Por Humberto Sánchez Amaya
Alberto Barrera Tyszka se toma
un café pequeño mientras espera ser entrevistado. No parece haber problemas,
pero en pocos minutos la bebida se le tornará amarga, cuando le cobren casi 800
bolívares por dos guayoyos. Asombrado, pregunta al mesonero si ese es el monto.
Le dice que sí.
Todavía le quedan algunas
semanas para sorprenderse por la vorágine de precios de un país con una
inflación evidente, pero sin la certeza de los números del Banco Central de
Venezuela, que aún no publica datos oficiales al respecto. En enero el escritor
volverá a México. Llegó a Venezuela un día antes de las elecciones del 6 de
diciembre. “La reacción del gobierno ha sido deslegitimar el acto electoral,
decir que perdió porque engañaron a la gente. Una elección de un Parlamento se
convirtió en una diatriba como de fin del mundo”.
El ganador del Premio Tusquets
Editores de Novela por Patria o muerte realza, sin embargo, el
optimismo. “Cuando Hugo Chávez ganó en 1998 suspendió simbólicamente la
alternabilidad”.
La obra galardonada cuenta la
vida de un oncólogo y su esposa, una periodista estadounidense, un reportero
con problemas económicos y su pareja que se niegan a entregar el apartamento
que alquilaron; además, la relación de dos niños con problemas familiares
durante la enfermedad y posterior muerte del presidente Hugo Chávez. El final
es desolador, no hay conclusión. La incertidumbre prevalece en la vida de cada
uno, vidas en declive con situaciones que retan su ética como asociaciones
maliciosas para recuperar el hogar o amenazas que corrompen un objetivo
reporteril.
“Todos los personajes se ponen
a prueba y se terminan transformando. Tienen que negociar con una sociedad y
ceden a lo que pensaban eran sus principios e ideologías para mantenerse. Los
niños de la historia sobreviven por su edad. Tienen la posibilidad de fugarse
de esa realidad, pero es cuestión de tiempo”, indica el novelista, que la
semana pasada presentó en el país el título galardonado.
Ningún personaje es malo por
ser chavista u opositor. Los dilemas surgen cuando tienen que subsistir,
situaciones cotidianas producto de sociedades como la venezolana. Las
resoluciones son problemas éticos. Una excepción son los hermanos Sanabria,
ideológicamente opuestos, pero leales a lo que consideran correcto. “Ninguno es
peor o mejor por pensar diferente. Claro, son las personas más viejas de las
novela. Los otros son los que afrontan dilemas más fuertes, los que tienen que
hacerse la vida, tener apartamento, criar hijos o mantener un trabajo”.
El autor asegura que siente
desconfianza cuando escucha la palabra "patria" por el maltrato que
en su opinión ha recibido, al igual que "pueblo". Prefiere pensar en
términos más pequeños como la experiencia ciudadana, gente que se respeta y
comparte sabores, tradiciones, formas de hablar y relacionarse. “El concepto de
patria me parece peligroso”.
En el título usa una consigna
de la izquierda que representa la polarización, el mundo en dos esquinas que
funciona para la solemnidad de un discurso. “Entonces aparece la vida, que
también es muerte y enfermedad. En ese momento la consigna no parece tan buena
a la retórica, a ese discurso grandilocuente”, acota el autor de la biografía Hugo
Chávez sin uniforme, que firmó con Cristina Marcano.
Contextos diferentes. Hace tres semanas Patria o muerte se leía como el registro de un episodio enmarcado en un modelo que podía perdurar en el tiempo. “Cuando lo escribí planteé un final abierto desde la orfandad que generó la muerte de Chávez. Una sociedad que vivía a su alrededor, a favor o en contra. Pero no indica fin. Hay que fijarse en las reacciones. Aristóbulo Istúriz acaba de decir que ganó la contrarrevolución, que será una guerra larga. Esa es la oferta del oficialismo. El hacia dónde vamos que está en el final aún está por verse”.
No son pocas las novelas o
cuentos ambientados en la Venezuela de los últimos 17 años, una empresa
arriesgada para quien quiere ser fiel a su estética literaria. No son pocos los
textos en los que la visceralidad se antepone a la literatura, las líneas se
convierten en panfletos, quejas de un autor ante lo que contraría.
En Patria o
muerte Barrera Tyszka se refiere a la crisis con palabras certeras que no
hincan en el tedio. “Hay que aferrarse a la literatura, ponerse en las
realidades humanas de la ficción y no en el contexto de lo que quiero decir con
planes editoriales”, afirma al respecto.
No identifica un tipo de
lector como objetivo, pero sí le parece un ejercicio interesante que algún
seguidor de Chávez lea la novela. “En Aporrea alguien escribió, sin leer el
libro, que sabían lo que podían esperar. Uno no puede decir nada. El libro se
defiende solo. Uno no puede ir convenciendo a nadie para que lo lea. Hay
barreras que superan la lectura misma”.
El novelista considera que
entre 2011 y 2013 el país era una sala de espera, pero no encuentra una
metáfora apropiada para definir los tiempos actuales. “Ahora hay más
posibilidades de que sea más democrático”, agrega el escritor, que recibió
18.000 euros por el Premio Tusquets Editores de Novela como anticipo de
derechos de autor. “Ya los gasté. Tengo una hija que terminará pronto sus
estudios de Hotelería y Turismo en España. Sirvieron para pagar una deuda”.
15-12-15
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