Luis Manuel Esculpí 04 de noviembre de 2014
Para el ministro de Energía Eléctrica el
principal problema del sistema es cultural. Quien ha sido una suerte de utility
del equipo oficialista, ignora todas las proyecciones de los expertos sobre las
necesidades de inversión y requerimientos de mantenimiento para poder
satisfacer la creciente demanda de energía. Por supuesto, esa no es una
característica exclusiva de ese Ministro, es común denominador en el
comportamiento de sus colegas de gabinete. Ignorar toda experiencia y logros
anteriores, asumir una conducta arrogante despreciando el conocimiento de
quienes no les son incondicionales, es una señal de identidad en los regímenes
autoritarios. Optaron por la asesoría de Ramiro Valdés, para quien la
electricidad no es una de las artes que domina, en esa materia los cubanos
están muy distantes de la sabiduría y competencia de los técnicos venezolanos.
Donde existe en verdad un grave problema
cultural es en el seno del gobierno, donde se mezclan concepciones
decimonónicas, con posturas acomodaticias y oportunistas junto a visiones
militaristas, que no pueden asimilarse con el pensamiento de izquierda, mucho
menos a los postulados democráticos y modernos. Distanciados totalmente de la
realidad, su prédica ignora olímpicamente lo ocurrido en Europa del Este, a
pesar que recientemente se cumplieron 25 años de la caída del muro de Berlin.
Esa cultura propia del denominado
"socialismo real" que fracasó estrepitosamente en todos los lugares
donde se pretendió imponer, subsistiendo dos excepciones no ejemplares (Cuba y
Corea del Norte) también está íntimamente asociada al fracaso del modelo que
han pretendido para nuestro país. A esa cultura pertenece la óptica de
subestimación del rol del sector privado en la economía, las expropiaciones sin
sentido, la centralización, la consideración del adversario político como
enemigo, la intolerancia y persecución a la disidencia interna. El disfrute del
poder se convierte en un fin en sí mismo, pretendiendo permanecer
indefinidamente en él; no escatiman ningún esfuerzo en pos del "gran objetivo”.
Conformándose una élite política asociada al surgimiento de un "nuevo
poder" económico (boliburgueses) que disfruta de los grandes beneficios en
el ejercicio del gobierno. Atrás quedo la reivindicación social de los sectores
más deprimidos, la lucha contra la corrupción y el sueño de edificar una
sociedad libre y más justa. Eso explica la frustración de densos sectores
inicialmente ilusionados con el denominado "proceso". Banderas que
izaron los de la vieja cultura, los oportunistas y los militaristas solo las
usaron en función de sus propios beneficios.
La inexistencia de perspectivas
favorables acerca del gobierno de Maduro explica el creciente descontento en la
base popular del oficialismo, el año próximo puede resultar decisivo para
vislumbrar una ruta para despejar el futuro. Si las fuerzas democráticas actúan
con el máximo sentido de amplitud podrán capitalizar el fenómeno que ahora se
presenta. Para ello los extremos no resultan útiles, muy por el contrario son
contraproducentes.
@lmesculpi
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