POMPEYO MÁRQUEZ 05 de septiembre de 2014
Los principales
analistas del país coinciden en lo difícil que es el momento que vive
Venezuela. La conclusión, también coincidente, es que esto se desmorona. Dicho
en otras palabras, históricamente el país se encuentra en una de sus
situaciones más difíciles
Los principales analistas del país
coinciden en lo difícil que es el momento que vive Venezuela. La conclusión,
también coincidente, es que esto se desmorona. Dicho en otras palabras,
históricamente el país se encuentra en una de sus situaciones más difíciles.
Tiene dos salidas: o se rectifica o se
cambia por completo de gobierno y de régimen. Caldera tuvo la inteligencia de
cambiar con la Agenda Venezuela, como vemos en una página de análisis de El
Universal y cito: "El Ministro de Planificación de Caldera era Teodoro
Petkoff, de profesión economista pero sobre todo un veterano dirigente político
y comunicador persuasivo, que se desenvolvía en el medio político como pez en
el agua.
Por el contrario, el Ministro de
Planificación de Pérez era Miguel Rodríguez, brillante economista de sólida
formación académica, de elocuencia vehemente, pero con cierto rechazo en el
mundo político por considerarle un `tecnócrata’".
Pero Maduro las señales que emite son
las de NO cambio, y por eso se encuentra entrampado ante una crisis de
proporciones descomunales: el gobierno luce incapaz de cualquier viraje que
incluya a la mayoría de los venezolanos.
Todo lo contrario, Maduro no entendió
el consejo de Lula de que no se podía gobernar a un país con la mitad en
contra. Pero ahora no es la mitad sino es casi un consenso del cual forma parte
una porción de chavistas descontentos y dispuestos a acompañar o a encabezar
soluciones también de consenso, de unidad nacional.
Las medidas a tomar no son fáciles. Jorge
Roig, presidente de Fedecámaras, en entrevista del pasado domingo con Roberto
Giusti, refiriéndose al impacto que éstas tendrían en los sectores de menores
recursos dijo explícitamente que "no los olvidaremos", en franco
reconocimiento de que esas medidas podrán afectarlos a ellos. Entonces habrá
que tomar medidas compensatorias para esos sectores.
Es incomprensible cómo la dirección
política de la disidencia no entiende cuál es el momento que estamos viviendo,
la oportunidad de lograr un cambio favorable, el progreso del país a la
democracia, a la República civil. Pasó el momento de los paños tibios, de los
diálogos edulcorados. Llegó la hora de los cambios consensuados y con el
respaldo de la inmensa mayoría del país.
Una dirección política como la actual
no puede fallar en este trance. Tiene que ser inteligente, audaz, tolerante,
comprensiva y saber que no basta con unir a la disidencia sino que es la hora
de unir al país. Esa dirección tiene que ponerse de acuerdo en cuanto a la
salida inmediata a la crisis que como hemos dicho y lo ha repetido más de un
analista político es de profundidades como jamás había vivido Venezuela a lo
largo de su historia.
Este es un país sin gobierno. Renuncia
el gabinete y Maduro no halla qué hacer con ese vacío de poder, vacío que puede
llenar cualquiera, porque lo trágico de todo es que parece que él se encuentra
como una brizna de paja en el viento, sin saber qué hacer, y el país
desmoronándose en sus manos.
La oposición no puede permitir que eso
suceda. Lo expresamos con angustia venezolanista. No está en juego un
determinado partido, un determinado liderazgo, un determinado sector social
sino Venezuela, y la salida a la crisis está a la vista: nuevo gobierno y
cambio de régimen o rectificación con el apoyo de la mayoría nacional para
detener el desmoronamiento.
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