Por Mercedes Pulido, 01/05/2015
Los terribles naufragios de cientos de migrantes en el Mediterráneo
arriesgando todo obstáculo para el logro de un futuro, es testimonio de los
desafíos de la voluntad humana sustentada en la fuerza de la “Esperanza”.
Europa no encuentra vías para encauzar las aspiraciones de un continente con
múltiples vínculos históricos coloniales que tiene como referencia integrarse a
esa tierra prometida. Son huracanes que exigirán caminos de cooperación y aceptación
de la diversidad constructiva con cambios desconocidos que se impondrán al
reconocer el caos creciente.
La violencia desatada en nuestro entorno, y decimos desatada ante los
rostros de la misma, como dice el Presidente de Alemania en el funeral de las
víctimas del reciente accidente aéreo “ninguna explicación es suficiente para
darle sentido a esta tragedia”.
Así estamos ante un profundo caos y como refiere Alejandro Moreno se
camina hacia la consolidación de una violencia estructural en donde solo el
presente existe y todo lo que me proporcione prestigio o me elimine obstáculos
justifica las acciones.
Si bien la impunidad es el piso donde se mueve la ausencia de
responsabilidad del Estado, son múltiples los alimentos que recibe la
proliferación de la anarquía: desde sometimientos para sobrevivir,
desdibujamiento de la autoridad, denuncias vengativas, hasta la represión
arbitraria que lleva a justificar “todos contra todos.” Y sin embargo, cada vez
el descontento crece y la irritabilidad se expande, asemejando el rio que busca
su cauce. Ya no es el líder salvador, sino la posibilidad de encontrar una meta
común.
Hay desesperanza, muestra de ello es la migración de tantas de nuestras
familias. Simultáneamente también testimonios de lucha y esfuerzo.
Seligman identifico el proceso de la desesperanza aprendida como la
incapacidad para asumir que tus decisiones marcan tu vida y no el destino.
Posteriormente, se propuso el aprendizaje de la esperanza como la
valoración de tus capacidades y aspiraciones, algo que ya Santo Tomas había
señalado como la esperanza activa a partir de la “libertad individual” en las
decisiones, la cual nos mueve a trascender mas allá de lo inmediato. No es
esperar pasivamente a que nos lleguen los deseos, sino a comprometerse con
metas producto tu propia voluntad y que exigen acción aceptación de obstáculos
y disfrute de logros.
Si, la esperanza no se da en el vacío, requiere metas que trasciendan.
El caos que nos circunda tiene tremendos nubarrones que son las amenazas de
bloquear cualquier camino mediante la mentira, la represión de la fuerza de
tener a disposición instituciones y control informativo, notoria es la
manipulación de los datos poblacionales ante las parlamentarias y con ello
castrar las opciones ciudadanas pero además la inseguridad sin control que
amedrenta. Que sea ilegal toda decisión eso no le importa al poder omnímodo.
Constitucional o inconstitucional eso no impide el fanatismo autoritario.
Para que el barco pueda llegar a feliz puerto es necesario preguntarnos
si ¿Tendremos arrojo para aceptar que este “armazón” no se cae sola?
¿Entenderemos que las parlamentarias son una meta alcanzable si somos capaces
de unir voluntades y acción? ¿Aprenderemos que lo perfecto es enemigo de lo
posible?
Cero sonrisitas con contemplaciones y complacencias con cantos de
sirenas. Solo esquivando piedras y montañas como nuestros niños en Groenlandia
en unión de acciones audaces podremos disfrutar de un amanecer. No es la luz
regalada sino fruto de de audacia estratégica.
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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