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martes, 15 de diciembre de 2015

Chacumbele II al galope por @goyosalazar


Por Gregorio Salazar


Escasas horas habían pasado desde el último boletín del CNE anunciando la arrolladora victoria de la oposición con sus más de 7 millones de votos, el 65,27 % del total de sufragios y sus 112 diputados que le da el máximo de la potencialidad legislativa, cuando Maduro se presentó en su famoso "Contacto..." afirmando que la opción política vencedora el 6D "no tiene viabilidad histórica". Me atrevo a transcribirlo porque lo vi. 


Maduro discurseaba desde el Cuartel de la Montaña y se mostraba exultante, jubiloso, como si no fuera el jefe máximo de un partido que acabara de recibir el más grande revolcón de su historia. Inexplicable. Llegué a pensar que Nicolás a lo mejor estaba feliz por lo bien que le había quedado su reciente corte de pelo, aunque evidentemente no venía del barbero, pues sólo una mano inexperta (¿Cilia metida a fígara?) podía haberle trasquilado el bigote de esa manera.

Tal vez el presidente se sentía imbuido de un furor revolucionario al verse cálidamente acompañado de varios militantes internacionales, de esos que los paraguayos han bautizado muy simpáticamente "la izquierda tilinga", que vive atascada y patinando en el barrizal de sus propias e irrealizables fábulas.

Miren si no, que una periodista italiana, representante de una cooperativa mediática, emplazó a Maduro a salvar la revolución venezolana porque en ella "están puestas las esperanzas del mundo", una jalada que debe haber dejado abonado el terreno para otro buen tirón, pero de verdines.

Dicho sea con toda la seriedad y la alarma del caso, durante una noche tan delirante como esa vimos a Nicolás en la misma actitud de "suitche pasado" que exhibió en la campaña electoral. Todo está bien, la revolución avanza para gloria y loor del comandante y los problemillas que todavía restan son producto de gente muy maluca que se dedica a esconder los alimentos y a vender por Bs. 100 mil una camisa que no pasa de 5 mil. Las mentiras que barrió un río desbordado de votos.

Allí pasó horas, hasta la medianoche, errático, vacilante, haciendo abstracción de la realidad y en medio de un recital de chistes pésimos y una sarta de sandeces como pocas veces se deben haber oído en boca de un gobernante. Maduro habló como si el 6D y su apabullante lección no existieran y anunció que rechazará cualquier ley de amnistía.

Luego dio paso a un personaje que casi no reconocí: el rostro abotagado, los ojos entrecerrados por los párpados hinchados como morcillas, arrastrando el mazo remendado con teipe negro. Fue él quien tuvo a su cargo el allegro con furia del concierto: se adelantará la elección de los magistrados del TSJ, se entregará la televisora y la radio de la AN a una cooperativa, se aprobará de antemano el presupuesto (estrangulador) del nuevo parlamento. La amarga noche monaguense nunca existió. Todo salió a pedir de boca. Sigo siendo el virrey.

Al retornar al micrófono, Maduro declara que quiere hablar directamente con el pueblo, como si éste no le hubiera enviado la advertencia más clara e importante de su vida.

Como si no se percatara que todo el ventajismo obsceno, el monopolio de los medios, la manipulación electoral, la satanización de la oposición, el multimillonario derroche de dádivas y la presencia como candidatos de la emblemática élite de su partido sólo le ha dejado una escuálida bancada y muy maltrecha la legitimidad de su gobierno.

El caballo popular se encabrita, derriba a su jinete al borde del ardiente desierto. Con la mirada borrosa y la cantimplora seca, el Presidente regresa a la montura y, brioso, inicia al galope su travesía. Vapores de la fantasía. Sigue en el mismo sitio cabalgando sobre babosadas, a pocos metros de donde el sembrado comandante se va adentrando en el olvido bajo su tosca losa de mármol.

13-12-15




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