JAIME REQUENA 27 de octubre de 2014
Cuando se nacionalizó la
industria petrolera hacer eso fue una de las prioridades y se decidió dejar en
las manos de ciencia y tecnología la búsqueda de una solución
Informó PDVSA que de Argelia están
llegando varios buques cargados con millones de barriles de petróleo liviano.
El gobierno no trae ese crudo para regalarlo aquí como gasolina, ni para
refinarlo en Cienfuegos o dárselo a Daniel "el travieso" Ortega.
Lo trae para mezclarlo con nuestro
petróleo pesado y venderlo. Para comercializar los crudos pesados de la faja
la reserva petrolera más grande del globo es necesario, primero, bajarles la
densidad; hacerlos más líquido.
Cuando se nacionalizó la industria
petrolera hacer eso fue una de las prioridades y se decidió dejar en las manos
de ciencia y tecnología la búsqueda de una solución. En unos cuantos años el
Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo (INTEVEP) la encontró y, por lo
demás, muy ingeniosa. Nuestros investigadores lograron patentar un proceso de
licuefacción del bitumen mediante un detergente y agua. En 1986 se empezó a
vender Orimulsión. Sin duda, Orimulsión y la harina PAN constituyen los logros
más trascendentales de nuestros tecnólogos.
Ambos productos pasaron a ser parte de
la noción de ser venezolano; arepa y exportador de energía junto a mujeres
bellas y "ta’barato, dame dos".
El éxito de Orimulsión fue demasiado
para la burocracia roja rojita y entra en escena un personaje funesto que se
encarga de convencer al Comandante Eterno que Orimulsión era basura tecnológica
y un pésimo negocio. Bernard Mommer el personaje aprovechó el paro petrolero
para promover la liquidación de la gerencia petrolera tradicional y acabar con
se esquema de meritocracia.
Se propuso borrar del imaginario popular
la noción de un INTEVEP exitoso. Se empeñó en castigar a quienes habían
inventado Orimulsión, ahora protagonistas de la huelga general. Como parte de
ese esquema macabro de destrucción de valores, Mommer propuso cambiar
Orimulsión por algún otro proceso que le diese salida a los crudos pesados y
escogió mezclarlos con crudos livianos.
A pesar de voces de alerta acerca de la
inviabilidad de una estrategia que requiere disponer de un gran volumen de
petróleo liviano (que no tenemos) para ser usado como diluyente de crudos
pesados (que se disponen en cantidad), se procedió a cambiar lo barato jabón y
agua del Orinoco por petróleo bien caro. Se canceló Orimulsión y el INTEVEP
fue desmantelado con el despido masivo y televisivo de miles de sus
investigadores, el fatídico martes 4 de febrero de 2003. Tratados como perros
sarnosos sus investigadores terminaron yéndose a Canadá, USA, México, Colombia
y hasta Arabia.
Ante una producción petrolera en
declive, compromisos inaplazables de pago de deuda china con petróleo y sin un
INTEVEP que genere fórmulas innovativas para darle salida económica a nuestros
crudos pesados, no queda otra alternativa que quemar dólares comprándole
petróleo a otros.
Estamos pagando la matanza del INTEVEP y
de su Orimulsión.
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