Omar Barboza Gutiérrez septiembre de 2014
Los venezolanos angustiados por el
alto costo de la vida, el desabastecimiento, la inseguridad personal, los
constantes apagones acompañados por el incremento de las tarifas eléctricas,
los apuros para poder conseguir y pagar una medicina, o para comprar los útiles
escolares y los uniformes, se sintieron reconfortados por el anuncio hecho por
el Presidente Maduro, según el cual, el pasado martes daría a conocer al país
una serie de decisiones y medidas que él llamó el sacudón dirigidas a la
solución de los graves problemas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos.
Luego de oír la extensa exposición del
Presidente en cadena de radio y televisión nacional, esas esperanzas se
convirtieron en una nueva frustración. La intervención presidencial se centró
principalmente en explicarle a los militantes del PSUV acerca de cuál era el
plan para mantenerse en el poder, y en cómo se van a repartir los cargos
burocráticos en el gobierno dentro de los diferentes grupos que hacen vida en
el partido oficial y que reclaman una parte de los privilegios que se derivan
del ejercicio de los cargo públicos, que se redistribuyeron ese día,
caracterizados por enroques, cambios de nombre de los despachos, eliminación o
fusión de ministerios y creación de varias vicepresidencias para facilitar el
reparto en cuestión .
Sucedió algo inconcebible: en un
gobierno que fuera serio y que esté enterado de cuáles son los problemas
principales que están afectando a sus gobernados, no debieran utilizarse en la
construcción del discurso tijeras especiales para eliminar de su contenido todo
lo que le interesa a la gente, y referirse solo a lo que desean los que están
enchufados en el poder.
Cuando la inflación que es el peor
azote del pueblo, llegó a final de julio al 66%, el Presidente en todo lo que
habló no mencionó esa palabra, se le olvidó explicar cómo es que en un país al
cual le han ingresado tantos miles de millones de dólares, la vida esté mucho
más cara que en todos los países vecinos, y mucho menos explicó qué pensaba
hacer para corregir el grave efecto de esta situación en la familia venezolana,
a pesar de que la inflación en alimentos ya llegó al 90%.
No dedicó ni un minuto a explicar cómo
va a hacer para detener la impresión de billetes sin respaldo por parte del
Banco Central de Venezuela (BCV), los cuales al entrar en circulación ponen los
precios por las nubes porque hay mucho papel moneda, pero en la misma
proporción se reduce la oferta de bienes y alimentos en vista del grave daño
que la política económica de este gobierno ha ocasionado a la producción
nacional. Por supuesto, es un acto de irresponsabilidad del Presidente anunciar
un sacudón, hablar horas, y no referirse al principal problema que afecta la
vida de los venezolanos, que es una carestía insoportable de todos los bienes.
El segundo problema que llena de
angustia, lágrimas y luto al pueblo venezolano es el de la inseguridad
ciudadana, al extremo de que ya el anuncio de miles de homicidios, o de
personas heridas, o secuestradas por el hampa desatada, o por la guerra entre
traficantes de drogas que nadie persigue, hace que nuestra Venezuela sea hoy
uno de los países más peligrosos del mundo, donde el número de fallecidos por
la violencia es mayor al de cualquier país que esté en guerra actualmente. Sin
embargo, al Presidente que anunció un sacudón se le olvidó decir aunque sea una
palabra relacionada con esta tragedia que acorrala a la sociedad venezolana.
Incluso trató con tanta indiferencia el asunto, que cuando se refirió al
Ministerio para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, principal responsable de
la seguridad ciudadana, tradicionalmente el ministerio más importante del país
por la alta responsabilidad que tiene en esta materia lo redujo de categoría de
tal manera que en esa repartidera de cargos y posiciones, lo ubicó en un pool
de cinco ministerios coordinados por una Vicepresidencia, dirigida por el
Ministro de Relaciones Exteriores, algo único en la historia de Venezuela, como
lo es el hecho de que las relaciones exteriores coordinen las relaciones
interiores; por supuesto, todo esto genera frustración, descontento y rechazo.
Para cerrar con broche de oro, cuando
todos los Estados del interior del país están protestando por los apagones y el
incremento de las tarifas eléctricas, con varios escándalos sin aclarar acerca
del destino de los miles de millones de dólares y bolívares destinados al
sector con resultados cada vez peores, el Presidente ni habla de esto, pero si
ratifica al Ministro para la Energía Eléctrica, lo que significa ratificar la
política de los apagones, el aumento de las tarifas, y la falta de transparencia
en el sector eléctrico. Hay que sacudirse a este gobierno, hoy más que nunca se
hace urgente el cambio político.
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