Por Rubén Contreras, 03/04/2015
Hay regiones en el mundo que pareciesen estar signadas
por la suerte en cuanto a la falta de oportunidades de sus habitantes para
mejorar su nivel y calidad de vida,
aunque también es menester entender el adagio que refiere que los pueblos se
dan los gobiernos que quieren.
Ese parece ser el signo de los tiempos del estado
Vargas, ubicado en la región central norte costera de Venezuela, la cual
después de muchos años de lucha por su autonomía en la búsqueda de su
autodeterminación como región, le ha tocado tener como gobernantes a unos
militaristas, que no parecen entender ni comprender el ejercicio de la
gobernabilidad o la gobernanza, dado que pretenden ocuparse de múltiples
actividades, destacando entre ellas las festivas, pero olvidan la importancia
del ejercicio de su cargo que debe utilizarse para lograr que los servicios
básicos funcionen a plenitud en concordancia con las necesidades que tienen sus
habitantes, en cuanto a superar nivel y calidad de vida.
Así hemos visto durante estos últimos 16 años de
gobierno militarista, el despilfarro cuantioso de los recursos destinados a la
construcción de obras de prevención de riesgos, los cuales producto de una
investigación personal suman la bicoca de 3 billones 665 millardos de bolívares
y apenas embaularon los ríos de La Veguita y Guanape, dejando 37 quebradas
inconclusas y su obra cumbre, el balneario de Camurí Chico, a 10 años de
inaugurado presenta un estado de ranchificación propio de una república bananera.
En cambio hemos percibido que, los militares ejecutan
muy bien las orientaciones recibidas en su estadía en los colegios militares en
cuanto a la celebración de fiestas, debidoa que durante sus años de estudios, para
evitar los castigos de sus superiores, siempre están pendientes de sus
cumpleaños y asumen como tarea principal esas celebraciones para ganarse su
confianza y abrirse el camino a través de
los favores, y esa ha sido la tónica del gobernador de Vargas, congraciarse con
el pueblo afecto, brindándole pan y circo, haciéndole caso al primer gobernador
electo en 1998, que expresaba que La Guayra era parranda y tambor.
El caso es que este año de 2015, hemos visto el
dispendioso gasto ejecutado con motivo de la propaganda alusiva a los
carnavales, en una región que por sus bondades naturales, geografía, carga
histórica y patrimonial, pudiera ser uno de los principales destinos turísticos
de Venezuela, con el atenuante en contra que esos gobiernos, tanto regional
como municipal, despliegan una ofensiva millonaria para promover el carnaval,
pero no hacen nada para mostrar las bondades de una región que pudiese
mantenerse limpia, sin basura y con agua, así como la dotación de los centros
dispensadores de salud, para que los ciudadanos vean resarcidos sus pagos de
impuestos en servicios eficientes, obras y bienestar.
La tragedia perenne que se vive el estado Vargas se
reflejó en esta semana santa 2015, dado que la escasez de agua se manifiesta
con mayor intensidad por el problema ambiental, a lo cual tenemos que sumarle
que este gobierno no ha tomado acciones
estructurales, como es la construcción de la represa de Puerto Maya, o
la canalización de tomas de agua de los 9 ríos que se pierden en la parroquia
Caruao, en cambio solo piensan en medidas coyunturales como la compra de
camiones cisternas, en lo cual siempre hay una comisión de por medio que
favorece a alguien muy cercano al Sr. Gobernador.
Igual situación se presenta con el problema de la
recolección de desechos sólidos, en lo
que ambos gobiernos de nuestra región han demostrado una incapacidad manifiesta
que se percibe en los inmensos promontorios de basura en todos los barrios,
avenidas y calles a lo largo de nuestra franja costera, que han contribuido
determinantemente a incentivar enfermedades infecto contagiosas, que deterioran
la salud de los varguenses, en contra de su voluntad.
Obviamente que no podemos negar el esfuerzo de dichos
gobernantes por la siembra sostenida de plantas y palmas en las vías
principales que sirven de adorno circunstancial, pero la reposición permanente
de las mismas determina lo lucrativo del negocio, de igual manera algunas obras
de embellecimiento, pero lo básico para que sus ciudadanos mejoren sus
estándares de vida, está en el buen funcionamiento de los servicios básicos, y
esa es la falta de visión de esos integrantes de la peste militar que
circunstancialmente gobiernan en nuestro estado. Ellos consideran que mientras
sigan los consejos de los emperadores romanos de ofrecerle al pueblo llano, el
pan y el circo, se podrán mantener en el poder.
En este mes de marzo del presente año 2015, los
ciudadanos varguenses empezamos a protestar por la carencia del vital líquido,
así como la falta de recolección de basura, como hace mucho tiempo no lo
hacíamos, lo que significa un despertar, dado que ese mismo pueblo que creyó en
el embaucador de serpientes de Sabaneta, observa que los cuantiosos recursos
obtenidos por la venta del petróleo y la recaudación a través del Seniat, están
depositados en bancos de otras partes
del mundo, en cuentas de ciudadanos que han utilizado los
cargos públicos para servirse y enriquecerse, sin haberse ganado la lotería o
el Kino.
Esas protestas continuas de estos últimos días nos
tiene enervados a buena parte de los ciudadanos que tenemos semanas y meses sin
que nos llegue el agua a nuestra casas,
lo cual acrecienta las penurias de todos y alimenta la duda del modelo
centralista de gobierno impuesto por estos comunistas que hasta ahora han
demostrado lo buenos que son para robar los dineros públicos de todos los
venezolanos, pero muy malos en la gerencia de la república, razón por la cual
estamos considerando que para salir de este problema y buscar solucionar este
viacrucis, debemos lograr un cambio de modelo y nos preparamos para darle un
revolcón en las próximas elecciones parlamentarias a efectuarse a finales del
presente año.
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