Fernando Mires 17 de octubre de 2014
Colaborador habitual del diario Tal
Cual, escribo estas líneas con cierta tristeza. Puede que mi espacio -“Escribo
y Comento”- no aparezca más en un periódico a punto de ser clausurado como
consecuencia del boicot del papel ordenado por el régimen. Razón por la que
esta vez no solo escribo “para”, sino también “sobre” Tal Cual, el diario
opositor más peligroso para el chavismo. Peligrosidad reconocida. Si no, el
régimen no actuaría con tanta saña en su contra.
Desde que nació, Tal Cual ha sido
sometido a presiones, ha debido pagar por cualquiera nimiedad multas siderales,
y su director, Teodoro Petkoff, debe comparecer una vez por semana ante los
aparatos judiciales, acusado del delito de difamación por el difamador más
grande que ha conocido la historia de Venezuela.
A primera vista parece incomprensible.
El lenguaje de Tal Cual no es ofensivo. Más bien es irónico y se caracteriza
por el buen sentido del humor. Pero ironía y humor no son virtudes cultivadas
por los revolucionarios del siglo XXl, tan dados a practicar ritos necrófilos
dirigidos a la ultratumba (Guevara, Chávez, Serra).
El problema para ellos es otro: Tal
Cual es un periódico de izquierda.
Si Tal Cual fuera un periódico de
ultraderecha y si, además, sus páginas dieran cabida a redactores golpistas,
guarimberos, anti-MUD y divisionistas, probablemente no habría ningún problema.
Esa es justamente la prensa “enemiga” que necesitan Cabello/Maduro para
endurecer su política, llevar más militares al poder, desatar sus “guerras”
(ideológicas, económicas, microbíoticas). Pero Tal Cual rompe sus esquemas, se
les mete en sus filas –no pocos chavistas lo leen- y los cuestiona en su propia
identidad. Y por si fuera poco, Tal Cual conoce a fondo a los “hombres nuevos”
del régimen. Sabe quienes son y cuando mienten. El veredicto chavista no deja
entonces de ser racional. Tal Cual no debería existir. Hay que eliminarlo. Más
allá del chavismo, no habrá otras izquierdas.
Hay que convenir sí, en que las
coordenadas izquierda y derecha ya han perdido validez universal. En Europa los
gobiernos de derecha llevan a cabo los programas de la izquierda y viceversa.
En los EE UU dicha coordenada no ha existido nunca. En el mundo musulmán luchan
chiítas contra sunitas, pero no izquierda contra derecha. El comunismo chino
impulsa a la economía más capitalista del planeta. Solo en América Latina la
izquierda y la derecha han conservado cierta validez, lo que no impide que los
gobernantes autodenominados de izquierda dolaricen la economía (Ecuador) o se
conviertan -vía importaciones- en los mejores clientes de USA (Nicaragua) o
vendan hasta la última gota de petróleo al “imperio” (Venezuela). No obstante,
Cabello/ Maduro insisten en presentarse como vanguardias de todas las
izquierdas, supuestas o reales. En ese proyecto, Tal Cual es para ellos una
piedra en el zapato.
Peor todavía, Tal Cual defiende los
ideales más auténticos de lo que fue en sus orígenes la izquierda histórica. En
cierto sentido continúa las tradiciones de la izquierda socialista originaria,
es decir, de esa izquierda pre-soviética
(o pre-asiática) que desde la antigua Europa nació uniendo la lucha social con
la ampliación de las libertades políticas. Las mismas libertades que hoy son
conculcadas por regímenes que se dicen de izquierda.
Afirmar que Tal Cual y sus colaboradores
representan a la izquierda histórica puede ser un despropósito para quienes
confunden la identidad de ser de izquierda con un simple anti-americanismo
retórico, versión vulgar de lo que una vez fue una compleja teoría del
imperialismo (Rosa Luxemburg, Hilferding, Bujarin, Lenin).
Mas, para no cansar a nadie con
teorías explicaré el tema con un ejemplo de la vida cotidiana.
Hace algunos días, discutían en la
televisión alemana un representante de “Die Linke” -partido donde sobreviven
algunos estalinistas- y un periodista conocido por sus ideas libertarias. En un
momento, cuando este último deslizó una crítica a los llamados “socialismos del
siglo XXl”, el otro lo interrumpió con la consabida frase: “Lo que pasa es que
usted defiende posiciones contrarrevolucionarias”
El periodista, lo miró muy fijo y
luego respondió: “¿Contrarrevolucionario yo? Escuche bien: No hay revolución en
el mundo que yo no haya apoyado. Yo apoyé a la revolución ciudadana de Praga de
1968. Yo apoyé a la revolución obrera de Solidarnosc en Polonia. Yo apoyé a la
revolución democrática que culminó con la caída del muro en 1990. Yo apoyé a
los revolucionarios de Rumania en contra de la tiranía de Ceausescu .Yo apoyé a
la revolución naranja de Ucrania de 2004 y a la de los estudiantes iraníes de
2009. Yo apoyé, aún sabiendo que iban a perder, a los revolucionarios de Túnez,
Egipto, Libia y Siria. Y hoy apoyo, a la revolución de los paraguas de Hong
Kong. ¿A cuántas de esas revoluciones ha apoyado usted? ¿A ninguna? ¿Y se
atreve usted a decirme a mí, pedazo de (...... ) que yo soy el
contrarrevolucionario?
Debo confesar que ese periodista habló
a nombre de muchos. Los que escribimos en Tal Cual habríamos respondido, cada
uno en su estilo, de un modo parecido. En ese momento pensé también en aquellos
que diciéndose revolucionarios han unido sus destinos con las dictaduras más
tenebrosas del planeta. Esos y no otros son los contrarrevolucionarios de
nuestro tiempo. Los traidores del socialismo. Los renegados de la historia. Los
perseguidores de ideas. Los que niegan la libertad de opinión y de prensa. Los
que han cubierto a la izquierda con el barro de la vergüenza para después
emputecerla, quizás para siempre.
Son también los mismos que intentan
decapitar a Tal Cual de la vida política venezolana. ¿Lo lograrán? Creo que no.
Con papel o sin papel, Tal Cual cumplirá su papel.
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