Omar Barboza Gutiérrez mayo de 2015
Mientras ha ocurrido en el planeta el
hecho democratizador de la presencia del Internet, permitiendo que cualquier
niño o adulto tenga la posibilidad de enterarse de lo que ocurre hoy, o de lo
que ocurrió antes en cualquier parte, en Venezuela se observan hechos que
demuestran sin lugar a dudas, la presencia de prácticas para evitar que se
ejerza la libertad de expresión y de información. Pero para tratar de imponer
esa política, es necesario remover los obstáculos que se presenten, y entre ellos
se encuentran los venezolanos que como Teodoro Petkoff nacieron para defender
sus principios y los derechos del pueblo venezolano con una honestidad que
nunca ha estado sujeta a las tentaciones de la entrega a cambio de privilegios,
y que como lo ha demostrado durante toda su vida, luchará por lo que cree hasta
que deje de respirar. Y quien tenga dudas, que analice su trayectoria.
Luego de abrazar la creencia comunista y
hacer méritos dentro de esa militancia para convertirse en una figura
internacional respetada por su espíritu de lucha y su ética indiscutida,
descubrió que estaba sirviéndole a una causa que en la realidad era contraria
al socialismo democrático respetuoso de la libertad de pensamiento y de los
derechos humanos en general, y sobre todo, contrario a respetar la voluntad de
cada pueblo y sus intereses nacionales, y no podía estar al lado del comunismo
soviético cuando demostraba en los hechos, que su lucha contra el imperialismo
tenía en el fondo la intención de convertirse asimismo, en otro imperio con los
mismos vicios y desviaciones del imperio que decían combatir. Y es por ello,
que denunció ese totalitarismo cuando sus tanques aplastaron las esperanzas de
libertad en Praga con el objeto de someter al pueblo checoslovaco y darle la amarga
noticia a quienes creían en esa utopía negativa, de que el régimen comunista
ruso tenía el propósito de imponerle a quienes en su órbita quisieran liberarse
de verdad, la bota militar capaz de enterrar esos sueños a sangre y fuego.
Al romper con el comunismo, Teodoro
funda al MAS que si bien no ha logrado sus objetivos originales, fue un buen
aporte al debate ideológico y a la construcción de una visión progresista del
futuro del país, dejando muy claro para siempre que el socialismo en el que él
cree, no puede existir sino es democrático de verdad.
Su sagacidad y valor personal quedaron
demostrados en sus famosas fugas cuando estuvo preso. En primer lugar, la del
Hospital Militar, cuando bebió sangre para vomitarla y fingir que se estaba
muriendo, con lo cual engañó a los que lo custodiaban y se fugó descolgándose
varios pisos a través de sábanas amarradas unas a otras. La otra fuga, fue la
del Cuartel San Carlos, cuando junto a Pompeyo Márquez y Guillermo García
Ponce, se evadieron a través de un largo túnel excavado con anterioridad con
mucha cautela y precisión.
Su retorno a la lucha democrática no fue
un asunto de conveniencia para que no lo metieran preso, fue producto de una
convicción demostrada a partir de esa decisión, siempre ha sido contundente al
defender la salida democrática ante quienes guiados por la desesperación han
propiciado alternativas contrarias a la necesidad de construir salidas no
violentas que permitan la unidad del pueblo venezolano para avanzar cívicamente
hacia una democracia con paz y en libertad.
Como periodista que no alquila su
opinión, ni se ablanda ante las presiones, ha sido un constante perseguido de
este régimen que solo se complace con la posición de quienes se arrodillan ante
la imposición autoritaria. Eso lo llevó a salir del Diario El Mundo, y a fundar
Tal Cual que se convirtió en una expresión de la sociedad democrática que
quiere un cambio político profundo en Venezuela y en un buen instrumento para
concientizar al pueblo sobre el fracaso del actual régimen, denunciando la
violación de los derechos humanos, la destrucción de la economía nacional y la
presencia de la corrupción galopante con impunidad.
Por eso, utilizando al Poder Judicial
como instrumento de persecución le han seguido 8 procesos a Tal Cual, y Teodoro
a sus 83 años de edad no puede salir del país para recibir en Madrid el premio
José Ortega y Gasset que le otorgaron en reconocimiento a su trayectoria.
Teodoro nunca ha sido un demagogo, al
contrario, muchos lo señalan de áspero en el trato, porque no adorna las
verdades en las que cree. Por cierto, Ortega y Gasset en el prólogo de “La
Rebelión de las masas”, expresa: “La demagogia esencial del demagogo está
dentro de su mente y radica en su irresponsabilidad ante las ideas mismas que
maneja y que él no ha creado, sino que ha recibido de los verdaderos creadores.
La demagogia es una forma de degeneración intelectual”.
omarbarboza1@cantv.net
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