolanos, conectarse de una manera directa con quienes los padecen, no solamente desde el punto de vista discursivo sino de manera directa. Es decir, los partidos deben asumir un rol más activo. En fin, hacer oposición que es su función primaria, sin olvidar por supuesto la lucha vital por la liberación de todos los presos políticos que no pueden ser vistos como presos de una parcialidad. ¡No!, son presos de conciencia de todos. Lo que hoy le sucede a alguno mañana le puede suceder otros, a menos que se porten bien de acuerdo con las reglas impuestas desde el poder que cada vez más se asemeja a una dictadura mimetizada de nuevo cuño que no actúa de acuerdo patrones tradicionales.   

En suma, hay que apostar por salvar a toda costa la unidad. Entendemos que unidad no es la del pensamiento único, ni tampoco puede ser una camisa de fuerza que impida que las organizaciones y movimientos sociales desarrollen sus actividades dentro del objetivo común que impone la realidad. Unidad dentro de las diferencias, dentro de la diversidad democrática, producto de la discusión y el debate franco, unidad como compromiso ineludible para un espacio de reencuentro de todos los venezolanos.
  
Para lo anterior es fundamental el relanzamiento de la estructura organizativa de la MUD que, además de atender los problemas electorales, sea capaz de representar e interpretar, mediante un proyecto de integración nacional, el sentir y aspiraciones de los más pobres –cada vez más desencantados del clientelismo gubernamental– y, también, del país en general.


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