Por José Domingo
Blanco, 10/07/2015
¡Dejen a ese
difunto descansar en paz, por Dios! Mínimo, descansar; porque la paz, con
tantas culpas y señalamientos a cuestas, probablemente, le lleve unos años
obtenerla. Lo he dicho en otros artículos: este régimen no es nada sin Chávez.
Gobiernan aferrados a ese “cariñito” que el pueblo aún pudiera sentir por él.
Lo resucitan a diestro y siniestro porque, sin Chávez, la gente del desgobierno
no es nadie. Lo halagan, lo alaban, lo veneran, lo celebran, lo tienen
omnipresente en cada uno de los eventos que realizan porque saben que el
carisma y la popularidad la tenía él: el comandante interplanetario.
Por eso, no es la
foto de Nicolás la que engalana los despachos ministeriales y dependencias del
Estado: es la imagen de Hugo con su banda presidencial adornándole el pecho. O
con su boina roja, mirando al infinito con aires de inmortalidad. Son los ojos
y la firma de Chávez las que decoran los edificios que construye la Misión
Vivienda. Es Chávez la razón por la cual celebran. Llegaron al colmo de romper
el protocolo y pedir un “minuto de aplauso por los 28 meses de su muerte”.
¡Aplausos! Porque eso fue lo que solicitó Aristóbulo: ¡un minuto de aplausos! No
sesenta segundos de silencio como acostumbra el ceremonial. Honraron la memoria
del Comandante Interplanetario en el Hemiciclo, durante la celebración del 5 de
Julio, batiendo las palmas. Algo que sólo podría esperarse de los integrantes
del régimen, poco dados a cumplir con lo que establecen las prácticas
protocolares.
Pero, no conformes
con eso, Maduro ordenó actos especiales por los 40 años de Chávez como
Subteniente del Ejército. Invirtieron tiempo –y dinero- en enaltecer de nuevo
al Difunto Presidente, como si el país estuviera para este tipo de homenajes
póstumos. Como si ese presupuesto que asignaron para encomiar sus cuatro
décadas de graduado de militar, no hubiesen estado mejor destinados a
Guasdualito, por ejemplo, donde las inundaciones están haciendo estragos en la
población. ¿No hubiera sido más oportuno mandar a los militares a abocarse a la
tarea de rescatar la zona devastada, como veo que hacen en otras naciones
cuando ocurren desastres naturales? No, por el contrario, el pasado 6 de julio,
en el patio de la Academia Militar, el Ministro de la Defensa, Padrino López se
encargó de imponer la Condecoración Hugo Chávez, en su única clase, a los
generales y almirantes de las Fuerzas Armadas, exhortándolos a que “Chávez
tiene que hacerse irreversible, con su imagen, su figura revolucionaria,
irreversible para la historia”… fin de la cita.
Padrino López,
repetía el mandato – ¿o será un mantra chavista?- una y otra vez. Como el
hipnotizador que pretende influenciar a su audiencia… “el legado del líder de
la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, se mantiene presente en todos los
cuarteles de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”… “Hugo Chávez está más vivo
que nunca, aquí y en toda Venezuela, en todas las academias militares, en las
bases navales, aéreas, en todas las unidades y dependencias de nuestra fuerza
armada. Como nunca Chávez está más vivo, en los corazones de nosotros, en las
paredes, en las imágenes, en sus pensamientos que están plasmados
irrevocablemente en todos los cuarteles”…
Y esta necesidad de
Chávez en cada acto o paso que dan, me ratifica lo que he comentado en otras
ocasiones: ¡Necesitan a Chávez vivo en la memoria del pueblo que lo amó! Ergo,
sus electores. Saben que si el recuerdo de Chávez comienza a desvanecerse, se
aceleraría la cuenta regresiva. Saben que, sin él, en los próximos comicios los
resultados podrían no estar a su favor. La tienen cuesta arriba y no es un
invento: lo dicen hasta las encuestas de sus allegados. Por eso, no pueden
dejarlo morir, y menos ahora que, para ellos, arrancó descaradamente la campaña
electoral. Apelan a la emotividad que aún pueda despertar Hugo Rafael. Hasta el
himno nacional que suena en las emisoras del Estado es el que entona el Difunto
Presidente. Revisen los portales de los canales de comunicación del gobierno
para que vean cómo es la foto de Chávez la que aparece siempre destacada.
Pero, así como
ocurre en los cuarteles militares, debe estar ocurriendo en cada una de las
gobernaciones y alcaldías que se encuentran en manos del chavismo. Por eso, no
me extrañaría que en los afiches de los candidatos a diputados por el Psuv, la
imagen que aparezca sea la de Chávez; y eso, en caso de que el aspirante rojito
a la curul, tenga la desdicha de no haberse tomado una foto con el Difunto. Me
los imagino revolviendo en sus archivos para encontrar la gráfica de rigor con
el Comandante, antes de invertir la fortuna que tendrán que desembolsillar para
mandar a hacer sus afiches y recordarles a los electores que ellos, una vez
más, son los elegidos de Chávez. La representación de Hugo en la tierra.
Como con este
régimen cualquier cosa puede pasar, no me causará ni sorpresa ni sobresalto el
día que vea reseñado en los medios gobierneros – o los del Estado- que arribó
al país el muñeco de cera de Chávez, encargado especialmente al Museo de Madame
Tussaud. Una figura fácil de transportar para, a conveniencia, presentarla a
las multitudes, como un último intento de evocar el furor que despertaba el
difunto comandante en sus apariciones públicas. Y así, una vez más, aun cuando
se encuentra en el más allá, ponerlo de nuevo a hacer campaña.

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