Juan Guerrero 14 de octubre de 2014
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
A
continuación el artículo de Juan Guerrero que fue censurado por El Universal.
Junto con el artículo inicialmente la carta de censura del diario y la
respuesta del articulista.
Estimado Sr. Juan Guerrero,
Lamento mucho informarle que su
artículo “El patriota cooperante” no fue aprobado por el Consejo Consultivo
para su publicación.
No pudimos avisarle con antelación
para sustituirlo por razones estrictamente operativas.
Quedamos pendientes de su próximo
artículo de 4.900 para el martes 21-10 en versión digital.
De Usted muy atentamente,Miguel Maita
El Universal
La
respuesta de Juan Guerrero a El Universal
Apreciado Miguel Maita;
dejémonos de
eufemismos. ¡Al pan, pan, y al vino, vino! El mencionado por ti, Consejo
Consultivo, que desaprobó mi artículo El Patriota Cooperante, lo hizo imponiendo
su visión ideológico-política que obviamente se traduce en lo que comúnmente se
llama “censura”. No hay otra manera de entenderlo, visto el momento histórico
por el que atraviesa el periodismo venezolano y particularmente, los
articulistas de opinión. Desde 1985 envío mis artículos a diferentes medios
informativos, y desde hace cerca de dos años, a El Universal.,
Agradezco la deferencia
que tuviste al invitarme a publicar mis escritos en un diario que fue paradigma
del periodismo plural, libre y honorable.
No puedo permanecer
entre quienes vetan, censuran y coartan el ejercicio de las ideas.
Cordialmente, Juan
Guerrero
El patriota cooperante
No existe algo que sea más degradante
a la condición humana que un individuo traicionando, delatando a un semejante.
Esta oprobiosa actitud se vivió de manera dantesca en los años de la Europa
dominada por el nacionalsocialismo o como generalmente se le ha conocido; nazismo.
Fueron tiempos terribles, momentos
cuando no era posible confiar en nadie ni mucho menos en quienes se acercaron
al poder para protegerse, adulando a sus jefes. A esos individuos se les llamó
de varias maneras: colaboracionistas, comisarios culturales o delatores.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial
la gran mayoría de ellos, intelectuales, artistas, académicos o simples
políticos, comerciantes y parroquianos, fueron tomados por las turbas,
linchados y colgados entre los escombros que dejó semejante torbellino bélico.
Esa práctica del individuo
transformado en agente colaboracionista de un régimen fue adecuándose para
poder sobrevivir con los nuevos tiempos.
Los regímenes totalitarios,
autoritarios y militaristas, tanto de derecha como de izquierda, han sabido
valerse de estos tristes y grises personajes quienes, una vez utilizados, son
desechados como podredumbre humana que no tiene más valor para su uso.
Los más osados han sabido encontrar
protección de padrinos, quienes les ubican casi siempre fuera, lejos del país
de origen mientras el resto es sentenciado, generalmente asesinado con tiros de
gracia.
A esta gente nadie le tiene confianza
ni menos respeto, pues han vendido su honor por dinero, por un cargo público o
por favores financieros.
Causalmente el laureado Premio Nobel
de Literatura 2014, Patrick Modiano, aborda en su obra literaria la temática de
los colaboracionistas en la Francia ocupada por los ejércitos hitlerianos.
En Venezuela siempre hemos tenido
estos seres grises, anodinos y vendidos al mejor postor, sea por dinero, por
cobardía o por resentimiento, bien social o político.
El caso más emblemático fue el del
marqués del Toro, quien cambiaba de bando según la intensidad del conflicto
independentista. Unas veces se las jugó con los patriotas mientras otras, con
carta de súplica ante el mismísimo rey pidiendo clemencia, se pasaba al bando
realista. Terminó enterrado en el panteón nacional.
Ahora en la Venezuela del siglo XXI al
régimen de turno le ha dado por denominar a estos agentes del deshonor humano
“patriotas cooperantes” con pago, bono o gratificación incluida.
Varios de ellos desde hace algún
tiempo, intelectuales y artistas, se han ganado un cargo en el servicio
exterior mientras otros, fablistanes y llamados académicos, medran alrededor
del régimen esperando su mendrugo a cambio de información.
Quienes conocen a estos individuos les
dicen popularmente “sapos” y también “chupamedias”.
Triste terminar señalado por los
ciudadanos decentes de un país de manera tan deleznable. Despreciado. Es
humillante para un hijo, un nieto, saber que su padre, su abuelo se le conoce
de esa manera porque una vez inclinó la cabeza y fue débil ante el Poder.
Recibido por correo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico