Por Carlos Vilchez Navamuel,
08/09/2014
Como todas las cosas en la vida, los
conceptos y las palabras muchas veces se
interpretan según las circunstancias y el territorio donde se usen, pero
también evolucionan y se transforman, quizás unas de manera más lentas que
otras, pero evolucionan, el concepto liberal no es la excepción como veremos a
continuación, por eso, los que NO comprenden esto -que generalmente son la
mayoría- se confunden constantemente. Lo
mismo sucede por ejemplo con la palabra socialismo, para Fidel Castro socialismo
es igual a comunismo (ver video), mientras tanto, otros en Europa y Sur América
lo definen diferente.
En un artículo escrito por el Premio
Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, titulado “Liberales y liberales”, el famoso escritor sintetiza la
historia de los liberales de forma magistral y nos ayuda a comprender el por qué
las diferentes interpretaciones. El escrito apareció publicado el 25 de enero
de 2014 en el periódico español, El País, En el mismo podemos observar más que
una breve historia de los liberales, una explicación del proceso natural de
pensamientos y acciones que de una u otra manera se va transformando con el
pasar del tiempo. Por su clara forma de sintetizar la historia destacamos aquí
varios párrafos de este escritor.
Vargas Llosa nos explica que “En el
pasado la palabra liberal no tenía connotaciones políticas ni religiosas, sólo
éticas y cívicas en el sentido más ancho de ambas palabras” y señala “Que en el
Quijote y la literatura de su época la palabra aparece varias veces. ¿Qué
quiere decir allí? Hombre de espíritu
abierto, bien educado, tolerante, comunicativo; en suma, una persona con la que
se puede simpatizar”. (El Quijote publicado en 1605, siglo XVII)
Luego describe brevemente que “A fines del siglo XVIII este vocablo
cambia de naturaleza y adquiere matices que tienen que ver con las ideas sobre
la libertad y el mercado de los pensadores británicos y franceses de la
Ilustración (Stuart Mill, Locke, Hume, Adam Smith, Voltaire). Los
liberales combaten la esclavitud y el intervencionismo del Estado, defienden la
propiedad privada, el comercio libre, la competencia, el individualismo y se
declaran enemigos de los dogmas y el absolutismo. En el siglo XIX un liberal es sobre todo un librepensador: defiende
el Estado laico, quiere separar la Iglesia del Estado, emancipar a la sociedad
del oscurantismo religioso. Sus diferencias con los conservadores y los
regímenes autoritarios generan a menudo guerras civiles y revoluciones. El
liberal de entonces es lo que hoy llamaríamos un progresista, defensor
de los derechos humanos (desde la Revolución Francesa se les conocía como los
Derechos del Hombre) y la democracia”.
Nos dice también que “Con la aparición del marxismo y la
difusión de las ideas socialistas, el liberalismo va siendo desplazado de la
vanguardia a una retaguardia, por defender un sistema económico y político -el
capitalismo- que el socialismo y el comunismo quieren abolir en nombre de una
justicia social que identifican con el colectivismo y el estatismo. (No
en todas partes ocurre esta transformación de la palabra liberal. En Estados
Unidos un liberal es todavía un radical, un socialdemócrata o un socialista a
secas). La conversión de la vertiente comunista del socialismo al autoritarismo
empuja al socialismo democrático al centro político y lo acerca —sin juntarlo—
al liberalismo”.
Más adelante nos explica que “En nuestros días, liberal y liberalismo
quieren decir, según las culturas y los países, cosas distintas y a veces
contradictorias. El partido del tiranuelo nicaragüense Somoza se llamaba
liberal y así se denomina, en Austria, un partido neofascista. La confusión es
tan extrema que regímenes dictatoriales como los de Pinochet en Chile y de
Fujimori en Perú son llamados a veces “liberales” o “neoliberales” porque
privatizaron algunas empresas y abrieron mercados. De esta desnaturalización de
lo que es la doctrina liberal no son del todo inocentes algunos liberales
convencidos de que el liberalismo es una doctrina esencialmente económica, que
gira en torno del mercado como una panacea mágica para la resolución de todos
los problemas sociales”.
Y añade el conocido escritor “Es verdad que algunos gobiernos
conservadores, como los de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher
en el Reino Unido, llevaron a cabo reformas económicas y sociales de inequívoca
raíz liberal, impulsando la cultura de la libertad de manera extraordinaria,
aunque en otros campos la hicieran retroceder. Lo mismo podría decirse de
algunos gobiernos socialistas, como el de Felipe González en España o el de
José Mujica en Uruguay, que, en la esfera de los derechos humanos, han hecho
progresar a sus países reduciendo injusticias inveteradas y creando
oportunidades para los ciudadanos de menores ingresos”.
Para el que esto comenta, los liberales
modernos valoramos las libertades individuales más que cualquier otra cosa, pensamos
en la libertad, entendida como el conjunto de libertades, nos oponemos a los
Estados reguladores, controladores y empresarios, pensamos también que el Estado debe ser
pequeño y eficiente, entendemos que su papel en la sociedad debe ser
posibilitador, un ente que fiscalice y cuide
del erario público y que fomente la libertad de competencia al máximo.
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