ANTONIO MARÍA
DELGADO 03 de abril de 2015
Venezuela,
que por décadas ayudó a muchos de sus vecinos a despojarse de crueles
dictaduras, solo ha cosechado indiferencia y hostilidad en el hemisferio ahora
que las fuerzas democráticas de la nación petrolera luchan por evitar que el
chavismo instaure un régimen de corte castrista, en lo que expertos califican
el triunfo de la complicidad y el Realpolitik sobre los principios.
Esa
postura adoptada en la región es decepcionante, dijo el viernes la
subsecretaria de Estado para Latinoamérica, Roberta Jacobson.
“Las
palabras son importantes, y el tono con que se dicen esas palabras. El tono que
están usando ahora los líderes [latinoamericanos] demoniza a Estados Unidos
como si fuera la fuente de los problemas de Venezuela, cuando no lo somos, y
esto nos dificulta avanzar de una manera pragmática”, dijo Jacobson el viernes
durante una conferencia que ofreció en Brookings Institution.
“Me
decepcionó que no hubiera más países que defendieran que [las sanciones] no
eran para dañar a los venezolanos o al Gobierno venezolano en su conjunto”,
explicó la diplomática, que insistió en que su Gobierno se alejó de cualquier
tipo de injerencia en la crisis venezolana durante mucho tiempo.
Por
su parte el ex embajador de Venezuela ante el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, Diego Arria, señaló que “a lo largo de todos estos años, hemos
sido víctimas de la indiferencia, del acomodo, y de la complicidad”.
“Uno
podría imaginar que Venezuela [en este momento de crisis] podría contar con la
solidaridad de los países de América Latina. Está en el historial de Venezuela
haber hecho eso abiertamente con sus vecinos. No ha habido un solo país [de la
región], donde nuestro país no haya jugado un rol en la promoción de sus libertades,
de sus derechos, de su democracia, o de sus intereses”, explicó el diplomático.
La
indiferencia regional ha quedado en manifiesto en los últimos meses en los
esfuerzos de los gobiernos latinoamericanos de hacer caso omiso a las denuncias
por violaciones a los derechos humanos que están emergiendo de Venezuela, en
momentos en que el impopular gobernante Nicolás Maduro avanza aceleradamente
hacia la instauración de un régimen policial para tratar de contener el
creciente descontento en el país petrolero.
Amplia
evidencia de las violaciones a los derechos humanos y del sistemático
desmantelamiento de las instituciones democráticas han sido presentadas en
foros internacionales a lo largo de los años, pero aún así los gobiernos
latinoamericanos siguen tratando al régimen de Caracas como si su conducta y
credenciales fuesen intachables, comentó desde Miami la analista política Vilma
Petrash.
“Los
únicos que están haciendo algo, no son los gobiernos que están en ejercicio,
sino los ex gobernantes de algunos de esos países”, dijo Petrash en referencia
a los recientes anuncios de que nueve ex presidentes de Iberoamérica han
conformado un equipo para salir en defensa de los dirigentes Antonio Ledezma y
Leopoldo López, quienes han sido catalogados por organismos independientes como
presos políticos de Maduro.
“Varios
ex presidentes se han pronunciado porque están escandalizados precisamente ante
la postura acomodaticia y hasta cómplice de sus gobiernos ante el deterioro en
Venezuela, que prácticamente está llegando a una situación de desastre
humanitario”, sostuvo.
Y
muchos de estos países han salido a formar filas alrededor del régimen
bolivariano luego de que la Casa Blanca decidiera sancionar a siete de sus
funcionarios por verse implicados en violaciones de los derechos humanos
durante la ola represiva emprendida por Maduro, que el año pasado dejó al menos
43 muertos, más de 800 heridos, miles de detenciones y varias docenas de
denuncias de tortura.
Un
pronunciamiento similar fue emitido recientemente por el premio Nobel de
Literatura Mario Vargas Llosa, quien criticó al presidente peruano, Ollanta
Humala, y a la primera dama, Nadine Heredia, por no haber recibido a las
esposas de Ledezma y López.
“Les
pido a ustedes, y a través de ustedes a todos los resistentes venezolanos,
perdón por esa inconducta de gobiernos democráticos latinoamericanos, que
muestran muy débiles convicciones democráticas, cuando no una secreta
complicidad con la dictadura venezolana”, manifestó el escritor durante un
seminario sobre América Latina.
Para
Arria, ese ambiente de “complicidad” hacia el régimen bolivariano ha venido
gestándose en América Latina a lo largo de los últimos 15 años.
“En
primer lugar, los recursos de Venezuela que brindaron a estos países fabulosas
oportunidades de negocio, incluyendo a los más poderosos, como por ejemplo Brasil
y Argentina, para no hablar de Cuba, que ha sido el principal beneficiario de
la excesiva prodigalidad de Venezuela”, dijo Arria.
Pero
también estaba el temor de que Chávez, quien venía favoreciendo ampliamente a
los grupos de izquierda en la región, pudiese también utilizar esos grandes
recursos para gestar manifestaciones en las calles.
“Le
tenían temor. Estos gobernantes que sabían que Chávez movilizaba recursos y
grupos en la América Latina que les podían crear serios problemas internos. Por
eso, prefirieron voltear la mirada hacia otro lado”, explicó el diplomático.
Incluso
la lentitud con que Estados Unidos ha salido a actuar puede ser atribuida a la
diplomacia de chequera emprendida por el chavismo a lo largo de los últimos
años.
“Venezuela
ha pagado el costo de la estabilidad política y económica del Caribe. Lo hizo
financieramente, a través de Petrocaribe, con la cual regalaba dinero”, señaló
Arria.
La
actuación del chavismo en Venezuela siempre generó inquietud en Washington,
donde no pasó por inadvertido que el régimen estaba destruyendo la democracia
venezolana.
Pero
al final, las autoridades estadounidenses concluyeron que Chávez era un
problema de los venezolanos que por otro lado contenía los problemas sociales
que se podrían generar en los países del Caribe si la ayuda venezolana era
suspendida, explicó Arria.
Esos
problemas sociales podrían tener repercusiones políticas en Estados Unidos,
ante las eventuales olas migratorias que podría provocar un colapso de la
economía cubana y de otras economías de la región, dijo Arria.
“Así
que se unieron la indiferencia latinoamericana con la conveniencia de Estados
Unidos para darle carta blanca al chavismo”, dijo.
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