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| El ministro de Economía francés, Emmanuel Macron |
CARLOS YÁRNOZ París 9 JUL 2015
Emmanuel
Macron (Amiens, 1977), titular de Economía, es el ministro más joven
del Gobierno francés y probablemente el más brillante, pero también el más
controvertido. Los críticos del Partido Socialista le tachan de “liberal” por
su ley para modernizar la economía, aprobada definitivamente este
jueves por decreto. En esta entrevista, hecha en su despacho horas antes de
partir de visita a España, afirma que él está para reformar, para influir en la
“transformación ideológica” de la izquierda.
Pregunta. Tras 11 meses como ministro y con
solo 37 años, ¿ha decidido ya continuar en la política?
Respuesta. Me gusta lo que hago, que es
cambiar muchas cosas. Esta etapa me da la oportunidad de cambiar líneas de
trabajo, de reformar, y de intentar también una renovación ideológica de la
izquierda en Europa. Me interesa una apertura, una modernización, una
transformación ideológica de la izquierda.
P. ¿Cuál es hoy el papel de esa izquierda?
R. Ser de izquierdas, socialdemócrata, es poder
modernizar la economía, dándole importancia a la justicia social. En el caso de
Francia, aportar una inversión suficiente, mantener el empleo, eliminar
bloqueos...
P. ¿Hay también una crisis de identidad en la izquierda?
R. Los automatismos que podía tener la izquierda
tradicional ya no son válidos. Ser de izquierdas en Francia era ser el partido
de la expansión de derechos con más dinero público, pero eso ya no es posible.
De otro lado, el partido que más dinero público ha gastado ha sido la derecha
de Nicolas Sarkozydurante
cinco años. Había una crisis, pero esa crisis no justificaba el mismo gasto en
Alemania o Italia. La izquierda debe pensar ahora de manera diferente. Debe ser
el partido de la emancipación por el trabajo y solidaridad. Todo el bagaje de
la izquierda debe ser revisado con respecto a la igualdad.
P. ¿Está cambiando el Partido Socialista?
R. Eso espero.
P. ¿De ser socialdemócrata a ser socioliberal?
R. Espero que se convierta en socialdemócrata.
P. Sus críticos dicen que usted es liberal.
R. Las etiquetas importan poco. Me son indiferentes. Y yo
asumo plenamente las cosas. Y no hay que estar en la ambigüedad. El liberalismo
político es un elemento de la izquierda. La izquierda es el partido de la emancipación
y la libertad, en coordinación con la solidaridad. Si no, la izquierda se
convierte en un partido conservador.
P. ¿Cómo describiría la situación en Europa?
R. Europa vive un momento de verdad histórica. En
nuestros países, porque debemos hacer reformas. Por nosotros mismos y por
Europa. En Francia, desde luego. Sin una Francia fuerte, no habrá una política
europea constructiva de altura. Es el momento de la verdad porque la zona euro
revela las ambigüedades que se aceptaron hace diez años.
P. Las ambigüedades de la moneda única.
R. Sí. Hemos compartido una moneda mientras se ampliaban
las divergencias económicas. Nuestras economías se han alejado al igual que
nuestros pueblos. Desde el no francés y holandés a la
Constitución europea hace diez años, no ha habido avances importantes en la UE.
La crisis griega es el síntoma de un problema mucho más profundo. El síntoma de
que la zona euro no tiene medios para llegar hasta al final. No ha creado los
mecanismos de solidaridad que debe acompañar a una zona monetaria. Es un
proyecto político que se ha quedado solo en una zona de cambio. Hemos puesto en
gran riesgo a la zona euro. La
salida del euro de Grecia no sería solo un fallo económico, sino político. No
hacer todo lo posible para que Grecia se mantenga en la zona euro es aceptar un
retroceso de Europa.
P. ¿Y cómo ha gestionado Syriza el problema?
R. En Francia hay una visión romántica. El discurso de
la solidaridad debe estar acompañado del de la responsabilidad. Tenemos que
abordar las raíces, el origen del problema de la zona euro. Por eso, hice
propuestas con el ministro alemán Sigmar Gabriel. Propusimos pistas. Sobre todo
hay que tener una agenda de convergencia económica, fiscal, de mercado laboral,
un modelo social, políticas de solidaridad...
P. Usted prefiere una Europa a dos velocidades.
R. Ya existe, pero yo propongo una Europa de doble
proyecto más que de dos velocidades. Y añado que el statu quo de la zona euro
no es posible. No moverse es aceptar que la zona euro deje de existir en diez
años. El debate hay que hacerlo democráticamente. Si no actuamos rápido, la
zona euro se disolverá. O vamos más lejos o todo se va a desmontar. El statu
quo y la ambigüedad nos conducen a la demolición de la zona euro.
P. ¿Ejerce hoy Francia el peso que le corresponde en la
Unión Europea?
R. El presidente Hollande hizo
propuestas importantes en la primavera de 2013. Francia tiene que desempeñar un
papel histórico. Tenemos que avanzar. Debemos construir con otros países un
proyecto renovado más allá de la crisis griega.
P. ¿Y cuál debe ser ahora la solución para Grecia?
R. Un compromiso. Con reformas ambiciosas por parte de
Grecia, pero que no destruya la economía del país, que ya ha sufrido mucho a
costa de la austeridad. Tiene que profundizar en sus reformas estructurales.
Más competitividad no significa más austeridad. Y
hará falta aligerar la carga de la deuda para no ahogar la economía griega. E
importantes inversiones porque serán esenciales para sostener el crecimiento.
P. Usted apostó de inmediato por no romper el diálogo y
por no pretender un nuevo Tratado de Versalles con Atenas.
R. Descartamos ese riesgo de inmediato y dije que había
que mantener abierta la puerta de la negociación, del diálogo. Es necesario
para Tsipras y para Europa. Ganó
el no y Tsipras no ha sido arrogante. Tsipras se ha
comportado inteligentemente al proponer regresar a la mesa de negociación. Era
importante reanudar el diálogo.
P. Pero usted también ha sido muy crítico con Syriza.
R. Sí. El desafío hoy consiste en ayudar a Grecia sin
generar la sensación en otros países que han hecho esfuerzos, como España o
Portugal, que todo resulta más fácil cuando echas un pulso. Eso es muy
importante para mí, y por eso he tenido un discurso duro con Syriza, que no
siempre ha sido plenamente cooperativo. Ya sé que lo que digo no gusta a
muchos, pero creo que cometió un error de fondo. Algunos opinan que, para
defender a Grecia en el euro, hay que considerar a Tsipras un héroe formidable.
No es el caso.

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