Por Bruno
Egloff, 02/06/2015
La oposición
formal, la MUD, y sus acólitos dentro del mundo de los comunicadores nos han“machacado”
la obligación de ir a votar, pero no le reclaman a viva voz al CNE el
incumplimiento de la normas de la Constitución, de las Leyes electorales y de
sus reglamentos.
Concuerdan
con Carter de que tenemos el mejor sistema electoral del mundo y que es el más
auditado. En todos los exámenes que se le someten a las distintas fases del
sistema, unánimemente el resultado que de estos se desprende es de total excelencia.
¡A votar, pues!
Para todas
las auditorías se nombran expertos de las diversas ciencias y de intachable
vida ciudadana. Auditar un sistema basado en la computación y rodeado de tecnicismos
novedosos no es asunto del pueblo que va a pie.
Pero hay un
elemento que desnuda la farsa, el engaño, al que es sometido el elector común.
Al finalizar su acto democrático el dedo meñique es introducido en un pequeño
envase de una tinta que es indeleble, según los inobjetables análisis y criterios
técnicos de dichos auditores, opiniones plasmadas en documentos reproducidos en
pdf y autenticadas con todas sus firmas e identificaciones: que es la garantía
de “Un Elector, Un Voto”.
Pero con un
simple baño del dedito en una solución de uso casero, el cloro,
Cada elector
tiene esta única herramienta personal para verificar y convencerse de la verdadera
autenticidad de todas las auditorías oficiales que le son vetadas por su nivel
de conocimiento o de su imposibilidad de estar presente en el acto examinador.
Sin embargo,
al elector le exigen Actos de Fe....Me lo hacen difícil.
Elemental,
mi querido Watson!
Bruno Egloff
Caracas, mayo
de 2015
@brunoegloff
Begloff.okeller@gmail.com
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