Carlos Romero
Mendoza 26 de febrero de 2015
@carome31
“De
la debilidad física y espiritual del pueblo, deriva una de las fuerzas más
poderosas: la dictadura“. Así lo afirmó
en 1928, uno de los representantes de aquella histórica Generación del 28.
El
autor de esas palabras fue Gonzalo Carnevali, quien en Bogotá en 1928, relató
con crudeza los daños que la dictadura gomecista dejaba en la sociedad
venezolana y particularmente en su vida como joven.
Carnevali
sufrió la muerte de su padre en la cárcel gomecista, vio a uno de sus hermanos
destrozado moral y físicamente por aquellas torturas del régimen y entonces
describió que al lograr salir de la cárcel sus ojos eran “nuevos, amargos,
agresivos para mirar la vida y viejo a los 25 años.”
Aquellas
graves consecuencias de un tiempo de dictadura hoy parecieran repetirse en la
historia patria; más aún, cuando transcurridos casi 90 años de la llamada
Generación del 28, nuestras cárceles registran jóvenes, estudiantes, privados
de su libertad y que levantan su voz para preguntar, como entonces lo hizo
Carnevali: “¿Cuál fue nuestro delito, cuál nuestro enorme crimen para semejante
castigo?”.
Los
ojos de aquél joven Carnevali, describieron en Bogotá, una Venezuela en la cual
“no se aplica la Constitución y las leyes, sino cuando una y otra no hieren los
intereses y las necesidades del régimen, o de cualquiera de sus hombres. Ninguna de las garantías ciudadanas se
respeta. Las libertades de reunión, de pensamiento, de asociación, de
inviolabilidad de correspondencia, la seguridad personal, todo ello que
constituye la base fundamental de las relaciones del individuo con el estado,
es letra muerta.”
Para
que el público colombiano entendiera mejor sus palabras y se comprendiera el
alcance del poder de la dictadura, Carnevali cita las palabras que el Dr.
Arcaya respondió al estudiante Raúl Leoni, cuando éste en representación de los
estudiantes le solicitaron la liberación de sus compañeros, luego de los
carnavales y de la celebración de la semana del estudiante de 1928, ellas
fueron: “El gobierno puede hacerlo todo en Venezuela” y en el relato afirma que Arcaya agregó:
“Venezuela es un país alejado de las corrientes de la civilización”.
¿La
Venezuela que experimentamos en este siglo, es muy diferente a la que describió
Carnevali en el siglo pasado? ¿Esas palabras del Dr. Arcaya, ministro de Gómez,
podrían ser palabras de cualquier ministro de Maduro?.
Carnevali
describió que en su Venezuela no había otra fórmula para enfrentar al régimen
que a través de un motín o de una
revuelta sin armas, ello significaba persecución, en consecuencia la cárcel y
muy probablemente la muerte. En aquél
país de 1928, advirtió, no había derecho a intervenir en el desarrollo, “todos
estaban aislados, amenazados, embozalados, sus revistas y centros al borde
siempre del atropello y la clausura.”
En
aquella Venezuela “la ignorancia, el paludismo y el terror” habían sido
elevados por Gómez a la categoría de instituciones nacionales.
Pretendiendo
adelantarse al público presente, Carnevali se preguntó: “¿Y el Congreso? ¿y la prensa? ¿por qué no se reclama ante el
uno y no se denuncia ante el otro semejantes desafueros? ¿y el ejército? ¿por
qué no se levanta contra Gómez?”.
A
todo ello, él mismo respondió: “la Prensa, el Ejercito y el Congreso son Gómez,
prolongaciones de Gómez y emanaciones de Gómez.” Además, agregó en su charla, que Gómez, no es
sólo el hombre, como muchos creen, es un sistema.
Para
Carnevali en aquella Venezuela, la sociedad sólo tenía como arma efectiva para
enfrentar la dictadura “un alfiler” llamado: “chiste” que se esgrimía a diestra
y siniestra, pasando entre los resquicios de la dictadura con habilidad
sorprendente.
Carnevali,
en su charla denunció que en su Venezuela la institucionalidad era simplemente
una formalidad. Si bien había un
Congreso, integrado por senadores y diputados, el poder del gomecismo era tal,
que no necesitaba de una farsa electoral para elegir a supuestos representantes
que realmente solo protegían los intereses de la dictadura.
En
aquel Congreso gomecista, complementó Carnevali, todo se decidía por unanimidad
y esa misma votación formal se repetía tanto para aprobar leyes, como para
derogar esas mismas leyes sin leerlas muchas veces y sin debate alguno.
Aquellos
representantes, ni hablaban, ni opinaban, sólo votaban a mano alzada, y en
consecuencia Carnevali advirtió que los congresistas terminaban por parecerse a
una academia de gimnasio sueca. Así mismo, denunció que no se podía esperar
nada de los tribunales venezolanos, pues no admitían ninguna demanda contra el
sistema, en consecuencia, en 1928 la justicia venezolana se expresaba “de un
lado, del lado de los fuertes, todos los derechos; del otro, todas las
sumisiones y todos los deberes”.
La
precaria institucionalidad que describió en 1928 Carnevali, con sus ojos de juventud
lesionada y dolida por la absurda violencia de una dictadura, hoy se asemeja
tristemente a una institucionalidad que aún con cinco poderes públicos y
obligada constitucionalmente a estar al servicio del ciudadano, se coloca al
servicio de la intolerancia política impulsada desde un sistema que no acepta
que el modelo fracasó. Así como el gomecismo se debilitó hasta desaparecer con
la muerte de Gómez, el chavismo cerró también su capítulo con el fallecimiento
de Chávez.
Oportuno
es retomar el mismo llamado a la solidaridad continental para con los presos
políticos y la sociedad venezolana, como lo reclamó en 1928 Carnevali y rogar para que esta
experiencia que dolorosamente experimentamos y aquella de 1928, nos sirva de
referencia y lección para valorar la democracia tan pronto logremos
reencontrarnos con ella.
Fuente:
Congreso
de la República. La charla desordenada sobre Gómez y el Gomecismo. Dictada por Gónzalo Carnevali en Universidad
Libre de Bogotá. 1928. En: La oposición a la dictadura Gomecista. El movimiento estudiantil 1928. Antologia
documental. Caracas- Venezuela 1983. Pp. 223-258.
@carome31
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